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Cronología de un desastre: de los primeros momentos de la DANA a la indignación en Valencia

Además de los 211 muertos y 93 desaparecidos confirmados, el temporal ha dejado cerca de 950 mil damnificados, daños incuantificables en viviendas, vehículos y vías públicas.

proceso.com.mx

VALENCIA (France 24).– El 29 de octubre de 2024 es un día que ya ha pasado a la memoria colectiva de los valencianos, en especial, y a la de todos los españoles en general. Esta catástrofe natural es la peor que ha registrado la región de la Comunitat Valenciana en los últimos 100 años y ya ha sido denominada por muchos como el peor momento de la historia reciente de la zona.

Además de los al menos 211 muertos y 93 desaparecidos confirmados este jueves 11 de noviembre, el temporal ha dejado cerca de 950 mil damnificados, daños incuantificables en viviendas, vehículos y vías públicas, entre otros

Ahora, muchos vecinos y voluntarios se llenan hasta el cuello de barro a diario en un intento de limpiar y paliar los estragos causados por la Dana, mientras los equipos de rescate intentan localizar a los desaparecidos e identificar los cadáveres de las víctimas.

“En su intento por salvar a mis hijos al subirlos al techo de su auto mientras subía el nivel del agua, una corriente arrastró a mi padre el 29 de octubre. Aún no sabemos dónde está”, cuenta Sarai a la televisión regional ‘À Punt’.

En medio de duelos complejos, como advierten los expertos en salud mental, los reclamos a las autoridades políticas por su inacción y las acusaciones cruzadas entre el gobierno regional valenciano del derechista Vicent Mazón y el gobierno nacional de centroizquierda de Pedro Sánchez, muchos se preguntan: ¿cómo se pudo llegar a esta situación?

¿Qué pasó exactamente desde los primeros avisos de temporal hasta la acción institucional?

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emitió el primer aviso sobre la DANA el miércoles 23 de octubre.

La primera alerta fue más general, pero los días siguientes —24, 25, 26 y 27 de octubre— el organismo fue acotando la información: primero advirtió que se esperaba que el temporal fuera especialmente fuerte en la cuenca del Mediterráneo, hasta que delimitó la Comunitat Valenciana como la zona de más peligro por lluvias.

Los dos días anteriores emitieron comunicados advirtiendo sobre la gravedad de la situación y, finalmente, el 29 de octubre anunciaron “peligro extremo” debido a la DANA en la zona de Valencia y recomendaron no viajar a no ser que sea “estrictamente necesario”.

“Avisos rojos y ampliación a buena parte de la provincia de Valencia. ¡Mucha precaución! El peligro es extremo. No te acerques a cauces ni ramblas. Se están produciendo inundaciones”, compartió la AEMET en redes sociales y en su sitio web a las 7 de la mañana de ese martes.

A partir de ese momento, las actualizaciones de la agencia se dieron cada muy poco tiempo.

Con la máxima alerta ya sobre el litoral del este español, a media mañana empezaron a circular imágenes de calles inundadas en distintas zonas de la provincia de Valencia. Mientras, el dirigente regional, Carlos Mazón, ocupó su mañana con diferentes actos institucionales ajenos a la DANA.

En paralelo, los equipos de rescate locales llevaron a cabo los primeros rescates. Y, en torno a las 11:30 de la mañana, se produjo un hecho crucial en las inundaciones: el desbordamiento del barranco –o precipicio poco profundo– del Poyo, en la localidad de Chiva. Más tarde, el barranco se desbordó en otras localidades –como Torrent, Picanya, Paiporta, Benetússer, Sedaví, Massanassa y Catarroja– con inundaciones y corrientes que se llevaron la vida de varias personas por delante.

Varios vecinos de la zona relataron cómo vivieron las primeras horas del temporal a través de redes sociales.

“A las 13:29 ya iba la rambla llena y desbordada (…) A las 14:00 mi hermana se fue a trabajar en un centro comercial por donde pasa la rambla (…) Y a las 18:03 empezó a entrar el agua en las calles, en mi casa y en la de mis padres”, relata “Svs500”, usuario de X y vecino de Torrent.

A partir de las 18:30, los daños que estaba provocando e iban a generar las lluvias e inundaciones se hicieron cada vez más patentes. La rambla del Poyo –que cruza varias localidades– tuvo una subida de dos mil metros cúbicos por segundo y la pesadilla empezó para muchos valencianos.

“Vimos cómo pasaba un coche flotando con un chico encima. Mi padre y yo estábamos a punto de quedarnos atrapados también, pero logramos subirnos a un camión donde Adrián, el conductor, nos acogió”, cuenta Sara Pastor al medio El Debate.

Y es que la rapidez de las inundaciones a partir de las 18:00 en varias localidades en simultáneo fue de lo más grave y peligroso de la situación.

Pero, a pesar de que en muchas localidades las inundaciones ya eran evidentes, las alertas no llegaron a los dispositivos móviles de los ciudadanos hasta las 20:12 de la noche, 12 horas después de la advertencia de la AEMET. A esa hora, muchos ya estaban luchando por sus vidas e incluso empezaron a despedirse de sus familiares.

