Actualidad.rt.com/ «¿Morelos sigue siendo una tierra franca para el narcotráfico?». La pregunta va dirigida al escritor Javier Sicilia, que renunció a la poesía en mayo de 2011, semanas después del asesinato de su hijo Juan Francisco, ‘Juanelo’, de 24 años, y de otros seis jóvenes en el fraccionamiento Las Brisas, en la ciudad de Cuernavaca. «Lamentablemente, sí», responde el activista que lleva años exigiendo justicia.
Desde una cafetería cercana al centro de Cuernavaca, donde reside desde hace lustros, Sicilia responde a las preguntas de RT en Español. El escritor no oculta su hartazgo por las pifias del Estado mexicano y su clase política, encorsetada por sus devaneos, a la que ve ciega ante el devenir, siempre negando el presente oprobioso.
Las actividades de la delincuencia organizada, dice, se han diversificado a causa de estrategias de seguridad erróneas. Eso ha provocado que los cárteles de la droga se conviertan en verdaderas redes nacionales, e incluso trasnacionales, del crimen.
Sicilia responde rápido. Tras cada bocanada de humo, habla de poesía y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), dos formas irreverentes del activismo que convergen para romper el discurso acartonado de la política. Y cita a Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990: «Cuando los significados se pierden, las sociedades se corrompen y se prostituyen». Y eso —según él— es lo que le está pasando.
RT: Si nos apegamos a los indicadores políticos y económicos, Morelos vivió y sigue viviendo una de sus peores crisis de gobernabilidad. ¿Está de acuerdo con esta percepción?
JS: Absolutamente. Veo a un Estado descompuesto. En primer lugar, por la falta de capacidad política; en segundo, por la red de complicidades que nadie quiere tocar y que están incrustadas en los partidos. A eso hay que sumarle la corrupción de las mismas fuerzas políticas, que están vinculadas directa o indirectamente con la delincuencia organizada y que son parte del proceso de la corrupción ancestral de este país. Una tercera cuestión, quizá la más preocupante, es que Morelos colinda con Guerrero y el Estado de México y eso lo convierte en zona de tránsito y de lucha entre mafias del crimen organizado por el control de la plaza. Lamentablemente, tenemos a una entidad desgarrada por el aumento de secuestros extorsiones y desapariciones forzadas. Algo pasa en Morelos y no se trata solamente de un problema de percepción pública, como ha insistido el Gobierno de Graco Ramírez. La población se siente insegura porque, realmente, lo está. Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2015, Morelos ocupa el segundo lugar en percepción de inseguridad (89% de la población), tan sólo por debajo del Estado de México (92,6%).
RT:Graco Ramírez, actual gobernador de Morelos por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), ha dicho que cuando llegó al Ejecutivo Estatal se encontró con un Estado cooptado por los cárteles de la droga. ¿Acaso la transición política en Morelos no ha logrado trastocar el empoderamiento de estas mafias?
JS: Mi argumento es que el pudrimiento es del Estado. No hay diferencias. El que sea de un partido u otro no dice nada. Todas las corrientes políticas han mamado de la misma lógica delincuencial que se remonta a la fundación del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños, en 1987, no existía una Policía como tal en Morelos. La entidad era un lugar tranquilo. A partir de que Jorge Carrillo Olea asumió la gubernatura del Estado –en 1994–, comenzó a haber un despliegue de elementos de seguridad nunca antes visto.
RT: Es decir, ¿con la llegada de Carrillo Olea se inicia la gran fractura del Estado de Morelos?
JS: Sí, todo se descompuso. Y hago esta aseveración porque llegué pocos años antes de su gestión.
RT: ¿Y el Estado que ahora representa Graco Ramírez, ¿sigue siendo un ‘narcoestado’?
JS: Sí, pero con esto no quiero decir que el gobernador sea un narco. Es un gran simulador, que es distinto. Es un hombre hecho a la usanza del PRI. Es un narcoestado en el sentido de que hay muchas redes, hay muchas complicidades dentro de los partidos políticos y, sin duda, dentro del Gobierno. Si las autoridades, además de abatir a Arturo Beltrán Leyva, hubieran perseguido a cada uno de sus capos, a mi hijo no lo asesinan. La estrategia de seguridad o de lucha contra el crimen no está respondiendo ninguna manera más que con puros discursos.
RT: ¿Está conforme con la respuesta del Gobierno de la República respecto al asesinato de su hijo?
JS: Hasta que yo no vea la sentencia, no.
RT: En ese sentido, ¿ha mostrado Graco anuencia tanto en su caso como en el de otras víctimas de desaparición o asesinato en el Estado de Morelos?
JS: No, incluso en una ocasión platiqué con él cuando, al parecer, era más sensible con las víctimas. Le pedí que incautaran o aplicaran la extinción de dominio a la casa donde asesinaron a mi hijo y que la volvieran un Centro de Atención a Víctimas. Nunca incautó la propiedad. Su argumento era que el inmueble no pertenecía a los narcos que le quitaron la vida a Juan Francisco. ‘¡Cómprala!’, sugerí, ¿Quién va a querer vivir en esa casa donde mataron a mi hijo y quién sabe a cuántas personas más? Tampoco lo hizo. Prefirió darle una casa al jurista español, Baltasar Garzón Real, que actualmente asesora al gobierno estatal con el proyecto de la Ley de Apoyo a Víctimas de Morelos.
RT: ¿En qué político cree?
JS: En ninguno. Todo hombre de partido termina prostituyéndose por sacrificar lo mejor de sí mismo: su libertad. Conozco a políticos muy inteligentes, pero cuando dejan esa inteligencia para defender a la institución, se vuelven unos pendejos, finaliza.
José Luis Montenegro