Por Mauricio Lira Camacho
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Vaya historia, finalmente tuvo final feliz.
Un anciano fue abandonado, pero fue rescatado por un taxista quien le dio asilo en su casa, ahí lo alimentó y cuidó.
De acuerdo con el relato del prestador de servicio en materia de transporte, se encontró en la calle con una persona de nombre, Ramón Valencia Barrera de 78 años de edad, originario del estado mexicano de Michoacán.
Por su edad y dificultad para escuchar, así como para caminar, la persona necesitaba comer y tomar agua.
En su momento no pudo aportar mucha información, solamente que había decidido salir por su propia decisión del asilo de ancianos del coapinole.
Sin embargo, a pesar de la insistencia del taxista para obtener información que le permitiera llevarlo a un lugar, esta persona no accedía pues tenía cansancio y dificultades.
El taxista de la unidad 751 del sitio 43, optó por llevarse a este señor de edad avanzada a su domicilio en donde lo cuidó de frío debido a la lluvia que caía ese día, lo alimentó y otorgó agua natural.
Al no obtener respuesta que le permitiera dar con el paradero de amigos o familiares, aunque refería vivía en Puerto Vallarta, el taxista prefirió llevárselo a su casa y ahí mantenerlo por lo menos esa noche, al otro día, dijo, «será otra la historia».
Así ocurrió, hasta el momento que lo llevó al asilo de ancianos, lugar en el que una de las encargadas le impidió el acceso, debido a que se tiene un protocolo que seguir, luego de las recientes reformas a la ley.
El taxista no tenía cubiertos todos los requisitos marcados, le dijeron, por ello optó por comunicarse con este medio de comunicación.
Fue gracias a la participación del sistema para el desarrollo integral de la familia, DIF, como se pudo llegar a la solución de este problema.
De acuerdo con el taxista, usó todos los recursos posibles que tuvo a su disposición para que esta persona, Ramón Valencia no tuviera padecimientos o riesgos mayores debido a sus condición social.
«Lo vi en muy malas condiciones y no es justo que sus familiares no hayan respondido inmediatamente con él, para dar razones de su estado de salud».
«Actué de esta manera porque en el fondo sabía que el señor aseguraba sí tenía familia aquí y siempre tuvo el deseo de salirse del asilo de ancianos del coapinole, pero todo era confuso, por ello en primer término me lo llevé a mi casa para que estuviera seguro, tranquilo y descansado», reveló a este medio de comunicación el chofer de la unidad de taxi número 751.