El difícil camino de ser una mujer transexual

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Ciudad Juárez, Chih.

A los cuatro años, Saúl se dio cuenta de que vivía en el cuerpo equivocado. Quería ser como su mamá y un día frente a su tocador empezó a maquillarse. La reacción fue desoladora.

Era la primera vez que le expresaba a mi mamá mi deseo. Tenía siete años y fue la manera de mostrar mi identidad de género: maquillándome. Ella lo tomó de manera bastante violenta. Me limpió la cara con mucha fuerza y me dijo que eso no se hacía, porque yo era un niño.

Y así vivió durante más de 20 años, hasta que decidió cambiar y luchar por una cirugía de reasignación de sexo que finalmente logró practicarse en Tailandia. Ahora se llama Morgana Love y en su libro En el cuerpo correcto (Grijalbo, con prólogo de Fernanda Tapia) narra el difícil camino de una mujer transexual.

“Mi entorno era muy cerrado, pero desde niño, en mi cerebro, yo no lo veía de la misma manera que mi madre. Yo quería ser como ella. Estaba segura de que cuando creciera iba a ser como mi mamá, como las actrices de la tele –como Thalía o Paulina Rubio– y cantaría. Todo el tiempo quise ser cantante.

En su texto relata cómo se acostumbró a callar, disimular y complacer a los demás: Tuve que bucear en aguas profundas, meterme a sacar todos mis recuerdos, los más dolorosos, los más extraños, los que me daban más vergüenza y hubiera querido olvidar.

De contratenor a soprano

Sus padres querían que estudiara una carrera, así que Saúl egresó del Conservatorio Nacional de Música. Era contratenor, aunque ahora es soprano. Las cosas cambiaron después de una larga depresión.

–¿Cuándo se liberó del cuerpo equivocado?

–Uffff, yo no hablé del tema durante 20 años. Después de los siete años y los regaños de mi mamá, no volví a hablar del tema hasta los 28 años, cuando caí en una depresión fuerte. No me levantaba ni para ir a trabajar. Ahí me di cuenta de que tenía que luchar por vivir una vida plena, feliz y completa. Así empecé mi transición.

–¿Cómo?

–Empecé con el terapeuta y un sicólogo, después con los endrocrinólogos. Cuando tenía 32 años me fui a Tailandia y allá me operé.

–¿Por qué en Tailandia?

–Porque las cirugías en ese país son las que tienen mejores resultados a escala mundial en cuanto a estética. Tailandia es como la capital de este tipo de intervenciones. Fui un mes, nada más. No tenía dinero para la operación y me tuve que inscribir en un concurso de belleza como Miss Universo para mujeres trans. El premio era de 10 mil dólares, lo que costaba la cirugía.

–¿Y ganó?

–No, no gané. Un documentalista argentino, Flavio Florencio, estaba filmando mi historia Made en Bangkok y él le dijo al doctor que fue a verme cantar en el concurso y se enamoró de mi voz. Le encantaba la ópera y el doctor me regaló la cirugía. Fue mi ángel de la guarda.

–¿Y cuáles han sido las consecuencias de la operación?

–Fueron muy fuertes. Ahora tengo paz mental, espiritual y física. Hoy me puedo enfocar correctamente en la música y en la actuación, que son mi vida.

Nueva vida

Han pasado cinco años desde su intervención quirúrgica y confiesa que han sido los más felices de su vida. Aclara que se operó en Tailandia para ser mujer, no para ser mejor cantante.

–¿Por qué no se operó en México?

–Por los tabúes que tenemos, los prejuicios alrededor del tema y la desinformación que hay sobre la transexualidad. En Tailandia no hay ese tabú. La religión es el budismo, que dice que debemos hacer felices a los demás; los tailandeses lo tienen como norma de vida. Soy la más feliz y en México no tenemos esa educación del respeto y de ayudar. Lo que el prójimo necesita para ser feliz es lo que yo tengo que dar.

–¿Qué le diría a quienes aún tienen duda de operarse?

–Si tienen duda, no lo hagan. Mi meta en la vida, mi sueño desde los cuatro años era tener mi cirugía. Nunca tuve dudas. Hay mucha gente transgénero, hombres y mujeres, que no necesitan la cirugía sexual. Los transexuales como yo sí la necesitamos. En mi caso yo no me sentía atrapada, sólo tenía incomodidad y tristeza contra mis genitales. Yo sabía que era una niña y que mis genitales masculinos no iban ahí.

–¿Y después de su operación su sexualidad mejoró?

–El cerebro es el órgano sexual más fuerte que tenemos. Mi cerebro ve mis genitales ya femeninos y disfruto como nunca disfruté antes.

–¿Y la vagina ha sido un descubrimiento?

–Es hermosa; yo no sé como hay tantas mujeres que la encuentran desagradable. Ni se la ven ni se la tocan. Hay muchas mujeres que desconocen sus órganos genitales. Tengo amigas que no sabían ni dónde estaba el clítoris. De ese tamaño es el desconocimiento de los órganos femeninos.

–¿Y usted sí sabe?

–Sí, el clítoris es el centro de mi fuerza. No sólo en cuanto a la cuestión sexual. Es mi renacimiento.

Morgana se ha convertido en embajadora de la Organización de las Naciones Unidas de la campaña Libres e Iguales. Ha diversificado su vida de cantante e incursionado en otros géneros entre la lírica y el pop, además de la ópera. Su voz prodigiosa le ha servido para mostrar la realidad de los transexuales.

Una realidad también dolorosa en el país, donde los crímenes de odio le han arrebatado a varias amigas y compañeras de lucha. México ocupa el segundo lugar en incidencia de estos asesinatos, que suman 2 mil 609 crímenes de enero de 2008 al 30 de septiembre de 2017.

Considera que las cirugías de reasignación de sexo deberían ser más fáciles aquí y solventadas por el Estado: La Ciudad de México está muy abierta, pero la clínica Condesa no se da abasto, necesita más presupuesto. Decirle al Estado que se abra hacia todo el país. En los estados el tema está muy atrasado. Los mexicanos tenemos muchos tabúes, sobre todo en torno a la sexualidad. En México no se habla abiertamente de sexualidad, es urgente que haya políticas públicas para meter en las escuelas los temas de diversidad sexual. No es algo que puedan tapar con el dedo.

Es feliz porque acaba de participar en el video Ser paloma, de Lila Downs y Carla Morrison, y porque acaba de presentarse en San Miguel de Allende con el espectáculo Amigos para siempre, con Enrique de Allende. La vida le sonríe y ella sonríe de manera coqueta y añade: Cada vez hay más personas que decidimos hablar y visibilizarnos. No nos vamos a quedar callados. Sería mejor tener una sociedad que no esté frustrada en cuanto a su sexualidad. Una sociedad frustrada es una sociedad violenta.

–¿Ahora con su operación se siente más mujer que antes?

–No, me siento más feliz que antes. Siempre fui mujer.

                                                         
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