“Ayer estuve a punto de morir, tuve la infinita suerte de que el rio arrastró un coche que duró 5 minutos, pude nadar hasta este con toda la corriente arrastrando, subirme y saltar encima de un balcón de un primer piso donde una familia me salvó la vida (…) Todo después de que otro coche reventara el cristal e inundara la peluquería en la que estaba. Gracias a eso pudimos salir y no ahogarnos”, cuenta otro usuario de redes sociales.

Entonces, ¿por qué tan tarde? Varios medios de comunicación, expertos en sucesos y politólogos han intentado rastrear los pasos de Carlos Mazón, mandatario del gobierno regional. Los medios locales señalan que el president no llegó a la reunión de emergencia por el temporal hasta las 19:30. Por eso, la alerta no se mandó hasta casi 45 minutos después.

Salomé Pradas, encargada de gestionar las emergencias a nivel regional, reconoció que no sabía de la existencia ni del funcionamiento del sistema de alerta masiva a los ciudadanos hasta esa misma tarde.

Desde entonces, las críticas en contra de Mazón y su equipo de gobierno se han amontonado.

El político, por su parte, ha intentado defenderse asegurando que actuó de acuerdo con los protocolos, pero las reconstrucciones de los hechos indican lo contrario: ese día tuvo hasta tres reuniones por temas diferentes al temporal y, según fuentes locales, cuando finalmente llegó a la reunión de emergencia por la Dana le tuvieron que explicar la gravedad del asunto.

En paralelo a la reunión gubernamental, cada vez más personas luchaban por no dejarse arrastrar por la corriente del agua: algunos ayudaron a gente que se iba a ahogar a subir a sus balcones, otros se refugiaron en azoteas y otros tantos intentaron localizar a sus seres queridos en medio de los cortes de la señal por el temporal. Una situación de angustia para los vecinos que se prolongó durante toda la noche.

“No sé muy bien cómo explicar lo que sentí esa noche. Sé que lloré durante mucho rato porque el agua no paraba de subir e iba cada vez con más fuerza (…) Pero lo peor fue escuchar los gritos de la gente que no había conseguido escapar de la riada a tiempo. Nos pedían ayuda y nosotros no podíamos hacer nada más que mirar”, cuenta una residente que se refugió en la azotea de su edificio en Benetússer, una de las poblaciones más afectadas por el temporal.

Hasta el día siguiente no se pudo ver la magnitud real y el nivel de devastación tras lo sucedido.

Destrucción. Calles arrasadas, edificios destruidos y autos apilados. Fue con lo que se encontraron los valencianos a su alrededor cuando despertaron el 30 de octubre.

“Es la peor gota fría del siglo”, así describieron medios como El País el fenómeno de la Dana y su paso por Valencia.

Además de los daños que había dejado el fenómeno natural tras de sí, desde el gobierno empezaron a hablar de “cuerpos sin vida”. Algunos seguían atrapados en los vehículos sin poder salir. Una realidad que los vecinos ya se temían.

Los primeros relatos de los familiares de las víctimas, como Ángel, que no logró salvar a su mujer de morir ahogada, empezaron a salir a la luz.

Mientras los vecinos intentaban salvar lo que quedó entre los escombros y habilitar las viviendas para que la gente pudiera volver a sus casas, los reclamos por la falta de ayuda de equipos oficiales eran cada vez más.

Solo en la mañana del 31 de octubre, los equipos de rescate sacaron ocho cadáveres del interior del garaje o zona aparcamiento de un edificio en la localidad de La Torre.

Para entender lo sucedido durante la DANA en Valencia, es importante saber cómo funciona la gestión de emergencias en un país descentralizado como lo es España. En el país hay tres niveles de emergencia. En el nivel 1 y 2 son las comunidades autónomas asumen su gestión –aunque en el segundo caso pueden pedir recursos al gobierno central–. En el nivel 3 es el Estado central quien asume la gestión de la situación y puede declarar estado de alarma.

El Ejecutivo regional de Mazón decidió convocar el nivel 2 de alerta –que es la que permanece actualmente–. Y, por eso, el presidente regional y su equipo son quienes siguen gestionando esta crisis actualmente.

No obstante, si el gobierno central de Sánchez lo hubiera considerado necesario podría haber declarado el nivel 3 de alerta e intervenir unilateralmente.

“Las autoridades valencianas conocen el terreno mejor que nadie. Los técnicos, bomberos o servidores públicos viven allí y saben lo que hay que hacer”, se justificó Sánchez al respecto el 2 de noviembre.

Para reforzar la ayuda institucional, que la mayoría de los ciudadanos han acusado de insuficiente, desde el mismo 30 de octubre se han organizado una infinidad de iniciativas civiles para ayudar a los damnificados.

“Solo el pueblo salva al pueblo”, es el lema oficial tras este desastre natural.

El viernes 1 de noviembre se registraron movilizaciones enormes de gente de toda la Comunidad Valenciana y de toda España en general para intentar ayudar a los afectados. En vistas a la gran movilización popular aún con avisos de lluvia, el gobierno regional decidió poner restricciones a la movilidad a las zonas más afectadas y aún en peligro de inundaciones.

