A raíz de la detención del empresario argentino Carlos Ahumada, en Panamá, Proceso retoma este reportaje publicado en el año 2004.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En la maquinaria de negocios de Carlos Ahumada, varias mujeres han jugado papeles protagónicos en los ámbitos empresarial, financiero y político, además de ayudarlo a huir a La Habana, de acompañarlo en sus viajes y de arroparlo y protegerlo cuando se encuentra en prisión…
Además del presunto brazo político de Carlos Ahumada, Rosario Robles, otras mujeres jugaron un papel determinante en la operación de la maquinaria de negocios construida por el empresario, sobre todo Lidia Georgina Uribe Corona, Nora Patricia Millán Sánchez y Karla Servín Torres.
Integrantes del primer círculo de colaboradores de Ahumada, las tres lo acompañaron en diversos viajes, y tanto Lidia como Nora ocuparon carteras estratégicas en el Grupo Quart y en varias empresas filiales. Así mismo, luego de haber tenido una participación decisiva para que Ahumada se fugara del país y permaneciera en Cuba, Lidia, Nora y Karla se mantienen ahora en permanente contacto con el ocupante del dormitorio 1 del Reclusorio Norte.
Administradora única y accionista de Cascata, S.A. de C.V., en 2000, además de haber sido apoderada del Grupo Quart, S.A. de C.V., en 2001, Lidia Georgina Uribe Corona fue, sin duda, uno de los pilares de los negocios de Ahumada. Al estallar el escándalo de los videos, Lidia fungía como directora de Administración del diario de Ahumada, El Independiente, e, inexplicablemente, continuó manejando los bienes del periódico durante los casi dos meses en que las instalaciones del periódico estuvieron bajo resguardo de la Procuraduría General de la República (PGR).
El pasado viernes 4, su nombre desapareció finalmente del directorio de la empresa periodística Nueva Perspectiva Editores -fundada el 3 de junio de 2003-, después de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) asumió el control de la misma. Hija de Tito Uribe Boeta -preso en el Reclusorio Norte, acusado de lavado de dinero, y uno de los prestanombres de Ahumada que en mayo de 2003 gestionaron la frustrada compra del equipo de futbol de Irapuato-, Lidia ingresó a Grupo Quart en 1997, con la plaza de auxiliar administrativo.
En ese entonces, la empresa de Carlos Ahumada tenía sus oficinas en la calle Vasco de Quiroga y luego se mudó al edificio de avenida Revolución 1601, que había sido sede de constructora Gutsa, propiedad de la familia Gutiérrez Cortina, uno de cuyos integrantes perdió la vida misteriosamente en su casa de Valle de Bravo, Estado de México.
Registrado a nombre de Corporativo San Carlos, el inmueble, de mil 110 metros cuadrados y con un valor catastral de 17 millones 500 mil pesos, arrastra un adeudo de más de 700 mil pesos con la Tesorería capitalina por concepto de impuesto predial correspondiente a los años de 1990, 1991, 2003 y el primer bimestre de 2004. Cuando tenía apenas dos años de antigüedad en la empresa, Lidia Uribe dio un enorme salto en el escalafón y llegó a la Subgerencia Administrativa a principios de 1999, al renunciar su jefe inmediato, César Aranday.
Otros factores, al parecer, influyeron, pues el pasado 20 de abril Lidia Uribe declaró a la procuraduría capitalina: «Carlos Agustín Ahumada y yo tenemos una relación de pareja, de amor, desde finales de 1999 a la fecha». Añadió entonces que, en 2001, una persona del Departamento Jurídico de Grupo Quart le informó que «yo tenía un poder dentro de la empresa y que ese poder era para actos de administración».
Pero, aseguró, «nunca ejercí dicho poder (…), nunca fui convocada a ninguna Junta de Consejo ni a alguna asamblea de accionistas, y no recuerdo si realicé algún trámite a nombre de Grupo Quart o de alguna otra empresa».
E inclusive dijo haber renunciado al Grupo Quart, así como a todos los poderes y facultades conferidos por ésta y sus filiales, el 31 de diciembre de 2001, porque quería reanudar sus estudios, aunque más tarde manifestó haber tenido «un problema personal con Carlos Ahumada, ya que tuvimos un pleito de pareja consistente en una sospecha de infidelidad de su parte para conmigo, cuando me había prometido que iba a estar siempre conmigo y que nos íbamos a casar, ya que meses antes me había pedido matrimonio».
