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Esta historia tiene una madre y dos hermanos de 14 y 12 años. También una secta de judíos ultraortodoxos que ideó un complejo plan para secuestrarlos. Y un operativo que involucró a agentes del FBI, la policía federal mexicana y personal diplomático para un rescate que se concretó en una pequeña comunidad casi tres semanas más tarde y después de una huida de 4.000 kilómetros. Esta es la trama del último escándalo de la secta Lev Tahor, fundada en Israel, desterrada de Estados Unidos, fugada de Canadá y asentada recientemente en México y Guatemala. El peregrinaje del culto, que no supera los 500 miembros activos, ha dejado a lo largo de 40 años un rastro de acusaciones por matrimonios forzados, tratos humillantes y abuso infantil. La cúpula del clan enfrenta ahora una pena que puede alcanzar la cadena perpetua ante la justicia de Estados Unidos.
Todo comenzó como una gran conspiración. Sara —hija de Shlomo Helbrans, el difunto fundador de la secta y hermana del nuevo líder, Nachman Helbrans— no pudo más y se fue con sus seis hijos en un viaje sin retorno de Guatemala hasta Nueva York. Se estableció en Woodridge, una localidad de 12.000 personas que está unos 140 kilómetros al norte de Manhattan. Seis semanas más tarde, su hija Yante y su hijo Chaim desaparecieron. Los hermanos salieron de casa en la madrugada del 8 de diciembre, caminaron unos metros y se subieron a un coche.
Ropa secular, coches de alquiler, pasajes de avión, móviles de prepago, pasaportes para pasar los controles de migración. Como parte del plan, deshilvanado por la fiscalía de Nueva York, el rabino Helbrans sustituyó la clásica vestimenta de los judíos jasídicos que llevaban los niños. Siempre según el informe de los fiscales, el líder del culto cambió la kipá de Chaim por una gorra de Superman y su abrigo negro por una sudadera gris, de acuerdo con las cámaras de seguridad del aeropuerto de Scranton en Pensilvania. Dos días más tarde, agentes del FBI ya habían identificado al niño en un hotel de Ciudad de México.
Desde Estados Unidos, Aron Rosner, otro de los conspiradores, se encargaba de organizar todos los gastos: las comidas, los billetes de autobús, los vuelos, las reservas de hotel. Rosner, hermano de la cabeza administrativa de Lev Tahor, Mayer Rosner, dispuso de al menos 3.550 dólares entre el 7 y el 20 de diciembre para toda la operación. Tres días más tarde fue detenido a bordo de un vehículo alquilado para facilitar el secuestro. Mayer Rosner está acusado de planear el rapto. Su hijo Jacob , se encargó de comprar la ropa «gentil». Dentro de la comunidad, Jacob, de 20 años, es el esposo de la pequeña Yante, de tan solo 14.
En la ficha que se emitió para localizar a los niños se describe a Chaim con ojos y cabello café, 1,22 metros de estatura y 34 kilos de peso. Yante aparece en la foto con la típica túnica que llevan las mujeres de Lev Tahor, que las cubre de pies a cabeza y solo deja descubierta una pequeña parte de la cara, a menudo comparada con el niqab o la burka de las musulmanas más conservadoras. Era descrita con pelo café, ojos verdes, 1,37 metros de estatura y 66 kilos de peso.
Los hermanos fueron rescatados el 28 de diciembre en un hotel de Tenango del Aire, 40 kilómetros al sur de la capital mexicana. Los niños recibieron atención psicológica y fueron devueltos a su madre días más tarde, según un comunicado publicado el pasado 3 de enero por la Procuraduría (fiscalía) General de la República. Nachman Helbrans, Mayer Rosner y Jacob Rosner fueron deportados de México y arrestados apenas pusieron pie en Estados Unidos. Los cuatro acusados aún esperan ser llevados a juicio.
El plan de un suicidio colectivo
El despliegue binacional para la captura y rescate de las víctimas se originó cuando la madre aseguró que la cúpula de la secta había contemplado un suicidio colectivo ante nuevos potenciales conflictos legales, de acuerdo con la prensa de ambos países. «¡[Nachman Helbrans] está hablando sobre preparar un suicidio si los sionistas entran, los padres matarán a todos los niños!», dijo la hija del fundador en declaraciones citadas por la revista Mispacha, que ha cubierto el caso de Lev Tahor durante años.
Desde que fue fundada en la década de los ochenta, la secta ha acusado «una persecución de Israel». La posición antisionista del grupo, similar a la de otros grupos de judíos ortodoxos, se ampara principalmente en el discurso de que el Estado judío debe ser restaurado por la mano de Dios y no por la del hombre. Tras las fricciones en Israel, el grupo abandonó oriente próximo y se mudó a Nueva York a principios de los noventa. El fundador de la secta cumplió en 1994 una condena de dos años de prisión por el secuestro de un joven israelí de 13 años.
El patriarca de los Helbrans fue deportado a Israel en 1996 y recibió en 2003 asilo político en Canadá para establecerse en la comunidad de Sainte Agathe, una localidad montañosa de Quebec. Lev Tahor, que se traduce del hebreo como corazón puro, tuvo que abandonar la provincia francófona después de que se acusara al grupo de maltrato infantil: físico, emocional y sexual. Los miembros de la secta se mudaron a la provincia de Ontario e intentaron abandonar Canadá entre finales 2013 e inicios de 2014, en pleno proceso legal en su contra.
Para entonces, el culto ya había atraído los reflectores de la prensa occidental por sus normas estrictas, como la observancia extremista de códigos de vestimenta, control totalitario de la vida de sus miembros y reglas que exigen el consumo de alimentos solo producidos por su comunidad. Eran considerados demasiado ortodoxos entre la misma ortodoxia judía. Pero la curiosidad teológica se convirtió en preocupación cuando salieron testimonios de antiguos miembros sobre golpes, separación de padres e hijos, «desconexión» de amigos y familiares «herejes» o uso de medicamentos para tratar el trastorno límite de la personalidad como remedio contra la maldad y los demonios internos, según la prensa israelí. Las vidas de 50 familias giraban alrededor de Shlomo Helbrans, que era adorado como un «sabio» o un «santo», según los testimonios. Lev Tahor ha negado una y otra vez las acusaciones, y se dice presa de una persecución.
El grupo se asentó en 2014 en San Juan La Laguna, en el departamento guatemalteco de Sololá, de mayoría indígena. El consejo de ancianos de los locales echó a la secta tras pocos meses y Lev Tahor cambió las orillas del lago Atitlán por un edificio de oficinas en Ciudad de Guatemala. Los allanamientos, los juicios y las investigaciones se replicaron en el país centroamericano. El periplo del grupo siguió en otras zonas del territorio guatemalteco y supuestamente cruzó la frontera con México, a la región del Soconusco, en 2017. El rabino Helbrans fue hallado muerto a los 55 años tras un ritual en el río Shujubal, en el Estado mexicano de Chiapas, en julio de 2017. Tres meses antes, un tribunal israelí había declarado al grupo como un culto peligroso.
La secta —que ha levantado alarmas en Israel por su extremismo, que colmó la paciencia del sistema de acogida canadiense, que ha recibido decenas de portadas en Guatemala y que movilizó a los Gobiernos de México y Estados Unidos para resolver el secuestro de dos niños— tiene ahora su principal campamento en el departamento de Santa Rosa, al suroeste de Guatemala.