La ciencia lo confirma: tu perro y tú se enamoran cuando se ven fijamente

Un estudio elaborado por tres universidades japonesas demostró que, cuando un perro y su dueño se ven fijamente por un tiempo considerable, se elevan los niveles de oxitocina, que es conocida como la ‘hormona del amor’.
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Lo consientes. Te duele regañarlo. Son inseparables. Se convierte en un miembro más de la familia. Tu perro genera contigo un lazo que, en ocasiones, es más fuerte que el que se crea con los propios humanos. Esa atracción se vuelve aún más fuerte cuando ambos se ven fijamente. La ciencia dice que es amor… o algo muy parecido.

Un estudio elaborado por tres instituciones educativas japonesas (Universidad Médica de Jichi, Universidad de Azuba y Universidad de Ciencias de la Salud de Tokio) demostró que, cuando un perro y su dueño se ven fijamente, por un tiempo considerable, se elevan los niveles de oxitocina en ambos, lo que genera un lazo fuerte en su relación.

¿Por qué pasa esto? Para entender más a fondo el estudio, es necesario saber cuál es la función de la oxitocina.

La oxitocina es una hormona segregada por el cerebro que es conocida como la ‘hormona del amor’, pues juega un papel fundamental en las relaciones interpersonales: tanto en parejas monógamas y su vínculo en relaciones sexuales, como en la unión entre una madre y su bebé.

El estudio afirma que, por ejemplo, “el cuidado maternal activa el sistema oxitocinérgico en los infantes, lo que mejora la unión entre ambos. Este lazo luego estimula la actividad oxitocinérgica en la madre”. Por tanto, se vuelve un ciclo positivo que desarrolla sentimientos de amor y necesidad de protección de uno hacia otro.

La relación de madre e hijo se fortalece más con una forma de interacción que ha estado por siglos entre los seres humanos: hacer contacto visual mutuo.

“En humanos, el contacto visual mutuo es la principal manifestación de unión social entre una madre y un infante”, indica el estudio publicado en la revista Science Magazine, que pertenece a la la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés).

Las universidades de Japón conjuntaron en su estudio tanto el contacto visual mutuo como la medición de los niveles de oxitocina en perros y dueños. Para ello realizaron dos experimentos.

En el primero, midieron las interacciones de contacto visual mutuo entre el perro y su dueño durante 30 minutos. Los dueños fueron divididos en dos grupos: uno donde el contacto visual era de corta duración y otro donde las miradas eran más duraderas. Aparte, se creó un tercer grupo: las mismas interacciones que se midieron con perros se midieron con un grupo de lobos.

El grupo dos, el de larga duración, correspondió más la mirada con su dueño que el primero y el de los lobos. De hecho, este último rara vez correspondió la mirada a los humanos.

Luego de tomar una muestra de orina al terminar el periodo de interacción de 30 minutos, los dueños que miraron por largo tiempo a su perro -es decir, los del grupo dos- son los que más incrementaron sus niveles de oxitocina.

De forma similar, se notó un cambio significativo en los niveles de oxitocina de los perros que formaban parte del grupo de contacto visual mutuo de larga duración.

En lobos, el contacto visual con sus dueños no mostró cambios en los niveles de oxitocina, lo que demuestra que esta especie no utiliza esta forma de interacción para comunicarse con humanos y que de hecho evitan mirar directo a los ojos.

“Por lo tanto, el contacto fijo de perro a dueño como forma de comunicación probablemente se desarrolló durante la domesticación y provoca la liberación de oxitocina en el dueño, lo que facilita la interacción mutua y la comunicación afiliativa (la que provoca que tanto perro como humano se busquen mutuamente). Esto consecuentemente activa los sistemas de oxitocina tanto en humanos como en perros en un ciclo positivo”, concluyen los expertos sobre el experimento uno.

En el experimento dos, participaron 27 voluntarios con sus perros. En un cuarto, se puso a una pareja (dueño y perro) y dos personas desconocidas. Antes de entrar, algunos perros fueron administrados con una dosis de oxitocina vía nasal y otros recibieron una solución salina.

En el cuarto, los humanos tenían prohibido hacer movimientos, por lo que solo la mascota era la que podía moverse y actuar libremente. A partir de su comportamiento, se midieron sus interacciones con las personas en el lugar.

Después de las pruebas, se detectó que las hembras que recibieron oxitocina en lugar de la solución salina incrementaron sus periodos de contacto visual con los humanos en el cuarto, algo que no pasó con los machos.

Los dueños de las hembras que recibieron oxitocina vía nasal incrementaron significativamente sus niveles de esta hormona en su orina luego de las pruebas.

Las universidades de Japón concluyeron que hay relación directa entre el aumento de oxitocina en dueños y la larga duración en contacto visual de sus perros hacia ellos.

                                                         
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