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CIUDAD DE MÉXICO.
Los robos de alcancías y arte sacro, asaltos e incluso ataques a sacerdotes han obligado a las autoridades eclesiásticas del Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala a modificar la operación de las iglesias y los servicios que brindan los religiosos.
La inseguridad ha hecho que en el Estado de México se hayan cambiado los horarios de misas, que ahora los sacerdotes ya no salgan solos cuando tienen que prestar un servicio y que los feligreses no lleven cosas de valor al asistir a una ceremonia eclesiástica.
Pues en el último año se han incrementado los asaltos a feligreses tanto hormiga como a mano armada y que eso haya cobrado la vida de dos personas, una de ellas un sacerdote.
Monseñor Luis Martínez Flores, canciller de la diócesis de Ecatepec, reconoció que se ha acrecentado la inseguridad.
Señaló que no se pueden cerrar las puertas a las personas, “pues los templos son la casa de todos y antes no se tenía tanta seguridad precisamente porque todos eran bienvenidos, en donde la gran mayoría respetaban esos espacios de culto”.
Estableció que se están organizando para tratar de protegerse ellos y a los feligreses, optando así por cambiar los horarios en algunos puntos considerados como críticos.
En algunos lugares la misa era a las 6 de la mañana y se corrió la hora para un poco más tarde y lo mismo sucede con la misa de las 9 de la noche, se acordó realizarla a las 7, además de las reuniones de la catequesis se realizan más temprano entre las 6 y 7 de la noche para evitar alguna situación de esta naturaleza”.
Por otra parte, en Tlaxcala sólo en 2005 se registró el robo más cuantioso de piezas de arte sacro.
Más de 23 piezas de arte sacro fueron sustraídas del templo de San Antonio y del mismo barrio de San Antonio del municipio de Huamantla.
En tanto, en Hidalgo, desde el dinero de las limosnas, hasta artículos como bocinas, campanas y arte sacro, han sido saqueados de iglesias de Hidalgo, en la última década, situación que ha propiciado que las autoridades católicas recomienden a los párrocos reforzar las medidas de seguridad de los templos.
Entre los hurtos documentados, se tiene el que se registró el diciembre de 2015, en la comunidad de Zozea de Alfajayucan, donde una campana con cerca de 300 años de antigüedad fue robada, por lo que vecinos bloquearon con piedras la carretera principal de la comunidad, como protesta.