Basura mexicana que flota en el espacio exterior

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De los 11 satélites que México ha puesto en órbita, siete ya son chatarra cósmica. La basura espacial ocasiona que vehículos, como el Morelos 3 que se lanzó en 2015, enfrenten costos de operación y mantenimiento cada vez más altos.

Expertos consideran que el problema de la contaminación cósmica dejada por cohetes y naves durante los últimos 60 años ha encarecido hasta 18 por ciento el costo de nuevos programas y el mantenimiento de vehículos espaciales en la órbita terrestre.

Entre 1985 y 2016, México puso en órbita siete vehículos espaciales que están ya fuera de operación. Se trata de los Morelos I y II, Solidaridad 1 y 2, Satmex 5 y el Unamsat B. Además, está el micro satélite Ulises I que fue lanzado a inicios de 2016 para una misión de 4 meses.

“Entendemos por basura espacial a todos estos materiales que ha dejado el hombre en el espacio, producto de todas las pruebas con satélites artificiales. Por ejemplo, cuando la misión Apolo fue a la Luna, varias piezas de la nave se fueron desprendiendo y muchas de ellas pudieron regresar a la Tierra pero algunas otras permanecieron allá arriba”, comentó Guadalupe Cordero, investigadora de ciencias espaciales del Instituto de Geofísica de la UNAM.

“A todo este tipo de objetos construidos por el hombre para la investigación espacial pero que ya no son útiles y se quedaron ahí arriba se le llama basura espacial”, agregó.

Un estudio realizado por la Asociación Internacional de la Prevención para la Seguridad Espacial (IAASS por sus siglas en inglés) indica que hoy en día los impactos a vehículos comerciales asociados con basura espacial encarecen los costos de mantenimiento hasta 14 por ciento, y para 2030 será de aproximadamente 18 por ciento.

“Para órbita baja y órbita media, que estamos hablando de entre 400 a 20 mil kilómetros (de altura), un lanzador promedio puede costar entre 75 y 80 millones de dólares dependiendo de la masa que deba transportar. Para una órbita alta, es decir, 36 mil kilómetros que es donde está la órbita geoestacionaria (aquella que se mueve a misma dirección y velocidad que la tierra) que es donde se encuentran los satélites de telecomunicaciones, el costo en promedio es de 120 millones de dólares”, explicó Mario Arreola, director de divulgación de la ciencia en la Agencia Espacial Mexicana (AEM) y antiguo colaborador de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés).

En promedio, los satélites puestos en órbita por México tienen un peso de aproximadamente 500 kilogramos por lo que el país contribuye con cerca de 3.5 toneladas de desperdicios en el espacio.

Datos de la NASA indican que actualmente existen 500 mil objetos más grandes que una canica orbitando la Tierra y varios millones más que no pueden ser monitoreados debido a su diminuto tamaño.

Según el investigador de la AEM, una misión para llevar provisiones a la Estación Espacial Internacional tendría un costo de lanzamiento cercano a 75 millones de dólares.

“Se han visto choques entre satélites, que al dejar una gran cantidad de escombros dañan otros dispositivos que podrían estar cerca. Toda esta basura ocasiona que cuando alguien más quiere salir pues deba tener más cuidado para evitar chocar con una de estas cosas, hay algunas compañías que monitorean estos objetos para evitar enviar nuevos lanzamientos a las zonas con mayor densidad de escombros, sin embargo cada vez se van acumulando más”, destacó la investigadora de la UNAM.

Compañías como SpaceX, dirigida por Elon Musk, intentan reducir la presencia de basura espacial con la creación de cohetes reutilizables (Falcon 9), que a diferencia de la tecnología actual no desprenden chatarra durante el despegue y que pueden ser usados en más de una ocasión, además, su operación es hasta 30 por ciento más barata.
En 2016 fue realizado el lanzamiento y regreso a Tierra de un Falcon 9 con resultados positivos. Otras firmas como la japonesa Astroscale proponen la creación de aspiradoras espaciales para remover la basura de la órbita terrestre, proyecto al que destinaron una inversión de 7.7 millones de dólares en 2015.

Pone en riesgo a personas

La falta de control de objetos ocasiona que piezas de dispositivos espaciales como antenas, tanques o elementos radiactivos caigan en la Tierra y golpeen a algún individuo.

“Están cayendo objetos continuamente. Los satélites grandes sí los controlan, pero la chatarra más pequeña no, podría haber el peligro de que le cayera a alguien encima a nivel individual. El peligro que sí preocupa es que en algún momento enviaron satélites con algún componente de combustible nuclear y si llegara a caer uno de estos sí sería peligroso, pero seguro son objetos que tienen bien monitoreados”, agregó Cordero.

De acuerdo con Arreola, actualmente se diseñan satélites de tal manera que al terminar su vida útil salgan de órbita y se desintegren al momento de ingresar a la atmósfera para evitar daños en tierra.

                                                         
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