Hoy fue captado en el crucero vial de las avenidas Francisco Medina y Priscliano Sánchez
Un peso le ayuda para poder comer.
Esta mañana, en la esquina vial de los semáforos en el crucero de las avenidas, Prisciliano Sánchez y Francisco Medina Ascencio, se instaló para pedir limosna a los automovilistas una persona de edad avanzada con un severo problema de vista.
Apenas puede caminar y sobre el estrecho camellón, pide dinero a los conductores.
Tendrá quizá más de 80 años de edad, uno de sus ojos tiene un color demasiado blanco, se presume que carece de la vista, el otro funciona perfectamente.
Con su bastón se sostiene y su andar es muy lento.
La gran mayoría de los conductores, sobre todo particulares, le otorgan una moneda, gesto que agradece siempre que puede.
Como él, existen más personas en precarias condiciones que tienen la dificultad de comer y dormir de manera segura.
Se presume no tendrá una navidad y año nuevo feliz.
Cabe destacar que en las concurridas intersecciones viales del municipio de Puerto Vallarta, se ha vuelto una escena común observar a personas de edad avanzada solicitando limosna a los automovilistas que esperan pacientemente en los cruceros.
Este fenómeno evidencia la realidad de muchos ancianos que enfrentan situaciones difíciles y carencias económicas.
Es imperativo reconocer la importancia de brindar ayuda a esta población vulnerable, no solo como una acción caritativa, sino como una llamada a la acción para las instituciones correspondientes.
En primer lugar, asistir a las personas mayores en esta situación es esencial para preservar su dignidad y bienestar.
Muchos de ellos han dedicado décadas a trabajar y contribuir a la sociedad, y ahora, en su etapa de vejez, se encuentran en una situación precaria.
La solidaridad de la comunidad puede marcar la diferencia al proporcionarles apoyo emocional y material, permitiéndoles vivir con mayor comodidad y dignidad.
Además, la atención a esta problemática debe ir más allá de la ayuda individual.
Es responsabilidad de las instituciones locales implementar medidas y programas sociales que aborden las necesidades específicas de la población anciana en situación de vulnerabilidad.
Estos programas pueden incluir servicios de vivienda, atención médica especializada y programas de empleo adaptados a sus capacidades, contribuyendo así a mejorar su calidad de vida de manera sostenible.
En última instancia, la urgencia de la situación exige la coordinación entre organizaciones no gubernamentales, autoridades municipales y la sociedad en su conjunto.
La colaboración eficaz entre estas entidades permitirá desarrollar estrategias integrales que aborden las causas subyacentes de la mendicidad entre los ancianos y brinden soluciones a largo plazo.
La atención a este problema no solo reflejará la generosidad de la comunidad, sino también su compromiso con el bienestar de sus miembros más necesitados.