Pero estuvo poco tiempo fuera de los negocios de Ahumada, ya que en diciembre de 2002 el empresario la invitó a trabajar en el proyecto del diario El Independiente. En la averiguación previa FAE/BT3 /16/04-03 se registraron sucesos relacionados con el hotel Bellagio de Las Vegas, donde fue grabado el video que involucraba al entonces secretario de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal, Gustavo Ponce, apostando en el casino.
El funcionario capitalino había viajado a Las Vegas el 19 de febrero, en compañía de su esposa, Esperanza González Ocampo, quien presuntamente recibía fuertes cantidades de dinero de Ahumada. Y un día después, el 20 de febrero, Ahumada se reunió con sus principales colaboradores en su casa de San Antonio número 56, colonia San Ángel Inn, para enseguida trasladarse al aeropuerto de Toluca.
En el trayecto, se comunicó por teléfono con Lidia Uribe, a quien recogió en la bajada de la lateral del Periférico, a la altura de Altavista, y se dirigieron a la terminal aérea de Toluca, de donde partieron, a las 23 horas, con destino a Las Vegas, en el avión XA-TVK. Lidia confirmó que ella y Ahumada se hospedaron en el hotel Bellagio, y refirió: «En Las Vegas, estuvimos juntos todo el tiempo; nunca advertí que se entrevistara ni saludara a nadie en el tiempo que estuve con él». Sólo, dijo, desayunaron, recorrieron el hotel, caminaron por las calles, comieron, realizaron algunas compras, cenaron y visitaron el casino del hotel, donde Ahumada jugó a las cartas por espacio de 40 minutos y enseguida se fueron a su habitación porque ella resintió un problema de gastritis.
Aseguró que la última vez que tuvo contacto con Ahumada fue el domingo 22 de febrero, cuando volaron de Las Vegas a Saltillo, Coahuila, donde pasaron la noche en un hotel. Al día siguiente, Lidia Uribe regresó a la Ciudad de México en un vuelo comercial, en tanto que Ahumada «se quedó en Saltillo por motivos de trabajo». Pero de acuerdo con la bitácora del avión XA-TVK, Lidia Uribe Corona sí se volvió a encontrar con Ahumada, por lo menos una vez más, el 25 de febrero, cuando ambos viajaron de Toluca a Cancún. Y un par de días después, ya perseguido por la justicia, Ahumada se trasladaría en su avión privado a La Habana en compañía de Rosario Robles, Antonio Martínez Ocampo y Nora Patricia Millán.
Lidia Uribe Corona fue, así mismo, el puente de comunicación de Ahumada con los directivos del diario El Independiente antes, durante y después de la difusión de los videos del escándalo, para quienes no pasó inadvertido el grado íntimo de su relación con el empresario, según escribió Raymundo Rivapalacio en su reciente libro La prensa de los jardines. Asistida legalmente por el mismo abogado que defiende a Carlos Ahumada, Antonio Collado Mocelo, la exdirectora general de Administración del diario El Independiente presentó, el pasado 21 de abril, copias de su carta de renuncia, tres fotografías y ocho cartas «de amor», agradecimiento y felicitaciones que Ahumada le hizo llegar.
La presentación de dichas misivas tenía por objeto acogerse a la letra del artículo 192 del Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, según el cual «no se obligará a declarar al tutor, pupilo o cónyuge del acusado ni a sus parientes por consanguinidad o afinidad en línea recta ascendente o descendente, sin limitación de grados, y en la colateral hasta el tercero inclusive, ni a los que estén ligados con el acusado por amor, respeto o gratitud».
Las otras
Otra de las mujeres cercanas a Carlos Ahumada, Nora Patricia Millán Sánchez, quien fungió como tesorera del Grupo Quart y formó parte del Consejo de Administración de Comercializadora Austral, es considerada por las autoridades pieza importante en el esquema de operación de las empresas de Ahumada, aparte de que, junto con Rosario Robles y Antonio Martínez Ocampo, acompañó al argentino en su fuga a La Habana.
