Voces de la pandemia | “Vendrá otra pandemia… así es la evolución”

proceso.com.mx

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- El sábado 18 de abril fue el día más loco de mi vida: un solo médico y cuatro casos de covid-19 diagnosticados por teleconferencia. No era lógico, se escapaba de todo. Enloquecí. El domingo, no sé por qué, pero los pacientes mejoraron. Y tuve un caso nuevo. Ya se me está saturando la agenda. Me he topado con el paciente atento, cuidadoso, que capta muy bien el mensaje y lo puedo dejar en casa sin problema. Pero también me toca el que dice: “Mire, doctor, lo voy a pensar porque mi homeópata ya curó a un paciente covid”. ¡Te vas de espaldas!

He atendido a personas con ataque de pánico o que ya están de color azul. Están aterrados y no pueden respirar, pero no quieren ir al hospital porque tienen miedo. He tratado a médicos contagiados porque la protección no ha sido la adecuada o enfermaron por exceso de confianza al pensar que no pasa nada. Es algo que aterra. Hay noches que no puedo dormir. A veces el momento más difícil es despertar y pensar: ¿sí está pasando esto? Han sido muchas mañanas así, al ver que esto venía y no se hacía lo necesario.

Estoy viviendo la etapa más surrealista de mi vida. Primero, porque es enfrentarse a algo completamente nuevo y diferente. Hay mucha información médica tan contradictoria que es difícil identificar la de calidad, pero trato de prepararme lo más rápido junto con otros colegas. Desde diciembre comencé a informarme, sin pensar ni de lejos que lo que pasaba en Italia podría pasar en México. Conozco el sistema de salud de España y lo admiro. El de Estados Unidos también.

Luego pienso: “Si a ellos los golpeó el virus, ¿qué nos puede pasar a nosotros?”. Esa es mi principal preocupación y creo que la de muchos médicos. No sabemos qué tan grave es, ¿qué tanto nos va a rebasar? ¿Estaremos como en Madrid o Guayaquil? No lo sé. Mi mayor miedo es tener que enfrentar este asunto y no saber qué hacer.

Expreso mi admiración y reconocimiento por los doctores que están en el sector público. Ha habido buenas medidas, como cerrar a tiempo las escuelas, y ha habido disciplina, pero no comparto la estrategia. Pareciera que estamos poniendo la barda en la terapia intensiva cuando debería ser en la puerta de las casas.

Cuando veo a gente en la calle, en la fiesta o sin los cuidados necesarios, siento tristeza, coraje y frustración. No voy a negar el miedo que me da cuando me quito el uniforme y voy a salir. Luego se me cierra la garganta al pensar: “¿Te estás arriesgando por estos tipos?”.

Siento frustración por la incertidumbre de que pudimos haberlo hecho mejor. Aún no sabemos. A veces quisiera que ya pase el tiempo para saber qué hicimos y qué no. Esto nos agarró con los dedos en la puerta y todo apunta a la posibilidad de que saldremos, aunque algunos más golpeados que otros. Y vendrá otra pandemia… así es la evolución.

                                                         
Compartir