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Asesinatos, torturas, secuestros, huidas de la cárcel y, claro, narcotráfico, incluyendo un intento para introducir siete toneladas de cocaína en Estados Unidos escondidas en latas de jalapeños. La Fiscalía ha presentado este martes un informe ante la corte federal que debe juzgar a partir de septiembre a Joaquín El Chapo Guzmán, en el que detalla las presuntas actividades delictivas del capo del cartel de Sinaloa.
El 8 de noviembre de 1992, a las dos y media de la madrugada, una banda de asesinos irrumpió en una abarrotada discoteca de Puerto Vallarta (México). Dispararon contra las luces, y luego acribillaron a miembros de un grupo de narcotraficantes. Murieron seis personas. El ataque fue atribuido a El Chapo, que quiso enviar un mensaje a una banda rival liderada por los hermanos Javier y Ramón Arellano. Y así lo confirman los fiscales en un documento de 90 páginas, del que ha informado el diario The New York Times, y que detalla las andanzas criminales de El Chapo en su ascenso hasta convertirse en el narco más buscado.
Una década después, en 2001, El Chapo estaba en guerra con dos carteles rivales, el del Golfo y los Zetas. El capo ordenó a sus pistoleros que capturaran y torturaran a cualquier miembro de esas organizaciones al que pudieran localizar. Al menos en una ocasión, el propio Guzmán disparó a quemarropa a uno de ellos.
En 2006, tras almorzar tranquilamente, ordenó apalear a dos miembros de los Zetas, y luego les disparó en la cabeza con un rifle o un arma similar. Después “ordenó a sus trabajadores que cavaran un hoyo en la tierra, lanzaran sus cuerpos al agujero, y les prendieran fuego”, detalla el documento citado por el diario.
La Fiscalía dice contar con libros de contabilidad sobre las operaciones de narcotráficos, fotos de satélite, miles de llamadas y correos electrónicos interceptados, y más de 300.000 páginas de documentos para incriminar a El Chapo. Pero también hay detalles que quiere mantener al margen del jurado.
Así, ha solicitado al juez, Brian Cogan, que excluya cualquier mención a la entrevista que el actor Sean Penn le hizo a El Chapo en 2015 para la revista Rolling Stone. Tampoco quiere que se hable de la labores caritativas del narcotraficante, ni de su intención de presentarse desde la cárcel a las elecciones al Senado mexicano, según añade el diario.