ZonaDocs es una página de periodismo de investigación en Jalisco, forman parte de la Alianza de Medios a nivel nacional, donde destacan «Los Periodistas de a Pie». Fue al inicio de este mes de noviembre, cuando difundieron el avance sobre el caso de la joven que se suicidó al interior del Centro Universitario de la Costa (CUCosta); por tal motivo autoridades de esta casa de estudios, recibieron un llamado enérgico por parte del Comité de América y el Caribe para la Defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres (CLADEM), para que lleven a cabo las acciones de investigación pertinentes y apegadas a protocolos internacionales y nacionales con perspectiva de género que permitieran esclarecer la muerte de la estudiante.
NoticiasPV dio a conocer detalles de estos lamentables hechos ocurridos el 04 de Septiembre del 2019, al interior de las instalaciones del Centro Universitario de la Costa, situación que consternó, no sólo a esta comunidad, sino a toda la región, al saberse que la joven sufría de bullying.
Información completa: http://bit.ly/2lBMqY7
El reportaje lo escribió la periodista Dalia Souza, quien ofrece detalles sobre los hechos y logró la entrevista con la madre de la joven Galilea, por lo que pide justicia para su hija, tras su deceso.
El reportaje:
Información completa: ZonaDocs | http://bit.ly/2rCEWqJ
“Gali” como le nombran aún con cariño sus amigos y familiares, murió aparentemente por “decisión propia” quitándose la vida; sin embargo, denuncia su madre con documentos, nombres y testigos en mano, en realidad fue orillada a hacerlo luego de encontrarse sin salida, sin respuestas y sin ayuda de quienes, en su momento y en virtud de su competencia como autoridades universitarias, tuvieron la oportunidad de cesar el acoso que sufría desde 2018 por parte de dos de sus compañeros de carrera.
Galilea era estudiante de la carrera de Derecho del Centro Universitario de la Costa (CUCosta) en la Universidad de Guadalajara (UdeG), recién había ingresado al cuarto semestre de la licenciatura y amaba los libros: “eran su hobby”, relata su madre, mientras cuenta cómo reían juntas recordando aquella ocasión en la que el ex presidente, Enrique Peña Nieto, respondió a la prensa: “¿Libros?… ¡Libros!” cuando le cuestionaron sobre cuántos había leído en su vida. Desde aquel momento, dice su madre, Galilea tenía la costumbre de decirle: “Mami, ¡Libros, más libros!” cuando quería que le regalara uno –o varios-.
Con 25 años, además de ser “muy tierna y juguetona” dice su madre, era muy inteligente, tenía un promedio de 9.5 y no perdía nunca una oportunidad para capacitarse en temas de derecho, justicia y criminalística; asistía a cursos, conferencias y talleres, y le preocupaban los temas enfocados en justicia para las mujeres, de hecho, el último curso al que asistió en marzo llevaba por nombre: “La investigación criminal del feminicidio”.
Su música favorita era la de la banda pop BTS, una boy band surcoreana que en julio de 2019 difundió un video con apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para poner fin a la violencia en las escuelas; a decir de su madre, estos cantantes eran sus favoritos por sus valores alrededor del amor propio y la amistad.
Los animales eran su pasión más grande: “los amaba” dice su mamá, incluso, “antes que la vida de un ser humano” porque consideraba que ellos –al no poder hablar- no consiguen defenderse de la crueldad del ser humano. Rescataba perros, gatos, tortugas e iguanas; los rescataba para ponerlos en adopción, por lo que, dos de ellos, un conejo y un perro Chihuahua -a los que decidió llamar Pancho y Luna-, se quedaron en casa para ser sus mascotas.
“Era una Persona Altamente Sensible o persona PAS”, afirma su madre, término utilizado para describir a personas con un sentido elevado de la sensibilidad o con hipersensibilidad. Este concepto fue acuñado en la década de los 90s por la psicóloga clínica Elaine Aron, quien investigó y conceptualizó este rasgo de la personalidad al que decidió llamarle “la alta sensibilidad”. Luego de varios años haciendo investigaciones, Aron logró concluir que dos de cada diez personas (20% del mundo) pueden ser consideradas “más sensibles que el resto”; e, incluso, consiguió demostrar que el funcionamiento cerebral de éstas es diferente.