A su vez, la secretaria particular del empresario, Karla Servín Torres, tuvo también una activa participación en los sucesos derivados del escándalo de los videos. Fue ella, por ejemplo, quien se encargó de hacer las maletas con alimentos que Rosario Robles entregaría a Carlos Ahumada en Cuba, el pasado 3 de marzo (Proceso 1432). Y es una de las personas que más visita a Ahumada en el Reclusorio Norte. Su nombre aparece registrado como «amiga» personal del interno.
Una pieza femenina más de la maquinaria de Ahumada, al parecer de tipo financiero, es Esperanza González Ocampo, esposa de Gustavo Ponce; sujetos ambos a una investigación de la PGR por su presunta responsabilidad en el lavado de dinero. De acuerdo con datos de la PGR, Esperanza recibió diversas entregas de dinero del empresario que fueron a parar a las cuentas bancarias del ahora prófugo de la justicia Gustavo Ponce.
Exsecretaria de Ponce Meléndez, Esperanza González Ocampo dio señales de vida a finales de mayo último, cuando sus abogados promovieron una demanda de garantías en el Juzgado Sexto de Distrito A de Amparo, cuyo titular le concedió la suspensión provisional, por lo que no podrá ser encarcelada.
Sin embargo, una de las mujeres que presuntamente ha prestado mayores servicios al empresario argentino, Rosario Robles, no fue empleada de ninguna de sus empresas, aunque tiene en su contra la averiguación previa FASI/50T1/348/04-04, por la probable comisión de hechos constitutivos de delitos.
Acusada ministerialmente por los principales implicados en la trama de los videos -René Bejarano, Carlos Ímaz y Octavio Flores- de fungir como intermediaria con Ahumada, Robles rechazó tales imputaciones y aseguró que no fue socia ni tenía conocimiento de las actividades empresariales del argentino. «Yo era amiga del señor Carlos Ahumada, no era ni socia de sus empresas ni tenía conocimiento alguno de sus actividades empresariales porque no me meto en las vidas ajenas, de la misma manera que no se meten en la mía», manifestó.
Viajera frecuente en el avión privado de Ahumada, la exjefa de Gobierno y expresidenta del PRD declaró también que conoció al dueño de Grupo Quart en mayo de 2001 y sostuvo que sus relaciones eran meramente amistosas, aunque información obtenida por las autoridades muestra que éstas iban más allá.
Por ejemplo, cuando el jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador congeló los pagos a las empresas de Ahumada por una serie de irregularidades en varias delegaciones, la expresidenta nacional del PRD trató de utilizar sus influencias para ayudarlo a solucionar sus problemas con las autoridades capitalinas.
Entre otras acciones, intentó hablar telefónicamente con López Obrador, pero éste nunca le tomó sus llamadas. Por cierto que la ahora experredista y la esposa del empresario, Cecilia Gurza González, fueron las primeras que visitaron a Ahumada en el Reclusorio Norte, un día después de su ingreso al penal. Rosario Robles conversó a solas con su «amigo» durante un buen rato ante la mirada escrutadora de la mujer con quien Carlos Ahumada se casó el 18 de junio de 1990, bajo el régimen de separación de bienes.
Un día antes, Robles se había reunido con el director general de Reclusorios, Héctor Cárdenas San Martín, con el fin de pedirle garantías para el nuevo interno, quien, según ella, temía por su vida.
Por su parte, Cecilia Gurza González se desempeñaba como directora creativa del Grupo Quart y es propietaria de varios inmuebles, incluidas las oficinas centrales del corporativo. Su madre y su tía, Beatriz Eugenia y Elsa María González Guardia, respectivamente, desempeñaron distintas funciones en varias empresas de Ahumada. Antes de que Ahumada fuera encerrado en el Reclusorio Norte, Cecilia Gurza fue su portavoz para enviar un mensaje a la afición leonesa el pasado 17 de abril. En el intermedio del clásico del Bajío, León contra Celaya, la ingeniera en alimentos, flanqueada por sus hijas María y Ana Lucía, bajó al terreno de juego y, micrófono en mano, leyó un breve texto en el que pedía a los aficionados seguir «peleando con garra por el anhelado ascenso…».