Donald Trump asegura que las personas separadas en la frontera no son familias

jornada.com.mx

Nueva York

Los miles de niños inmigrantes separados de sus familias en la frontera con México están poniendo bajo sitio político al presidente Donald Trump, ante una condena casi unánime de su política que ha llegado a tal nivel que el propio mandatario que la promovió ahora dice que no es suya.

Una vez más, como lo ha hecho en días recientes, Trump acusó a los demócratas de ser responsables de la separación de niños de sus padres, al insistir en su mentira de que su gobierno sólo está aplicando la ley existente, pero no hay ninguna ley que obligue a la separación de niños de sus familias que migran a Estados Unidos.

En un torrente de tuits esta mañana, además de culpar a los demócratas por las leyes migratorias, buscó justificar sus medidas antimigrantes sugiriendo que las personas separadas en la frontera no son familias: los niños son utilizados por algunos de los peores criminales en la Tierra como un medio para ingresar a nuestro país. ¿Alguien ha estado viendo los crímenes que ocurren al sur de la frontera. Es histórico, algunos de esos países están entre los más peligrosos en el mundo. No ocurrirá en Estados Unidos.

En el mismo hilo, continuó un ataque sin precedente contra Angela Merkel, al afirmar que “el pueblo de Alemania se está volteando contra su liderazgo mientras la migración sacude a la coalición ya tenue de Berlín. El crimen en Alemania se ha elevado mucho. Gran error cometido en Europa al permitir el ingreso de millones de personas que han cambiado su cultura tan fuerte y violentamente… ¡No queremos que lo que está sucediendo con la inmigración en Europa nos ocurra a nosotros!” (no menciona que la tasa oficial de crimen en Alemania está en su punto más bajo desde 1992).

Pero el tema de los niños podría haber sido un paso demasiado extremo y aparentemente el propio presidente lo sabe, ya que desde el viernes había dicho que odia ver la separación de familias, y que es algo triste, antes de acusar, una y otra vez, a los demócratas. Cuando Melania Trump emitió un mensaje en el que asegura que también ella odia ver familias separadas, y haciendo eco de la demanda de su marido, de que ambos partidos busquen una solución en el Congreso, quedó claro el esfuerzo para evadir responsabilidad por esta práctica.

Sin embargo, la política de separación de niños fue diseñada por Stephen Miller, asesor de Trump; promovida por John Kelly, jefe de gabinete; oficialmente anunciada en abril por Jeff Sessions, procurador general, e implementada por Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Interna, quien este lunes afirmó: no vamos a ofrecer disculpas por hacer nuestra tarea.

El coro de condenas ha llegado a un nuevo nivel, en el cual cada vez más voces conservadoras se están sumando a las de demócratas, líderes religiosos y grupos de derechos humanos.

La ex primera dama Laura Bush, quien casi nunca comenta sobre temas políticos, expresó que esta política de cero tolerancia es cruel. Es inmoral. Y rompe mi corazón, escribió en un artículo publicado el domingo en el Washington Post. Su cuñado, el ex candidato presidencial republicano Jeb Bush también llamó a poner fin a esta práctica sin corazón.

Todas las ex primeras damas vivientes (Rosalynn Carter, Michelle Obama y Hillary Clinton, quien como secretaria de Estado y después como candidata presidencial justificó la detención y deportación de menores inmigrantes centroamericanos no acompañados) denunciaron esta política.

Los demócratas denuncian esta práctica visitando centros de detención en varias partes de la frontera, mientras 49 senadores (ningún republicano) han impulsado un proyecto de ley para poner fin a esta medida. El ex presidente Bill Clinton tuiteó que estos niños no deberían ser utilizados como herramienta de negociaciones.

Bernie Sanders, senador independiente, expresó este lunes: en Estados Unidos de América no se trata, ni debería tratarse, de encarcelar a niños pequeños en jaulas en la frontera sureña.

Cada vez más republicanos se han visto obligados a criticar esta política, incluso hasta el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y el influyente senador Lindsey Graham, quien indicó que Trump podría poner fin a la práctica con una llamada telefónica.

Max Boot, analista conservador del Consejo de Relaciones Exteriores argumenta que ahora el impacto del trumpismo tiene rostro: el de una niña hondureña de 2 años llorando mientras su madre es detenida por la Patrulla Fronteriza, y que tal vez el presidente finalmente dio un paso que resulta inaceptable hasta para sus aliados más leales. El New York Post –cuyo dueño es Rupert Murdoch, amigo del presidente– se proclamó contra la separación de familias al afirmar que no es sólo que esto se vea terrible a los ojos del mundo. Es que es terrible, mientras varios líderes religiosos conservadores también han deplorado la práctica.

En Ginebra, el alto comisionado de derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Zeid Ra’ad al Hussein, exigió este lunes que el gobierno de Trump cese de inmediato las separaciones de niños. Denunció esta política sin escrúpulos y citó a la Asociación Americana de Pediatría describiendo las medidas como abuso contra los niños sancionado por el gobierno, que además podría causar daños irreparables.

En tanto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señaló que los niños tienen derecho a no ser separados de sus padres y apremió al gobierno estadunidense a no privarles la libertad bajo ninguna circunstancia.

                                                         
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