Un veterano de la NASA ‘caza’ minas de oro ilegales escondidas tras espesos bosques

El software de imágenes satelitales ayuda a ubicarlas rápidamente.

elfinanciero.com.mx

La mina de oro ilegal está escondida tras un espeso bosque de árboles de cacao, a poco de la carretera de dos carriles en Sagyimase, Ghana, un pueblo rural a dos horas en auto de Accra, la capital del país en África occidental.

Está sobre un terreno destrozado del tamaño de un campo de futbol, en donde tres docenas de trabajadores operan retroexcavadoras y una serie de generadores, bombas y mangueras, extrayendo pepitas de oro del tamaño de un cacahuate de la tierra roja. El oro fue la principal exportación de Ghana el año pasado y las minas así son comunes en el país, con frecuencia una alternativa más lucrativa al cacao. Pero esta mina, como muchas otras, dicen las autoridades, opera sin un permiso válido, sin supervisión de su severo impacto ambiental y sin pagar impuestos cuyo objetivo es asegurar la restauración eventual de la tierra.

En Ghana, las minas suelen operar sin temer a los reguladores. Felix Addo-Okyireh, funcionario en la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y quien supervisa la industria minera a pequeña escala en Sagyimase y el resto de la Región Oriental del país, tiene dos agentes patrullando un área un poco más chica que Nueva Jersey. “Es difícil identificar las minas ilegales a menos que las topemos”, dice. La minería es un gran motivo por el cual Ghana tiene uno de los ritmos más rápidos de deforestación en el mundo, según el Instituto de Recursos Mundiales, y contamina las tierras agrícolas y fuentes de agua con químicos como mercurio y cianuro. Así que Addo-Okyireh y sus colegas pidieron ayuda a NASA.

En 2018, EPA pidió al ingeniero de la NASA Brian Killough desarrollar un software capaz de identificar minas ilegales desde fotos satelitales. Killough dirige el Cubo de Datos de la Región Africana, una iniciativa apoyada por NASA cuyo fin es usar imágenes de fuentes abiertas para monitorear la urbanización, crecimiento poblacional y cambio de uso de suelo. Sus redes se basan en su mayoría en fotos satélites Landsat, de la agencia espacial de Estados Unidos, algunos de los cuales datan de la época disco y no pueden registrar nada más pequeño que un diamante de beisbol. Aun así, su algoritmo ha utilizado destartalados satélites para identificar cientos de ubicaciones con posibles minas ilegales, como parches de follaje derribado o chismosos estanques de residuo mineral. EPA ha revocado las licencias de 47 compañías basadas en esas y otras imágenes, y comenzaron procesos criminales contra dos más, dice Michael Ali, director de minería de la agencia. “Los satélites han sido de mucha ayuda para nosotros”, menciona. “Puedes ver las minas legales, luego puedes ver las que están en medio y preguntarte, ‘¿Quién es?’”.

El presidente ghanés, Nana Akufo-Addo, prohibió temporalmente las minas a pequeña escala, legales o no, desde 2017 a este pasado febrero, así que los reguladores ambientales tienen muchos malhechores de donde escoger. Antes de unirse con Killough, los empleados de Ali meticulosamente comparaban imágenes de Google Earth con los notoriamente poco fiables mapas trazados a mano de EPA. Los mapas en papel a veces indicaban a los agentes en campo que viajaran a coordinadas en otro país, dice, o lejos de la costa, en algún lugar en el Golfo de Guinea.

Como en gran parte de África occidental, las minas de oro ilegales en Ghana varían de hoyos cavados a mano en el bosque, una práctica conocida como Galamsey (“junta y vende”), a operaciones industriales que o carecen de la documentación adecuada o sobrepasan los límites de su concesión designada. La industria ofrece una promesa tentadora de una rápida recompensa a hombres jóvenes con pocas alternativas de empleo (los mineros en el lugar ilegal de Sagyimase dicen que ganan poco más de 300 dólares al mes, el doble del promedio nacional).

En cuestión de meses, dice Killough, debería poder incorporar datos de los satélites de la Agencia Espacial Europea al software de EPA, dando a la agencia la visión desde el cielo para detectar nuevas minas casi en tiempo real. Pero la tecnología no podrá solucionar la pobreza rural que alienta a los mineros ilegales ni superar la corrupción “paga para participar” que va desde policías hasta el gobierno. Hace unos meses, el periodista ghanés Anas Aremayaw Anas publicó un ensayo que incluía un video de un agente federal aceptando sobornos para ayudar a una compañía minera a falsificar permisos. “La misma gente que envías a arrestarlos es quien colabora con ellos”, dice Emmanuel Tabi, miembro electo de la asamblea regional que cubre Sagyimase. Daryl Bosu, vicedirector del grupo de defensa ambiental A Rocha, coincide: “No suele haber consecuencias”.

Los trabajadores en la mina ilegal Sagyimase dicen que son financiados por una compañía minera a pequeña escala llamada Managing God’s Resources que tiene varias propiedades en el área, pero carece de un permiso. Ibrahim Emmanuel, vicedirector de la empresa, niega tener conocimiento de la minería ilegal cerca de los sitios de la compañía. A mediados de mayo en la mina, los trabajadores dijeron que llevaba como un mes operando sin interferencia de la policía. El líder de los mineros, Gordan, que se negó a dar su apellido, dijo que no le preocupa la vigilancia con alta tecnología. Vale la pena correr el riego por las ganancias. “Siempre y cuando haya oro”, dice, “seguiremos persiguiéndolo”.

                                                         
Compartir