Esta prueba podría facilitar el trabajo en hospitales y la reapertura de negocios y escuelas
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La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos autorizó ayer el primer test de coronavirus para detectar casos positivos asintomáticos. “La autorización de hoy elimina la necesidad de que un proveedor de salud considere los factores de riesgo como la exposición o la propagación entre la comunidad para prescribir esta prueba”, afirmó el organismo en un comunicado.
“La autorización de la primera prueba diagnóstica que podrá ser usada por cualquier persona, independientemente de si muestra síntomas del coronavirus o tiene factores de riesgo, es un paso hacia el tipo de estudio amplio que podría ayudar a la reapertura de escuelas y centros de trabajo”, aseguró el comisionado de la FDA, Stephen Hahn.
Según detalla en el comunicado, las investigaciones científicas demostraron que el test de LabCorp, una de las cadenas de laboratorios más grandes de Estados Unidos, es tan preciso en la población asintomática en general como lo es entre las personas que se sospecha que tienen COVID-19. La prueba comenzó a funcionar en los EEUU el 16 de marzo pero su uso siempre estaba supeditado a personas con sospecha de COVID-19.
Hasta esta decisión, las pruebas diagnósticas moleculares sólo se utilizaban en casos de posible contagio y los asintomáticas sólo eran examinados cuando habían tenido contacto estrecho con algún infectado. Con la autorización actual, se elimina la necesidad de que el proveedor considere factores de riesgo como la exposición o la propagación en la comunidad al prescribir esta prueba.
De masificar el test, facilitará la reapertura de grandes empresas y el trabajo en centros de atención esencial, como hospitales. Lo mismo, sería un signo de seguridad para la vuelta a clases, suspendida en varios países del mundo por miedo a un brote incontrolable de la enfermedad.
El asintomático, que está infectado pero no sufre ninguna de las dolencias asociadas con el virus, como la fiebre, la tos o el dolor de cuerpo, entre otras, hace que sea difícil controlar la cadena de contagios. El test a ese sector, a gran escala, sería una solución transitoria mientras continúa la búsqueda de la vacuna.
Estados Unidos alcanzó este viernes la cifra de 4.106.225 casos confirmados de COVID-19 y la de 145.324 fallecidos, de acuerdo con el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins. Este balance a las 20.00 hora local (00.00 GMT del sábado) es de 73.795 contagios más que el jueves y de 1.157 nuevas muertes.
Pese a que California ya ha superado al estado de Nueva York en número de contagios, este sigue como el más golpeado en cuanto a muertos en Estados Unidos con 32.596. Tan solo en la ciudad de Nueva York han muerto 23.465 personas. A Nueva York le siguen en número de fallecidos la vecina Nueva Jersey, con 15.765; Massachusetts, con 8.498, y California, con 8.280. Otros estados con un gran número de muertos son Illinois (7.577), Pensilvania (7.116), Michigan (6.400), Florida (5.653) y Texas (4.750).
En cuanto a contagios, California suma 436.313, le sigue Nueva York con 410.450, Florida es tercero con 402.312, y Texas cuarto al tener 378.846.
El balance provisional de fallecidos -145.324- ha superado ya con creces la cota más baja de las estimaciones iniciales de la Casa Blanca, que proyectó en el mejor de los casos entre 100.000 y 240.000 muertes a causa de la pandemia. El presidente estadounidense, Donald Trump, rebajó esas estimaciones y se mostró confiado en que la cifra final estaría más bien entre los 50.000 y los 60.000 fallecidos, aunque luego auguró hasta 110.000 muertos, un número que también se ha superado.
Por su parte, el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calcula que Estados Unidos llegará al mes de octubre con unos 200.000 muertos y que para las elecciones presidenciales del 3 de noviembre podría rozar los 220.000.