Por Mauricio Lira Camacho
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Triste realidad.
Nadie ayuda a los más necesitados.
No ayudan, nadie cede a personas en sillas de ruedas.
Hay más personas, sobre todo vacacionistas en Puerto Vallarta, pero es menos la ayuda que se ofrece.
Nadie cede tampoco el paso peatonal, sobre todo a personas necesitadas que necesitan movilidad en sus sillas de ruedas.
Desde cualquier flanco que rodea la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, número 42, los accesos están parcialmente bloqueados para las personas que deben necesitar ayuda para ingresar o salir en sus atenciones médicas.
Las rampas de acceso casi siempre están invadidas por automovilistas que no son discapacitados.
Por otra parte, las dobles filas que hacen muchos de los automovilistas sobre avenida de ingreso, crean poca fluidez vehicular en los camiones y taxis.
Sin embargo, el problema es mayor cuando sucede una historia como la que a continuación se narra, una persona lleva a otra en una silla de ruedas, con la intención de que sea atendida en el IMSS antes referido, sin embargo, el empedrado hace que toda la tarea se dificulta.
Se trata de dos personas ya mayores de edad que necesitan ayuda, primero para lidiar con el peso de la misma silla y la persona. Segundo, el asunto de la movilidad.
En el caso presente, estas personas batallaron mucho desde la banqueta donde se ubica el estacionamiento de la plaza Caracol para llegar al otro extremo, la vía es empedrado. Sin embargo, varios jovenes y señores que disfrutaban tacos en el negocio cercano, ni se inmutaron por ayudar.
Mucho menos los automovilistas que no cedían el paso a estas personas.
Hacen falta en los cruceros tramos lisos para el libre tránsito de personas con alguna discapacidad, en sillas de ruedas y de la tercera edad.
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