Estas organizaciones estiman que el papa Francisco «responde al mundo con una banalidad y una miseria intelectual que humilla a las víctimas y ofende a los católicos».
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El encuentro para abordar los abusos de menores por parte de religiosos que la Iglesia católica organizó entre los pasados 21 y 24 de febrero concluyó con un discurso del papa Francisco, quien insistió en la necesidad de llevar ante la Justicia «a cualquiera que haya cometido tales crímenes».
Sin embargo, muchas víctimas se indignaron por la falta de propuestas más concretas y el hecho de que las decisiones de tomar medidas queden en manos de las autoridades eclesiásticas locales.
La organización Ending Clergy Abuse (ECA, por sus siglas en inglés) —el mayor movimiento internacional que integra a víctimas de esos abusos— y Bishop Accountability, la organización que documenta casos de este tipo por parte del clero, exigieron al Vaticano que abra todos los archivos secretos relacionados con estos sucesos.
Por su parte, la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de la Argentina emitió un comunicado en que calificó ese evento como «un nuevo acto de simulación e hipocresía» de la Santa Sede, «un estado genocida» que estima que es «incumplidor serial» de convenciones internacionales sobre derechos humanos.
Las propuestas de esa organización argentina incluyen 11 medidas nacionales e internacionales que estiman que podrían fin a los abusos de los religiosos.
Al mismo tiempo, Rete L’Abuso, organización equivalente en Italia, afirmó que Jorge Mario Bergoglio «responde al mundo con una banalidad y una miseria intelectual que humilla a las víctimas y ofende a los católicos».
«Ni un solo sacerdote […] ha venido a apoyar a las víctimas en estos días, ni una sola medida concreta sale de esta cumbre», apunta Francesco Zanardi, presidente de esa asociación italiana.