De esta manera, sentimientos como la empatía, tienden a ser maximizados por las personas PAS al grado, por ejemplo, de ser excesivamente empáticos con los otros; lo mismo sucede con el procesamiento de la información, todos aquellos sonidos altos, imágenes o situaciones de dolor y violencia suele afectarles, así que, sólo requieren ambientes tranquilos para ser felices y para que sus sentidos puedan descansar. Si bien, Galilea no fue diagnosticada como tal, ella y su madre consideraban que sus rasgos de personalidad y conductas podrían encajar bajo estos patrones de conducta.
Usaba muletas o un bastón de apoyo para desplazarse con facilidad, pues tenía una lesión en su pierna izquierda que se lo impedía; por esta razón su madre le llevaba a la escuela todos los días.
Cuando el sufrimiento comenzó
Galilea ingresó a la licenciatura en Derecho del CUCosta en enero de 2018 y desde el tercer día de clases, relata su madre, fue constantemente agredida directa e indirectamente por dos de sus compañeros de carrera: Francisco y Edgar. Ambos solían agredirle verbalmente con comentarios ofensivos que hacían alusión a su forma de vestir o de actuar, además, acostumbraban discriminarla por su discapacidad física:
“Esa del salón que no habla es una OTACU (sic) mira cómo se viste, mira cómo se pinta sus ojos, siempre trae la cara tapada, y cabello negro. ¡Hay (sic) que asco!” o “Yo no la voy a tratar diferente, ya tiene 25 años, ya está bastante grandecita, ya tiene pelos en la panocha la cabrona, no le voy a dar su lugar” son algunas de las frases utilizadas por Francisco y que, en su momento, Galilea y su madre denunciaron por escrito y con documentos testimoniales ante la Comisión de Responsabilidades y Sanciones del CUCosta.
Este acoso constante comenzó a provocar en Galilea periodos de depresión y ansiedad; si bien su madre buscaba cuidarla llevándola a la escuela –aunque el peligro estaba dentro-, escuchándola, aconsejándola alrededor de una conducta pacífica que la invitaba a ignorar a sus acosadores y a denunciarlos ante las autoridades universitarias de primer contacto como el tutor de la carrera, o ante la jefatura del Departamento de Estudios Jurídicos, e, incluso, ante la Comisión de Responsabilidades y Sanciones del Centro Universitario, ninguna de estas acciones fueron suficiente para: 1) detener las agresiones que se volvían cada vez más frecuentes y violentas de parte de sus compañeros de carrera; 2) para que las autoridades universitarias responsables respondieran de manera contundente para poner un alto a las violencias en contra de la estudiante y sancionar a los responsables; y 3) recuperar el sentido de la vida que de a poco le habían arrebatado a Galilea.
Ella se preguntaba: ¿por qué los humanos “son muy crueles, son muy groseros y egoístas”? incluso, se lo cuestionó en su video de despedida.
El grito de auxilio
Después de ser constantemente agredida por Edgar y Francisco, siguiendo los consejos de su madre, Galilea decidió acudir a denunciar ante quien, era en su momento, la Jefa del Departamento de Estudios Jurídicos del CUCosta, la maestra Martha y ante su tutora de carrera, la maestra Samantha. A ambas les habló sobre el contexto de agresiones verbales, psicológicas y de discriminación que sufría en manos de sus compañeros; sin embargo, esto no implicó un cambio de conducta, puesto que, a decir de la madre de la estudiante, se privilegió a los agresores antes que sancionarlos, e, incluso, fue Galilea quien se vio obligada a solicitar un cambio de salón.
De ello se da cuenta en dos de los documentos –uno testimonial- que se presentaron ante la Comisión de Responsabilidades y Sanciones del CUCosta entre noviembre y diciembre de 2018, luego de que Galilea hubiese intentado quitarse la vida por primera vez. En este documento firmado por Galilea y su madre, se solicita la investigación del caso, así como, la sanción de los responsables directos y de las autoridades universitarias que fueron omisas ante las solicitudes de intervención:
Por medio de la presente solicito la investigación y sanción de los alumnos de la carrera de Derecho de segundo semestre en curso… Francisco (tachado) y Edgar (tachado). Lo anterior debido a la violencia ejercida de ellos hacia mi hija Galilea Montserrat Rizo de la Rosa, quien cursa el mismo semestre y misma carrera, son sus compañeros.
