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CIUDAD DE MÉXICO.
Emilio Gamboa Patrón, actual líder de los senadores del PRI, anuncia que se alejará de la actividad pública al terminar agosto, aunque no se retirará de la política ni del PRI.
Declarado priista por convicción, en entrevista con Excélsior el legislador reconoce que su partido está “muy repudiado por la gente”.
Los culpables, asegura sin entrar en detalles, son algunos militantes que fueron “ejemplos muy malos en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto”.
Gamboa Patrón es uno de los hombres más cercanos al Presidente, a quien le reconoce el respeto que siempre le mostró al jamás haberle impuesto una decisión.
Reconocido por propios y extraños por sacar este sexenio las reformas en el Senado, a pesar de que su partido no tenía la mayoría requerida, comparte la clave de su éxito: tensarse, pero no enojarse, y entender que en la democracia se gana y se pierde.
Rechaza que el PRI haya sido un partido político mezquino en los 12 años de gobierno federal encabezado por el PAN.
“Nunca regateamos nada, siempre apostamos porque al país le fuera bien”, asegura.
Gamboa admite rechazo al PRI
Luego de cuatro décadas en el servicio público, casi al término de una exitosa y fructífera gestión, como describe su tarea en el Senado, el legislador afirma que nunca se irá del partido.
Priista por convicción y como forma de vida, Emilio Gamboa Patrón se alejará de la actividad pública al terminar agosto, pero no se retirará de la política ni tampoco se irá del PRI, porque es el partido político con la mejor estructura, que hoy está “muy repudiado por la gente”, por culpa de militantes que fueron “ejemplos muy malos en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto”, pero que no representan a todos.
Pasaron ya 50 años desde que ganó sus primeros 70 pesos al vender en 320 pesos una acuarela de Edgardo Coghlan a la Galería Rosano, que su tío Carlos Patrón le dio para ayudarlo en su recién arribo a la Ciudad de México, luego de que su tío Rodolfo Patrón, fundador de Resistol, se excusara por no contratarlo. Hoy Emilio Gamboa dice con seguridad que en este medio siglo de vida laboral ha vivido de su sueldo y vive tranquilo, porque no tiene socios.
Líder de los senadores del PRI, Emilio Gamboa es hoy uno de los hombres más cercanos al Presidente, a quien le reconoce el respeto que siempre le mostró, porque jamás le impuso una decisión y las reflexiones de esos diálogos en Los Pinos están en una serie de libretas que ya tienen título, pero no forma de libro; “Reflexiones con el presidente Enrique Peña Nieto, del senador Emilio Gamboa”.
Reconocido por propios y extraños por sacar las reformas en el Senado aun sin la mayoría requerida, Gamboa comparte con Excélsior la clave de su éxito: nunca enojarse; tensarse, pero no enojarse, y entender que en la democracia se gana y se pierde.
Habla con afecto de sus pares en el Senado, pero acepta que el panista Ernesto Cordero y el hoy morenista Luis Miguel Barbosa le metieron el pie varias ocasiones, y que a veces la negociación fue tensa, porque el PAN “se puso necio”.
A pregunta expresa, rechaza que el PRI haya sido un partido mezquino en los 12 años de gobierno federal panista.
“Créeme que nunca fuimos mezquinos. Tuve el privilegio de tener una gran relación con el titular de Gobernación (Santiago Creel); trabajé mucho con él”.
El PRI, que trabajó con el primer gobierno panista, de Fox, tomó la decisión de “acompañar en las reformas que nosotros creíamos que eran buenas para el país y nunca regateamos nada, siempre apostamos por que al país le fuera bien”.
Salir del cascarón
Parte de una familia con tres hermanas mayores, Angelina, Josefina y María Elena, y tres menores, Jorge, José y Mario, Emilio Gamboa vivió una infancia y adolescencia llena de música en Yucatán.
Su madre, Josefina Patrón, Finita, como la conocieron sus amigos, fue una mujer de vanguardia y forma parte de los compositores de la trova yucateca; De cualquier modo es una de las canciones que Lola Beltrán le hizo popular.
Don Emilio Gamboa Martínez, su padre, contador público, se dedicó a comprar casas viejas, remodelarlas y venderlas. Cuando Emilio, el mayor de sus hijos varones, cumplió 18 años, lo mandó a la Ciudad de México. “Ten cuidado, porque en la capital hay robachicos”, le decía su madre, quien le recomendó buscar a sus tíos.
Luego de que su tío Rodolfo le explicara que no podía darle trabajo, su tío Carlos, coleccionista de antigüedades y arte, le dio una acuarela de Coghlan para que la vendiera en 300 pesos. Él la colocó en 320 pesos y su tío Carlos le dio 50 pesos más. Emilio Gamboa estima que vendió alrededor de 500 cuadros antes de que su tío lo recomendara con el arquitecto Guillermo Carrillo Arena, jefe de Proyectos y subdirector de Planeación y Construcción del IMSS.
Su primer trabajo en el servicio público, a los 19 años, fue como recortero, porque buscaba en los periódicos todas las menciones a su jefe, las recortaba y entregaba una carpeta al arquitecto.
Cuando Carrillo Arenas se fue al Infonavit como subdirector de Construcciones se llevó a Gamboa como secretario particular; ahí conoció por teléfono a Miguel de la Madrid cuando era subsecretario de Hacienda. La eficiencia mostrada por Gamboa en la petición hecha por el subsecretario fue la puerta que se abrió para acercarse a quien en 1982 se convirtió en Presidente de México.
Muy cerca de las crisis
Secretario particular del Presidente, Emilio Gamboa fue testigo cercano de las crisis económicas que tuvo México, como efecto de los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo.
