“Chupeta” expone nexos de Guzmán Loera con el narcotráfico colombiano

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NUEVA YORK (apro).- El jurado que determinará el futuro jurídico de Joaquín Guzmán Loera escuchó de primera mano, en voz de Juan Carlos Ramírez Abadía, Chupeta, los nexos de El Chapo con el narcotráfico colombiano en el trasiego de cocaína desde México hasta Estados Unidos.

A la novena audiencia del juicio contra Guzmán, que se celebra en la Corte Federal del Distrito Este, en el barrio de Brooklyn, Nueva York, el gobierno de Estados Unidos presentó como testigo al colombiano ‘Chupeta’, quien de inmediato, al iniciar su declaración, incriminó a su exsocio mexicano.

“Lo conocí aproximadamente a principios de los años noventa (del siglo pasado), nos reunimos en el lobby de un hotel en la Ciudad de México”, soltó el líder de la agrupación criminal colombiana Cártel del Norte del Valle, detenido en 2007 en Sao Paulo, Brasil.

Ramírez Abadía es el primer jefe de un cártel transnacional del tráfico de drogas que el Departamento de Justicia de Estados Unidos presenta en la Corte de Nueva York para sustentar los 11 delitos federales que le imputa a El Chapo.

La entrada de Chupeta a la sala de la Corte federal a cargo del juez Brian Cogan provocó conmoción entre los presentes, incluido Guzmán Loera, no sólo por tratarse de un capo de gran calaña, sino por su aspecto físico.

Y aproximadamente 10 minutos antes de que la fiscalía llamara al testigo, sin que se conociera su identidad, el juez Cogan advirtió a los integrantes del jurado que era posible que la sesión de la tarde su suspendiera en varias ocasiones, debido a que el declarante tiene problemas de salud.

Flanqueado por cuatro alguaciles federales, Chupeta fue llevado a la palestra destinada para los testigos. El narcotraficante colombiano de 55 años tiene el rostro deforme, irreconocible si se le compara con las fotografías que mostraron al jurado en la Corte, una de ellas tomada en 1998 y la otra cuando fue capturado en Brasil.

“Me hice cambios en la cara, alteré mi mandíbula, pómulos, ojos, boca, orejas, nariz… en Brasil me hicieron tres o cuatro cirugías (plásticas)”, confesó el exlíder del Cártel del Norte del Valle.

Del nuevo rostro de Chupeta, por los estiramientos de piel, destacan las mandíbulas y pómulos muy pronunciados, ojos muy abiertos y una boca pequeña. El Chapo Guzmán, quien llevaba varios años de no ver a su exsocio, no pudo evitar una mueca de sorpresa al verlo en la Corte, a unos 15 metros de distancia de él.

Durante los cuestionamientos al testigo del gobierno de Estados Unidos, en muy pocas ocasiones Guzmán Loera le quitó la vista de encima.

Guiado por las preguntas de Andrea Goldberg, jefe del equipo de fiscales del Departamento de Justicia, con lujo de detalles Juan Carlos Ramírez Abadía dio conocer ante el jurado el primer negocio para exportar cocaína colombiana de México a Estados Unidos, en colaboración con la fracción del Cártel de Sinaloa comandada por El Chapo.

En la Corte en Brooklyn, Chupeta declaró que se enteró de Guzmán a través de Ismael El Mayo Zambada García, cuando se reunió con este otro jefe del Cártel de Sinaloa a finales de 1989 en Tijuana, Baja California.

–¿Con quiénes, además del señor Guzmán Loera, se reunió en esa ocasión en el hotel de la Ciudad de México? –preguntó la astuta fiscal al testigo.

–Con su hermano, Arturo El Pollo Guzmán Loera; El Gordo (Miguel Ángel Martínez Martínez, Tololoche); Sergio Ramírez, Pechuga, y una mujer colombiana de nombre Cristina –respondió Chupeta.

