Adiós a un genio de voz crítica, Amos Oz

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JERUSALÉN.

La muerte a los 79 años del escritor y activista por la paz Amos Oz, ocurrida ayer a causa de un cáncer, provocó una cascada de reacciones y de homenajes desde todo el espectro político israelí.

Fue una de sus hijas, la historiadora Fania Oz-Salzberger, la que anunció el deceso de su padre en Twitter debido a un rápido deterioro de la enfermedad. “Murió durmiendo y en paz, rodeado por sus seres queridos”, afirmó.

Príncipe de Asturias de las Letras en 2007 por “la defensa de la paz entre los pueblos” que hizo en su obra y por “la denuncia de todas las expresiones del fanatismo”, su doble faceta de escritor y de voz crítica del gobierno israelí, fue destacada en mensajes que en Twitter hicieron de su fallecimiento un trending topic mundial.

Una historia de amor y luz, y ahora de gran oscuridad”, dijo el presidente de Israel, Reuven Rivlin, según recogió la radio nacional Kan, refiriéndose a la obra autobiográfica de Oz, Una historia de amor y oscuridad (2002), su obra más leída y convertida en película por la directora y actriz israeloestadunidense Natalie Portman.

La tristeza se apoderó de nosotros”, agregó el mandatario, quien llamó a Amos Oz “nuestro mayor escritor” y “gigante del espíritu”.

Oz, uno de las primeros en abogar por la solución de los dos Estados, uno palestino y otro israelí, fue uno de los cofundadores de la organización pacifista Shalom Ajshav (Paz Ahora), y se pronunció en multitud de ocasiones contra las operaciones miliares israelíes en Líbano y Gaza, urgiendo al diálogo y a la contención.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, se refirió ayer al escritor como uno de los grandes autores israelíes y añadió que, aunque sus opiniones políticas diferían en diversos temas, valoraba mucho la contribución de Oz al idioma hebreo y a la literatura, según recogió el diario Haaretz.

Su último libro, Queridos fanáticos, contiene ensayos sobre el aumento del extremismo en Israel y en el mundo.

Una figura esencial de la literatura y el activismo israelí, que fue destacada por Isaac Herzog, jefe de la ONG Agencia Judía —que conecta a los judíos del mundo— que señaló que Oz “será recordado como un gigante”. Su obra, agregó, ha influido a generaciones de israelíes, judíos y lectores en general y “su fortaleza moral y lucha por la justicia y la paz serán su herencia eterna”.

La ministra de Cultura, Miri Reguev, a menudo crítica con las posturas políticas de Oz, dijo de su obra que “resuena en el mundo e inspiró nuestros corazones”. Ayman Odeh, líder de la Lista Árabe Unida, lo valoró como un hombre que buscaba la igualdad.

Me reuní con Amos Oz varias veces e incluso discutimos (¡bastante!), pero era un partidario de la igualdad, de acabar con la ocupación y por la paz. No tenía miedo de decir lo que pensaba y tenía un talento excepcional”, agregó.

La ONG israelí B’Tselem, activa contra la ocupación, emitió un comunicado de condolencia lamentando el fallecimiento y agradeciendo su apoyo de años a la organización.

Además de dejar un imponente legado literario, Oz fue un faro en la lucha contra la ocupación, combatiendo con valentía y decisión por un futuro de derechos humanos, justicia e igualdad para todos los que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo”.

La última novela de Oz, Judas (2016), fue nominada al prestigioso premio Man Booker. Es una historia de detectives sobre Jesús y Judas, paisajes de Jerusalén y las interminables preguntas sobre el Estado de Israel.

Descendiente de emigrantes polacos y rusos, Oz nació en Jerusalén en 1939 y a los 14 años, tras el suicidio de su madre, se fue a vivir al kibutz Hulda, en el centro del país. Estudió filosofía y literatura en la Universidad Hebrea de Jerusalén y comenzó a publicar sus escritos a los 22 años, en 1961. Un año antes se casó con Nili Zuckerman, con la que tuvo tres hijos, Fania, Daniel y Galia.

PAZ AHORA

La muerte de Oz deja un gran hueco en la literatura, pero también en el compromiso pacifista de escritores como David Grossman, Abraham B. Yehoshúa o Etgar Keret, quienes han criticado abiertamente a su país, Israel, pero permaneciendo fieles a sus raíces.

El compromiso de estos autores ha sido siempre abierto y claro en contra de la violencia y a favor de una solución negociada al interminable conflicto entre israelíes y palestinos.

Todos ellos han vivido de cerca esta lucha intestina —Grossman perdió a su hijo Uri, de 20 años, durante la Guerra del Líbano—, han sufrido críticas y amenazas de muerte por mantener, desde sus postulados de izquierda, un enfrentamiento abierto con las autoridades israelíes, y lo han hecho sin abandonar su país.

Oz era cofundador del movimiento Paz Ahora, creado en 1978 por un grupo de 348 soldados israelíes que escribieron una carta al primer ministro Menahem Begin, pidiendo que no perdiera la oportunidad de firmar la paz con Egipto, lo que se logró en 1979.

Pero Paz Ahora se dio cuenta rápidamente de que la única solución total al conflicto era la creación de dos estados, Israel y Palestina, principal reclamo de este movimiento y del grupo de intelectuales israelíes encabezados por Oz.

Uno de los momentos clave de este activismo fue cuando en agosto de 2006 instaron al gobierno israelí, encabezado por Ehud Olmert, a que aceptara un cese al fuego en la guerra del Líbano. Sólo dos días después de ese llamamiento, Uri, el hijo de Grossman, murió en una operación militar.

Lejos de cejar en su compromiso, estos intelectuales continuaron con sus críticas y un año después pidieron de nuevo a Olmert que negociara un alto al fuego con el grupo extremista palestino Hamás. En el documento tachaban de intolerables los continuos ataques con cohetes artesanales lanzados desde Gaza contra Israel por milicianos palestinos, pero recordaban que el Estado judío “ha negociado en el pasado con sus peores enemigos”.

                                                         
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