Recuerda el pacto económico firmado por Fidel Velázquez, líder de los obreros, y Claudio X. González, líder de los empresarios, con el testimonio del secretario del Trabajo, Arsenio Farell, para decidir, cada 15 días, el aumento salarial a los obreros y empleados del país.
“Teníamos devaluaciones de 104% o 120%; teníamos una inflación de más de 100%. Hoy este país ha cambiado. La inflación va a ser, en los seis años del presidente Peña, la más baja en la historia de este país”, asegura y considera que México está mucho más preparado económicamente de lo que estuvo hace 36 años.
“En 1982 empezamos el año con un anuncio del presidente López Portillo, que dijo: ‘Vamos a prepararnos para administrar la abundancia’, el petróleo pasaba de 16 dólares el barril, a 32, con una plataforma aproximada de tres millones de barriles diarios. Devaluamos en el 82, antes de que tomara posesión Miguel de la Madrid, y se expropió la banca el 1 de septiembre del 82. Eso cambió todo lo que había ofrecido De la Madrid en campaña, para hacer y estrechar la unidad, para hacer de los empresarios promotores de nuevos empleos y nos cambió nuestra misión; sin embargo, vivíamos de 70% del petróleo, y a Miguel de la Madrid, en el 85, se le bajó a 5.50 el petróleo.
“Tuvimos que apretarnos el cinturón de verdad, recortábamos cada semana que un director general, que tres directores más, desaparecíamos subsecretarías completas para ajustar el cinturón que Miguel de la Madrid lo hizo con gran esfuerzo”, recuerda.
El México de hoy, dice, es totalmente diferente al de esos años, cuando el país se abrió por primera vez al comercio internacional, con el GATT, que después Carlos Salinas aumentó con la inclusión del país a diversos organismos multinacionales de comercio y con la firma del TLCAN.
Considera que hoy “México tiene que hacer un gran esfuerzo en 2018 para elevar la distribución de la riqueza y combatir mucho más fuerte la pobreza”.
Los políticos no se retiran
Emilio Gamboa está a punto de concluir su función como senador y, por ende, como coordinador de los senadores priistas. No seguirá en el Poder Legislativo, porque los candados internos se lo impidieron, pero eso no implica que se irá a la banca o que dejará su partido.
“No me voy nunca del PRI por eso; al contrario, seré un luchador social, porque quiero que este país salga adelante (…) Los políticos no nos retiramos. Seguiré. Si puedo dar clases, lo haré; si puedo ayudar a darle una opinión favorable a cualquier gente que esté creciendo en la política, lo haré. Si se requiere una opinión sobre una decisión de Estado, y me la piden, lo haré”, adelanta Gamboa.
Se dice orgulloso del trabajo hecho en estos seis años en el Senado, porque fue parte de un momento histórico en que se desarrolló un Senado altamente productivo, abierto a las organizaciones sociales y en el tercer lugar nacional de mayor transparencia y rendición de cuentas.
—He leído a algunos opinadores que sería interesante conocer el patrimonio de Emilio Gamboa, luego de tantos años de trayectoria política. ¿Qué tan difícil es tomar la decisión de hacer público esto?
—Tengo más de 45 años o 40 años, cuando entró Miguel de la Madrid, y he presentado lo que la ley me exige. Mi declaración patrimonial está en la Función Pública y no hay ninguna incongruencia en ella, y tengo también mi declaración fiscal, que me obliga la ley, lo he hecho durante 40 años.
“He vivido de mi sueldo. Me han acusado de que he sido dueño de todo, de empresas de telecomunicaciones, del Word Trade Center, de Telmex. ¡Ojalá tuviera el 0.1% de cualquiera de ésas!, y ahora que voy a dejar el Senado viviría muy tranquilo.
“Vivo muy tranquilo, porque no tengo un socio. Ninguno. Creo en la política como la actividad para servir a los demás y no servirse a sí mismo. En eso creo y en eso estoy, va a terminar mi carrera política cuando se termine”.
—Qué pasa por la mente de Emilio Gamboa cuando le toman la tribuna; cuando se salen del pleno para romper el quórum; cuando le echan abajo los acuerdos. ¿Se enoja?
—¡Noo! Entiendo que la democracia es así.
—Pero en ese momento ¿qué pasa con usted?
—Uno se tensa. Uno medio se inquieta, pero también algo muy importante: respeto a los demás y, si tienen mayoría, ellos ganan. He aprendido que con un voto se gana o se pierde.
Desde diciembre de 2012, Emilio Gamboa ha visto al menos nueve episodios de tensión en el Senado, donde se toma la tribuna, se rompe el quórum e incluso el presidente en turno no registra su voto para evitar una reforma, como ocurrió con el cambio a la administración pública en 2012; las reformas en Telecomunicaciones, Educación, Energética, Electoral, fiscalías, Fepade, anticorrupción y transparencia.
A pesar de las tensiones, al final las reformas salieron.
“Hubo momentos de gritos, de jaloneos, de empujones, una toma de tribuna muy simulada, pero hubo mucho respeto entre nosotros mismos y eso es lo que más gusto me da.
“Me voy muy tranquilo, con la conciencia de estrechar y acentuar mi amistad con Manuel Bartlett, con Carlos Puente, con Barbosa, con Dolores Padierna, con Luis Sánchez; con Ernesto Cordero, con Jorge Luis Preciado y con Fernando Herrera.
“Tengo amistad. Los respeto. Hice mi mejor esfuerzo para darle gobernabilidad al Senado y estamos terminando una exitosa y fructífera gestión”.