Este mismo día el número de muertos ya superaba los 200, una cifra insólita en la región -y que no se actualiza desde hace días-.

Una gran cantidad de personas han intentado ayudar desde el principio de la crisis, pero la falta de organización regional y en los municipios ha sido un problema. Y, por eso, desde distintas localidades pidieron a la población que no mandara ayuda sin consultar con las fuentes oficiales cuáles eran las necesidades concretas.

En medio del caos, las denuncias de robo por las noches –sin luz y ni siquiera puerta de entrada en muchas casas– han ido en aumento.

Ante la situación, el 2 de noviembre el Gobierno de España anunció un despliegue de 20 mil agentes de policía y militares en la Comunidad Valenciana.

Las despedidas de los familiares de las víctimas y la angustia de los desaparecidos han ido en aumento con el paso de los días.

En medio de esta catástrofe natural, son muchos los que han sentido abandono por parte del Estado –tanto central como regional-. Uno de los municipios donde la sensación de desconfianza y enfado se generalizó tras lo sucedido fue Paiporta.

Y, por eso, la tensión estalló con la visita del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y de los reyes Felipe VI y Leticia a Paiporta del 3 de noviembre.

La visita oficial estaba pensando para mostrar solidaridad con los vecinos, pero ellos los recibieron con rabia por la gestión y la sensación de abandono.

Entre abucheos, objetos y barro por los aires contra los representantes políticos y de la realeza española, se vivió una gran tensión con intentos de agresión por parte de los ciudadanos incluidos.

“Nos hemos quedado sin nada (…) Y nadie ha hecho nada por evitarlo”, gritaba uno de los vecinos del municipio en el perímetro de donde se encontraba el rey Felipe VI, según recoge el medio CNN.

“¡Asesinos!”, gritaron otros.

La desconfianza en Paiporta, como en otras localidades afectadas, ha sido generalizada y no ha sido dirigida exclusivamente contra los representantes políticos. Periodistas y medios de comunicación también han sido blanco de las críticas porque los vecinos consideran que no mostraron desde el primer momento lo que estaba sucediendo en terreno.

“Enseña lo que está pasando aquí de verdad”, le gritaron los vecinos a uno de los fotógrafos presentes ese día.

Muchos medios han catalogado como “algo insólito en la democracia española” la ira de la gente ese día.

“Yo creía que vivía en el primer mundo. Ya no puedo más, he tocado fondo”, denunciaba una vecina de Alfafar el 5 de noviembre ante la cadena À Punt. Acusaba también la sensación de abandono que comparten otros tantos ciudadanos.

A pesar de que las acusaciones cruzadas entre el Ejecutivo central y regional siguen, el 5 de noviembre las cosas parecían cambiar con el despliegue en terreno de un gran operativo –el más grande desde el inicio de la democracia en España–: más de siete mil militares, 10 mil agentes policiales adicionales y un barco de las Fuerzas Armadas.

Todo junto a los servicios de emergencia nacionales e internacionales –en su mayoría voluntarios– como bomberos, ingenieros y trabajadores de infraestructuras, forenses o los trabajadores de la salud.

Otra de las grandes víctimas de este desastre han sido los animales, sobre todo los domésticos que se encontraban en casas en el momento de las lluvias y fueron arrastrados por la riada.

La población civil también ha hecho un gran esfuerzo para poder salvar las vidas de los animales y poder reunir con sus familias a todos los que se perdieron en medio del caos.

Ahora, desde las localidades afectadas aseguran que la organización es uno de los mayores problemas, pero que la ayuda civil sigue siendo de suma importancia.

Por su parte, la Generalitat ha pedido ayuda económica al gobierno central, que ya ha aprobado un paquete de 10 mil 600 millones de euros para intentar paliar el desastre.

No obstante, la recuperación será un proceso lento y largo. Y, mientras, las historias de las víctimas de lo sucedido no paran de llegar, con un gran peso emocional para todo el colectivo valenciano y español.

Estos últimos días de octubre se han convertido en una marca que perdurará en su historia.

«Tenemos espinitas en el corazón»

“Ahora mismo, cuando ha pasado una semana larga desde la riada, el desamparo continúa siendo tan grande que las palabras se desordenan, se amontonan las unas sobre las otras como los coches empujados por la corriente. Y no sé cómo lo podré explicar y pienso que, quizás, para entender la desesperación de tanta gente, la desesperación tan desesperada, basta con mirar y sentir (…) Y no reducir las vidas de la gente a cifras, aunque ahora solo podamos pensar en cifras”, reflexiona la periodista valenciana Núria Cadenes, en una columna en el medio Vilaweb, en medio de los pedidos de justicia.

El dolor pesa en el pensamiento colectivo.

“En la plaza lloran porque te han visto marchar. Desde el cielo han pedido que vayas (…) Tenemos espinitas en el corazón”, cantó la artista valenciana La María en el medio RTVE, la radiotelevisión pública española, en un acto por las víctimas y afectados por la Dana en estos días.

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