Fernanda Carapia
Agencia Reforma
Guadalajara, México 08-Mar-2020 .-
La marcha del 8M congregó a miles de mujeres en una misma voz: ¡alto a la violencia!.
Algunas plasmaron su enojo y hartazgo en las paredes de edificios y comercios.
Todo transcurría tranquilo, pero en la Rectoría de la UdeG la irá explotó.
Reprocharon los múltiples casos de acoso, hostigamiento y abuso sexual a alumnas y maestras por parte de estudiantes y docentes.
Según la Defensoría de Derechos Universitarios hay más de 30 denuncias en proceso, tanto en prepa como en universidad.
Ahí, frente a Rectoría, hubo pintas, gritos de repudio, de rechazo.
La pintura alcanzó a la estatua de Fray Antonio Alcalde y una mujer se puso enfrente para defenderlo.
Con los brazos en cruz y un rosario en la mano derecha, la mujer trataba de impedir que grafitearan la efigie del fraile.
Esto provocó enfrentamientos entre las manifestantes y la mujer. Se hicieron de palabras, de empujones e incluso de golpes y jalones de cabello.
Al final, el contingente avanzó. Había un objetivo, llegar a la Glorieta de las y los desaparecidos.
Metros antes de llegar a Chapultepec, se sembró el pánico. Hombres que iban en la marcha empezaron a decir que corrieran, que dieran la media vuelta y no se detuvieran.
Nadie sabe qué pasó. Los rumores empezaron: descargas eléctricas, agresiones, en fin.
La realidad es que ni la Policía supo, sólo vieron que rompieron el vidrio de un paraguas, pero no vieron quién.
El contingente se reagrupó y avanzó de manera pacífica por Chapultepec, hasta unos metros de arribar a la Glorieta.
No ha habido violencia, salvo el incidente de Rectoría, pero el enojo y hartazgo ha quedado reflejado en la banqueta, muros y algunas estatuas ubicadas en Juárez y Chapultepec.
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