Les informo que ella intentó quitarse la vida por las agresiones directas e indirectas, incluyendo psicológicas de las que fue objeto por los compañeros antes mencionados. Afortunadamente para todos, los que haya responsabilidad directa, indirecta o por omisión, MI HIJA ESTÁ VIVA.
Quiero manifestar mi gran preocupación por posibles represalias de la Coordinadora de la carrera. La Coordinadora estaba enterada del comportamiento de Francisco (agresiones psicológicas, directas o indirectas hacia mi hija Galilea), mi hija habló con ella y le expresó su sentir ante esta situación a lo cual la Coordinadora le dijo que la iban a ayudar, pero esa ayuda no llegó. Fragmento del documento presentado ante el Consejo de Centro del Centro Universitario de la Costa con sello de recibido el 22 de noviembre de 2018.
Adjunto a este documento de notificación dirigido a la Comisión de Responsabilidades y Sanciones del CUCosta, se presenta un texto testimonial de una alumna quien señala al estudiante Francisco de “molestar sin motivo alguno”, “molestar de manera directa e indirecta a Galilea” y de hacer “comentarios ofensivos al resto de sus compañeros”; también acusa a la Coordinadora de la licenciatura en derecho, la maestra Martha, de mantenerse omisa ante las agresiones y de fomentar el conflicto entre los estudiantes:
El día miércoles 28 de noviembre me topé en las escaleras del edificio “B” con Francisco (tachado) y Edgar (tachado). Yo hablé con Francisco y le pregunté por qué molestaba a Galilea, ¿por qué no simplemente la ignoraba y ya? A lo que él respondió: yo no la voy a tratar diferente, ya tiene 25 años, ya está bastante grandecita, ya tiene pelos en la panocha la cabrona y no le voy a dar su lugar, además de que la profesora Martha Patricia (tachado) me dijo que ella no necesitaba ningún trato especial, puesto que no estaba discapacitada y no había motivo alguno por el cual tratarla con pincitas o de manera especial. Fragmento del documento presentado ante el Consejo de Centro del Centro Universitario de la Costa con sello de recibido el 4 de diciembre de 2018.
Sobre estos acontecimientos, la Tercera Visitaduría General, Región Costa Norte en Puerto Vallarta, Jalisco guarda constancia en el oficio 4442/2019. Mismo que señala que, la madre de Galilea acudió a “solicitar orientación jurídica el 29 de noviembre de 2018 en la oficina regional de este organismo en Puerto Vallarta” respecto a “la gestión realizada por el personal jurídico con la encargada de la coordinación de la carrera de derechos en el Centro Universitario de la Costa de la Universidad de Guadalajara (UDG) en el sentido de que se analizara la posible discriminación y se tomara en consideración como un grupo vulnerable a la alumna Galilea Rizo de la Rosa”.
Aquel primer grito de auxilio, aquella primera vez que la joven consideró que ya no había “más motivos o razones” por las cuales permanecer en este mundo, advirtió en las cartas que dejó a su madre que: “nadie se había preocupado por ella en la universidad” y que “convivir con algunos de sus compañeros era muy difícil”:
Los maestros se exasperaron de mí, dijeron que me ayudarían pero jamás fue así, dijeron que no estaba sola, que ellos lo arreglarían… Ya fue suficiente, perdón, la gente es mala, cruel, son horribles y yo no sé lidiar con las personas.
Sin salida
Era miércoles ese 4 de septiembre; Galilea grabó un video de despedida en una de las áreas comunes del CUCosta y en punto de las 20:20 horas –tiempo en el que su madre presiente exhaló su último respiro de vida- dejó de existir físicamente. Decidió hacerlo ahí, en el centro universitario donde, como dijo en su grabación, conoció a personas maravillosas, pero también, a muchas otras que fueron crueles, groseros y egoístas con ella.
Su cuerpo fue encontrado en uno de los baños de la universidad.
