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Aunque aún no hay reportes oficiales, todo apunta a que 2016 finalizó con niveles históricos tanto en la llegada de visitantes extranjeros a México, como en los ingresos por divisas de turistas.
Sin embargo, el pasado 13 de enero, José Ángel Gurría, secretario general de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), expuso ante el presidente Enrique Peña Nieto algunos de los retos que enfrenta el modelo turístico de México, entre los que se encuentran: la diversificación para ir más allá de una oferta de sol y playa, así como la desconcentración de la inversión.
En una década el gobierno federal ha invertido el 91 por ciento del presupuesto del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) en el fortalecimiento de la infraestructura de sólo ocho destinos.
Según cifras del cuarto informe de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, de 2006 al cierre de julio del año pasado el Fondo había ejercido en el desarrollo de infraestructura turística un total de 13 mil 864 millones de pesos, de los cuáles, 12 mil 615 millones fueron para Cancún y Cozumel, en Quintana Roo; Ixtapa Zihuatanejo, en Guerrero; Los Cabos y Loreto, en Baja California Sur; Huatulco, en Oaxaca; además de Costa Capomo, en Nayarit y Costa del Pacífico, en Sinaloa.
Sin embargo, de acuerdo con el Atlas Turístico de México, en el país hay al menos otros 80 destinos turísticos incluyendo los de sol y playa, de vocación cultural, deportivos, de salud y bienestar, gastronómicos, naturaleza y otras alternativas como el LGTB y de romance.
Para el secretario general de la OCDE, el actual modelo comienza a ser vulnerable. “El éxito turístico de México se ha basado en el desarrollo de grandes complejos turísticos, polos de gran escala, Cancún y Los Cabos apoyados inicialmente por Fonatur con toda la capacidad de promoción y financiera del estado”, indicó.
Esto colocó en 2015 a México como el noveno país más visitado por viajeros internacionales a nivel global, según la Organización Mundial de Turismo.
“Sin embargo, el modelo empieza a ser vulnerable a los cambios de los patrones de demanda y a las consideraciones medioambientales”, expuso Gurría en la entrega del Estudio de la Política Turística de México al presidente de México.
Según el reporte, la oferta del país es vulnerable y necesita expandirse “para competir en el entorno cambiante del turismo global”.
México tiene una gran concentración en su oferta hotelera. De acuerdo con la Secretaría de Turismo (Sectur), Quintana Roo, Jalisco, la Ciudad de México, Veracruz, Guerrero, Baja California, Nayarit y Oaxaca tienen en conjunto 364 mil habitaciones de hotel, las cuales representan casi la mitad de la capacidad instalada total en el país.
Miguel González Ibarra, coordinador del centro de estudios financieros y de finanzas públicas de la Facultad de Economía de la UNAM, señaló que el éxito de este modelo dependerá de que sea interesante para los turistas.
“El turismo mexicano está sujeto a un agotamiento de sus principales destinos y a la competitividad que se les puede sumar con parques temáticos como en Cancún, o exhibiciones de camellos y expediciones por el desierto como en Los Cabos. Para no depender de eso debe haber más diversidad en los grandes polos y se deben crear otros”, expuso el académico.
POCA DIVERSIDAD AFECTA TARIFAS
Los expertos explicaron que la baja diversificación de destinos en México dispara las tarifas de transportación y de hospedaje en temporada alta.
“Es posible que al haber mucha demanda de viajeros de sol y playa internacionales y nacionales y sólo esté la oferta de los grandes destinos turísticos mexicanos, las tarifas se eleven. Por eso se han lanzado programas por parte del gobierno para promocionar cuartos de hotel y boletos de avión en temporadas bajas, aunque estos sean sólo para que los empresarios encuentren sus puntos de equilibrio entre ingresos y gastos”, explicó González.
Datos de la Sectur revelan que en la última semana de 2016, que es temporada alta, Puerto Vallarta alcanzó un factor de ocupación hotelera de 93 por ciento, cuando en la primera semana de septiembre fue de 59 por ciento.
Del mismo modo, Playa del Carmen, en Quintana Roo, tuvo al cierre de año un promedio de 86 por ciento de sus habitaciones ocupadas, cuando en septiembre registró un 59 por ciento.
Un sondeo de El Financiero revela que en temporada alta generalmente hay mayores aumentos de tarifas en los destinos más demandados.
Por ejemplo, una noche de hotel en el Barceló de Puerto Vallarta durante Semana Santa cuesta 30 por ciento más que quince días antes, mientras que en el Barceló Huatulco sólo aumenta 5 por ciento.