Por Nayar Araiza López
Benito Juárez: Conmemorarlo con hechos, no con simulación
• Ética pública y congruencia moral
Este 21 de marzo se cumplen 218 años del natalicio de Benito Juárez García, quien nació en 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca. Fue regidor, diputado local y federal, gobernador, ministro y finalmente Presidente de la República hasta su fallecimiento en 1872. Reconocido como «Benemérito de las Américas» y «Benemérito de la Patria», Juárez dejó un legado político y moral que muchos presumen respetar, aunque pocos practican con autenticidad.
La doctrina juarista es citada por políticos de todos los colores y credos, pero en los hechos prevalece la simulación y conveniencia. Si realmente se aplicaran sus principios éticos, México no estaría sufriendo las consecuencias de la corrupción que diariamente se revela gracias a leyes más estrictas en auditoría y transparencia. Actualmente existe un esfuerzo por combatir este flagelo en diferentes niveles de gobierno.
Algunos políticos y gobernantes presumen de juaristas e incluso buscan validación moral en la religión, pero en ambos casos suelen violar principios básicos como el «no robarás» del decálogo de Moisés. En nuestros tiempos, esta prohibición adquiere mayor relevancia frente a funcionarios públicos que aprovechan sus cargos para enriquecerse con salarios excesivos, licitaciones fraudulentas y contratos leoninos.
No pocos, también aspiran al poder al estilo de Sancho Panza, aquel personaje del «Quijote» de Cervantes, quien al asumir el gobierno de la Ínsula Barataria confesaba en una carta a su amada Teresa: “No dirás de esto nada a nadie, porque pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros que es negro. De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo”, práctica desafortunadamente común en la política actual.
Juárez señaló claramente que quienes sirven al Estado deben dedicarse al trabajo, no a improvisar fortunas: «Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala» afirmó Benito Juárez en una de sus más célebres frases.
Sin embargo, desde regidores hasta altos funcionarios, abundan los casos de abuso y despilfarro. Aunque se ha intentado limitar estas prácticas con propuestas como establecer topes salariales, muchos políticos se resisten mediante recursos legales para mantener sus privilegios excesivos.
Si Benito Juárez viviera, seguramente experimentaría indignación al ver cómo su lucha por la República y la Reforma se tergiversa en discursos vacíos y actos corruptos. Este 21 de marzo debe ser un día para honrarlo con hechos concretos que reflejen sus principios de honradez y justicia social, no con discursos demagógicos ni simulaciones.
Finalmente, recordemos su obra histórica: defendió la Constitución de 1857, impulsó las Leyes de Reforma y enfrentó exitosamente la Intervención Francesa, preservando la soberanía e independencia nacional. Va.