Dos días más tarde, el rector del Centro Universitario de la Costa, Jorge Téllez López, en compañía de Jesús Cabral Araiza, jefe del departamento de Psicología, así como Remberto Castro Castañeda, jefe de la división de Ciencias Biológicas y de la Salud y el abogado Maximiliano Lomelí, declararon en rueda de prensa que Galilea había denunciado un año antes el “acoso por parte de dos de sus compañeros” y que estos habían sido suspendidos por siete meses:
“En este proceso se citaron a los implicados, a los testigos, hubo también testigos neutrales. Sí se dio seguimiento y la comisión determinó suspender a los alumnos por 7 meses. Está suspensión se dio a partir del 31 de enero (2019) y actualmente los alumnos se encuentra en suspensión” declaró a los medios el jefe del Departamento de Psicología.
Incluso, reconocieron que “lamentablemente los protocolos y las acciones implementadas en este centro educativo no han causado el efecto necesario”, por lo cual tendrían que “revisar los protocolos para poder actuar en consecuencia y evitar que se vuelvan a presentar casos como éste”.
Sin embargo, ningún protocolo podrá regresarle la vida a Galilea, porque no fueron éstos, sino la omisión de las autoridades universitarias, considera su madre, las que la orillaron a sentirse abandonada y sin salida ante las situaciones de acoso, discriminación y bullying que sufría al interior del centro universitario.
Si bien, la madre de Galilea señala que en su momento la suspensión fue “buena” porque los dos agresores ya no estaban dentro de la escuela, ésta se demoró demasiado en ser impuesta, lo que permitió que la estudiante fuera agredida verbalmente nuevamente luego de regresar a clases tras el primer incidente. Así mismo, denuncia que, posterior a la suspensión de los estudiantes, Galilea fue revictimizada por las profesoras Martha y Samantha, quienes durante el pase de lista eran insistentes en señalar la razón por la cual ambos alumnos ya no asistían a clases:
“¿Por qué no están estos dos chicos en la lista?… ¿por qué no vienen? ¡Ah! Los suspendieron ¿Y por qué?… ¡Ah! Ya sé, ya lo recuerdo, pobrecitos” eran algunos de los comentarios hechos por las docentes, relata la madre de Galilea.
¿Quién puede regresarle la vida a Galilea?
Tras hacer pública la muerte de Galilea, el Comité de América y el Caribe para la Defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres (CLADEM), hizo un llamado enérgico al Rector General de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí; al Fiscal General del Estado de Jalisco Gerardo Octavio Solis; al Defensor de los Derechos Universitarios, Dante Haro y a su homólogo en CUCosta, Adolfo Espinosa; así como, a la Dirección Regional de la Fiscalía General del Estado en Puerto Vallarta, para que en conjunto llevaran a cabo las acciones de investigación pertinentes y apegadas a protocolos internacionales y nacionales con perspectiva de género que permitieran esclarecer la muerte de la estudiante. Sobre éstas, precisa la madre de Galilea, recién han comenzado a trabajar en la Delegación de la Fiscalía en Puerto Vallarta, pues hace apenas unas semanas fue llamada a declarar junto con algunos testigos ante un psicólogo forense.
En tanto, la Defensoría de Derechos Universitarios “indaga” sobre el caso; aunque hay que advertir, Galilea les había notificado de los hechos desde el 22 de agosto de 2019, una semana antes de su muerte. Por ahora, se mantiene un proceso abierto ante este organismo, el cual, investiga la responsabilidad del CUCosta y sus autoridades universitarias en la muerte de Galilea, ya que la estudiante habría denunciado en más de una ocasión a sus agresores, sin recibir respuesta.
Sin duda, quitarse la vida y hacerlo dentro de la universidad fue un acto de protesta, considera su madre, fue su último grito de auxilio, para sí misma y para quienes como ella podrían estar sufriendo o sufren situaciones de violencia escolar frente a la omisión de profesores y autoridades.
Su búsqueda de justicia, por lo tanto, se encuentra ya no sólo en la sanción de quienes lastimaron a su hija directamente, sino, de quienes omitieron poner un alto a estas prácticas violentas e, incluso, a quienes considera, fomentaron el conflicto y obstruyeron los protocolos de sanción, al tener conocimiento de los hechos y desestimarlos».