Goldberg pidió al testigo que explicara al jurado qué le dijo El Chapo sobre el papel que jugaban en su organización criminal las personas con quienes llegó al hotel.

“Me dijo: este es mi carnal, Arturo, y El Gordo, mi primer hombre a bordo”, narró Ramírez Abadía, anotando que Pechuga era su lugarteniente y encargado de logística y coordinación en México para la importación de cocaína enviada por aviones, mientras que Cristina fue la encargada de presentarle al capo mexicano.

Chupeta, extraditado por Brasil a Estados Unidos en 2007 –ya enjuiciado y a la espera de ser sentenciado con la esperanza de que no lo envíen de por vida a la cárcel, tomando en cuenta su “cooperación” con el Departamento de Justicia para incriminar a narcotraficantes como Guzmán Loera–, abundó en los asuntos de los que habló por primera vez cuando conoció a su contraparte sinaloense.

Ante el jurado afirmó que hablaron de las cantidades de cocaína que le enviaría a ‘El Chapo’, así como de pistas clandestinas de aterrizaje para aviones en Durango, Nayarit, Sinaloa y Sonora; de los pilotos de las aeronaves y las posibles llegadas de los cargamentos, y de la posterior exportación de la droga a Los Angeles, California.

En ese encuentro en la Ciudad de México, dijo, El Chapo le exigió que le enviara cocaína pura 100% optima. Ajustaron precios y quedaron que el pago del narco colombiano al mexicano sería en especie.

“Que iba a cobrar un porcentaje de mi cocaína… el 40% del total de la cantidad que transportara a Estados Unidos”, confesó el exjefe del Cártel del Norte del Valle, y explicó a la fiscal que en ese momento Guzmán Loera le estaba exigiendo un porcentaje más elevado respecto de los otros narcotraficantes del Cártel de Sinaloa, a quienes del 100% de la cocaína que metían a Estados Unidos, les entregaba el 37%.

“Me dijo: ‘soy mucho más rápido para meterla, pruébame y te vas a dar cuenta’”, contó Chupeta, parafraseando a su excómplice.

El colombiano se quedó dos meses en México y volvió a reunirse en tres o cuatro ocasiones con El Chapo, El Pollo, El Gordo y Pechuga. Cristina la colombiana ya no fue necesaria.

–¿Le envió la cocaína después de que concluyera su viaja a México? –cuestionó Goldberg.

–Sí, cinco aviones con aproximadamente 4 mil kilos de cocaína llegaron a una pista que estaba cerca de Los Mochis, Sinaloa.

Y enfatizó a la fiscal que la carga con la droga llegó a México como entre las 2 y 3 de la madrugada, que sus pilotos le dieron cuenta del éxito del viaje, que los trataron bien y que la descarga fue realizada por pistoleros y elementos de la Policía Federal, quienes subieron la droga en camionetas Suburban y luego se la llevaron.

–¿En cuánto tiempo le entregaron la droga en Los Ángeles? –machacó la representante del gobierno de Estados Unidos.

–Fue súper rápido, en menos de una semana –respondió el testigo.

Ese fue el primer negocio de El Chapo Guzmán con el capo colombiano, cuya asociación perduró hasta 2007.

Y esta es la primera vez que Chupeta, quien asistió a la novena audiencia del juicio que se sigue a Guzmán Loera, testifica en contra de otro delincuente como parte del acuerdo de cooperación que firmó con el Departamento de Justicia.

Si los servicios que ofrece para incriminar a delincuentes de la talla de Guzmán Loera son satisfactorios para el gobierno estadunidense, podría ser sentenciado a unos 25 años de prisión.

El exlíder del Cártel del Norte del Valle admitió haber traficado en 20 años de carrera delincuencial alrededor de 400 toneladas de cocaína, ordenado la ejecución de aproximadamente 145 personas y haber asesinado a una persona con disparos a la cabeza y el rostro.

                                                         
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