El presidente municipal, Arturo Dávalos Peña, encabezó este viernes la ceremonia cívica por el CLXX aniversario del natalicio de Justo Sierra Méndez, realizada en la plaza de armas de esta ciudad con la presencia de autoridades civiles y militares.
Sara Alicia Miller Martínez, presidenta del Voluntariado DIF, fue la oradora oficial de este evento, en el que recordó la vida y obra de este personaje mexicano que dejó una importante huella en la educación, cultura e historia de este país.
En su mensaje, Miller Martínez destacó que fue el 26 de enero de 1848, cuando Justo Sierra Méndez nace en Campeche. Inició sus estudios en Mérida y los concluyó en la ciudad de México, a donde se trasladaría su familia. Fue en el colegio de San Ildefonso donde se preparó profesionalmente y reveló su vocación literaria.
Fue diputado varias veces en el Congreso de la Unión y Magistrado de la Suprema Corte de Justicia. En 1868 aparecieron sus primeras publicaciones en el Monitor Republicano, asimismo, ocupó durante varios años la Cátedra de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria, y fue uno de los directores de la Revista Nacional de Letras y Ciencias, además de colaborar con las principales publicaciones periódicas de su tiempo.
“Ejerció una influencia muy grande en los medios intelectuales y una vez muerto Ignacio Manuel Altamirano, fue el maestro que orientó a las nuevas generaciones. En la antigua Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y Bellas Artes (1905), fue nombrado titular de esta, cargo que desempeñó hasta 1911 cuando fue designado ministro plenipotenciario de España; a él se debió el establecimiento del primer sistema de educación pública en México y la reorganización de la Universidad Nacional en 1910”, destacó.
Justo Sierra murió en Madrid el 13 de septiembre de 1912 y su cadáver fue traído a México y sepultado con grandes honores públicos. En el primer centenario de su nacimiento, la universidad lo declaró Maestro de Américas y sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres.
“La obra de Justo Sierra es una de las más ricas y caudalosas de su tiempo, registra las manifestaciones espirituales y culturales más significativas de la época de grandes cambios que le tocó vivir; narraciones, poesías, discursos, doctrinas políticas y educativas, viajes, ensayos críticos e historia, forman el valioso material de la obra de Sierra”, concluyó.