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MIAMI
Disney se convirtió en aliado de la lucha contra los popotes, considerados una plaga medioambiental.
La empresa anunció esta semana que para mediados de 2019 habrá eliminado completamente de sus parques y otras instalaciones ese útil desechable del que solo en Estados Unidos se consumen 500 millones de unidades al día.
De paso se quitará de encima a los «removedores» plásticos para disolver el azúcar u otras sustancias en bebidas como té y café.
Con esa medida el consumo global de los también llamados sorbetes y removedores de plástico se verá reducido en 175 millones y 13 millones de unidades, según Disney, que se propone además bajar al mínimo el número de bolsas de plástico desechables y acabar con los vasos de la resina sintética poliestireno.
Un popote se degrade totalmente se necesita que pasen hasta 200 años y cada año un millón de aves y 100 mil otros animales marinos mueren por ingerir plásticos. Foto Facebook: @TheLastPlasticStraw
La compañía recordó que desde 1995 el Fondo de Conservación Disney ha dedicado más de 70 millones a revertir el declive de la fauna salvaje en el mundo. No lo dice en ese texto, pero muchos de esos animales han sido además los grandes protagonistas de sus películas animadas.
También hemos reducido nuestras emisiones netas de gases de efecto invernadero en un 41% en 2017 y desviado casi un 50% de desechos de rellenos y quemas ese mismo año, lo que significa un destacado progreso en nuestro objetivo a largo plazo de lograr cero emisiones netas de gases efecto invernadero y desechos, y a la vez ahorrar recursos hídricos», señala un comunicado de Disney.
La página web del movimiento «The Last Plastic Straw» (LPS), que proclama con «orgullo» su pertenencia a la Coalición contra la Contaminación Plástica, se hace eco en un lugar destacado del anuncio de Disney, que en esto ha seguido los pasos de otras como Starbucks y Alaska Airlines, además de negocios pequeños en distintas zonas de Estados Unidos, Puerto Rico, Antigua y Filipinas.
Fundado por la californiana Jackie Nunez, a la que le vino la idea cuando en 2011 le sirvieron un vaso de agua con un tubo plástico para sorber que no había pedido, LPS se define como un proyecto de voluntariado comunitario que defiende la necesidad de ser «drástico con el plástico» para «salvar nuestras costas».
Tras indicar que poniendo una detrás de otra los popotes que se consumen a diario en Estados Unidos se podría dar dos veces y media la vuelta al planeta Tierra, el movimiento propone «un desafío» muy simple en pro del medio ambiente, los animales y la salud.
A los restaurantes, bares, cafeterías y similares les insta a eliminar voluntariamente los popotes o al menos suministrar solo a quien lo pida expresamente y en ese caso facilitarle uno hecho en materiales biodegradables o reutilizables.
Al ciudadano le reclama que cuando pida una bebida en un restaurante o bar especifique que no quiere popote y aliente a otros a hacer lo mismo, además de informar a camareros y encargados de las razones y de cómo sumarse a este movimiento.
Básicamente lo que piden es «hacer menos» -menos consumo, menos desechos y menos de este objeto- para acabar con el problema «en la fuente» antes que llegue a los ríos y a los mares y afecte a los animales que los habitan.
Entre la numerosa información existente sobre el tema en internet destacan dos datos: para que un popote se degrade totalmente se necesita que pasen hasta 200 años y cada año un millón de aves y 100 mil otros animales marinos mueren por ingerir plásticos.