Una ola de denuncias contra el abuso sexual sacude desde este sábado la escena literaria mexicana. Lo que comenzó como una serie de acusaciones desde cuentas personales de mujeres hacia hombres relacionados con el mundo los medios y la industria editorial, acabó convirtiéndose en una campaña bajo el lema #MetooEscritoresMexicanos que a medio día del domingo ha generado ya más de siete millones de impactos –mensajes, réplicas, visitas– en Twitter. Escritoras de relevancia como Valeria Luiselli, Cristina Rivera Garza, Brenda Lozano o Gabriela Jauregui han secundado la campaña.
Las denuncias mexicanas están siendo canalizadas a través de una cuenta de Twitter propia y una cuenta de correo, donde se insta a informar –de manera anónima o personal– sobre situaciones de “acoso o presión sexual en el ámbito laboral (ferias literarias, editoriales, mesas de debate, entre otros), víctimas de violencia sexual, que han sufrido amenazas y bullying en el ámbito del arte, literario y periodístico”.
Está prevista una profundización de la campaña a partir del próximo martes, una vez procesada toda la catarata de información recibida. Durante el fin de semana, el movimiento ha ido escalando y derivando en nuevos hashtags que van creciendo por sectores profesionales: #MetooCineMexicano, #MetooAcadémicosMexicanos, #MetooPeriodistas
Uno de los agujeros negros más oscuros de México es la violencia machista. Nueve mujeres son asesinadas cada día y seis de cada 10, incluidas menores de edad, aseguran haber sufrido algún tipo de violencia, según datos de ONU Mujeres. Los altos índices de desconfianza ante las autoridades provocan además que menos del 1% de los delitos sean denunciados. Apenas el 3% de las investigaciones policiales acaban en sentencia. El Gobierno mantiene activado desde hace años la alerta de género –un plan de prevención contra la violencia machista– en 13 de los 32 Estados. Otros nueve están en proceso.
La ola mexicana se encuadra dentro del fenómeno global del #MeToo que arrancó a finales de 2017 con las denuncias de acoso y violación de decenas de mujeres contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein. A partir de entonces se generó un punto de inflexión histórico, animando a cientos de miles de mujeres a compartir sus experiencias sobre el abuso sexual, sobre todo, en entornos profesionales. El movimiento, articulado en origen por las redes y amplificado por todo el mundo, pronto aterrizó en las empresas, los juzgados y hasta la Casa Blanca con la declaración ante el Senado de una presunta víctima del candidato de Trump al Supremo.
El movimiento MeToo ya había aterrizado en México a principios de 2018. La denuncia de la famosa actriz mexicana Karla Souza sobre cómo un director la violó cuando comenzaba su carrera destapó el debate y marcó un precedente sobre abusos sexuales en el país. Souza, a diferencia de sus colegas estadounidenses, no mencionó en su denuncia pública el nombre de su agresor. Fue la principal cadena de televisión mexicana, Televisa, quien puso el nombre del director Gustavo Loza en la palestra y tomó medidas sancionadores. Ahora son las propias víctimas, bien de manera anónima y aportando el nombre, los que está liderando esta nueva oleada contra la violencia machista.