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El Chapo Guzmán contó en 2012 al productor de su proyecto de película autobiográfica que en una ocasión el ejército mexicano lo atrapó, lo torturó y lo paseó cabeza abajo en un helicóptero, antes de liberarlo por falta de pruebas.
¿Pero es verdad, o fue un invento o una exageración del Chapo, que soñaba con dirigir y protagonizar una megaproducción hollywoodense?
En el 30º día de juicio del capo mexicano Joaquín Chapo Guzmán en una corte de Nueva York, Alex Cifuentes, el hijo menor de una legendaria familia colombiana de narcotraficantes que vivió con el acusado en las montañas de Sinaloa, contó ante el jurado parte de esta historia.
Cifuentes, de 50 años, que colabora con la fiscalía estadunidense y testificó este miércoles por tercer día consecutivo, relató que estuvo presente en unas de las entrevistas del Chapo con su productor de cine colombiano Javier Rey, que recopilaba información para el filme que el acusado quería dirigir.
Y que en ella, en 2012, el Chapo contó a Rey cómo el ejército lo atrapó en el estado de Nayarit.
Los soldados le reventaron las manos con las culatas de sus rifles, le amarraron de manos y pies con una cuerda y lo pasearon en helicóptero cabeza abajo para que revelara donde escondía la droga, dijo Cifuentes en el contrainterrogatorio del abogado de la defensa Jeffrey Lichtman.
El Chapo contó a su productor que pese a ser torturado, nunca reveló el paradero de los estupefacientes.
Pero la defensa, que asegura que el Chapo es un chivo expiatorio de una conspiración de su socio en el cartel de Sinaloa Ismael Mayo Zambada, el gobierno mexicano y agentes corruptos de la DEA, sugirió que el acusado exageró lo sucedido para fines cinematográficos.
El Chapo «no tiene cicatrices en sus manos, ¿no?», dijo el abogado a Cifuentes.
Cifuentes, que el martes aseguró que el Chapo le dijo haber pagado un soborno de 100 millones de dólares a Enrique Peña Nieto cuando éste aún era presidente de México a cambio de protección, también volvió a hablar de sobornos a las fuerzas del orden colombianas.
Confirmó que en febrero de 2016 dijo a fiscales estadunidenses que «el general Naranjo» de Colombia recibía una mensualidad para dar protección a su familia, así como un pago de 50 mil dólares a la Fuerza Aérea colombiana para obtener información sobre la navegación y ubicación de embarcaciones de las autoridades.
También recordó cuando junto a su hermano Pacho -finalmente asesinado- se reunió con un hombre que él creía era un agente de la agencia antidrogas estadunidense, la DEA, en un restaurante cercano a un aeropuerto, y su hermano le dio una caja de teléfono celular llena de dólares.
«No sé si fue soborno o regalo», dijo Cifuentes.
El Chapo es acusado de traficar más de 155 toneladas de droga a Estados Unidos, y puede ser condenado a cadena perpetua si es hallado culpable.