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En un entorno de desaceleración económica mundial, los primeros 100 días de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador reportan resultados mixtos. Destacan la baja de la actividad en el primer mes y el alza de las expectativas de los consumidores, que alcanzó niveles máximos desde que se registra la medición, así como una inflación que, tras cuatro años en aumento, en febrero pasado llegó al objetivo del Banco de México (BdeM).
El primer tramo de la administración ha tenido un choque con calificadoras crediticias, las cuales, ante una política económica que apuesta por la recuperación y saneamiento de Petróleos Mexicanos (Pemex) como eje, han reducido la perspectiva y calificación a la petrolera y lo han traducido en la nota del país.
Instituciones internacionales y el propio BdeM han efectuado revisiones que apuntan a un menor crecimiento del producto interno bruto este año.
Entre los sucesos que han acompañado los primeros días del Presidente con efecto económico están las huelgas en Tamaulipas, los bloqueos en Michoacán y los problemas de abasto de combustibles en al menos 12 estados del país.
En diciembre pasado, primer mes de la administración, cifras oficiales exponen que la economía perdió ritmo.
El Indicador Global de la Actividad Económica, registro mensual y de corto plazo, se contrajo 0.4 por ciento en términos reales, su peor nivel en los pasados nueve meses.
Esa cifra está en línea con un menor dinamismo de la actividad económica en la mayor parte de 2018, año que terminó con un crecimiento promedio de 2 por ciento.
En estos primeros meses organismo internacionales han proyectado a la baja las perspectivas de que este año la economía se recupere.
El Banco Mundial fue el primero en recortar su pronóstico a principios de enero: 2 por ciento. Le siguieron, en el mismo mes, el Fondo Monetario Internacional (2.1) y apenas la semana pasada la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (2).
Los nuevos integrantes del BdeM estimaron un rango de entre 1.1 y 2.1 por ciento. En general, en sus pronósticos enumeran la incertidumbre por el cambio de gobierno, una menor llegada de inversión privada y la desaceleración de la economía mundial.
Por las mismas razones todos los anteriores también han planteado revisiones a la baja.
Las calificadoras
Otro frente se da con las calificadoras crediticias. Primero por la cancelación del aeropuerto en Texcoco y, recientemente, por la centralidad del apoyo a Pemex.
En enero pasado la calificadora Fitch bajó a CCC la nota de la petrolera, y empezando este mes Standard & Poor’s cambió la perspectiva de la ex paraestatal de estable a negativa. Lo mismo hizo con la deuda mexicana.
Moody’s, por su parte, mantiene un periodo de observación de seis meses antes de hacer cambios a la calificación.
Entre los datos más recientes que reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía está una caída de 3.2 por ciento de las ventas al menudeo durante diciembre y variaciones negativas en 17 de los 32 estados del país, así como una tasa de desempleo que aumentó en diciembre a 3.6 por ciento y en enero descendió a 3.5.
En este contexto, la expectativa en la economía por los ciudadanos, que se registra en el Índice de Confianza del Consumidor, no ha dejado de aumentar desde la jornada electoral del primero de julio anterior, en la cual venció el ahora Presidente. En febrero, tercer mes de la administración, llegó a su nivel más alto: 48.8 puntos.
La inflación ha ido a la baja. En febrero cerró en 3.94 por ciento. Por vez primera desde que la SHCP, con José Antonio Meade al mando, decidió liberar los precios de las gasolinas, terminó en el rango del BdeM, que es de 3 por ciento a tasa anual.
El tipo de cambio se ha mantenido en semanas recientes con relativa estabilidad, y el precio internacional del petróleo ligeramente por arriba del estimado en los Criterios Generales de Política Económica.
De acuerdo con los criterios de política económica publicados por la SHCP, el gobierno espera un crecimiento de 1.5 a 2.5 por ciento.
En general, el objetivo del Presidente es que la economía registre un crecimiento anual de 4 por ciento.
El registro oficial muestra que, históricamente, el primer año de un gobierno implica desaceleración.