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El fantasma del Watergate ronda por la Casa Blanca de Trump

jornada.unam.mx

Nueva York.

Huracán político, régimen inestable y hasta Watergate son algunas de las caracterizaciones de la creciente crisis política detonada por la expulsión del asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, alimentada cada vez más con revelaciones sobre las relaciones extensas entre Donald Trump y su círculo íntimo con el gobierno ruso y la guerra abierta del presidente contra las agencias de inteligencia de Estados Unidos.

Como siempre en Washington, no son los hechos indebidos o hasta criminales los que provocan una crisis política, sino los intentos por encubrirlos. Desde el principio, Trump y sus asesores repetidamente han rechazado haber tenido contactos con funcionarios rusos. Ahora hay cada vez más evidencia de que no sólo su asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, sino varios integrantes de la campaña de Trump y sus socios tuvieron interacciones constantes con oficiales de inteligencia rusos a lo largo del último año, según reportajes del New York Times y CNN en las últimas horas.

El escándalo está creciendo precisamente porque revela que Trump y sus socios han mentido repetidas veces sobre contactos con oficiales rusos, mientras los medios hacen listas de fechas en que una y otra vez negaron que hubiera interacciones con rusos. Apenas el pasado viernes, durante un vuelo en el Air Force One, se le preguntó a Trump su opinión sobre el reportaje del Washington Post en torno a Flynn, y el presidente respondió que no estaba enterado de eso. Para el martes, su vocero admitó que Trump había sido informado de la famosa conversación entre Flynn y el embajador ruso desde hace dos semanas.

Flynn fue expulsado de su puesto el lunes, después de revelarse que había abordado el tema de las sanciones estadunidenses con el embajador ruso en Washington antes de que Trump asumiera la presidencia –posible violación de una ley que prohíbe a ciudadanos privados interferir en la negociación de disputas diplomáticas con otros gobiernos– y después engañó al vicepresidente Mike Pence y a otros en la Casa Blanca sobre el contenido de ese intercambio.

Pero Trump buscó este miércoles cambiar el enfoque y, en lugar de responder al tema de las relaciones con los rusos, contraatacó culpando a las agencias de inteligencia. “El verdadero escándalo aquí es que información clasificada es repartida ilegalmente por ‘la inteligencia’ como si fueran dulces. Muy antiestadunidense”, declaró en un tuit la mañana de este miércoles.

Poco más tarde, en declaraciones a la prensa durante su reunión con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, continuó con los ataques a sus propias agencias: desde la inteligencia se están filtrando papeles… es un acto criminal… y denunció: la gente está tratando de encubrir lo que fue una derrota terrible de los demócratas con Hillary Clinton.

Aunque la Casa Blanca informó que Trump había exigido la renuncia de Flynn el lunes, este miércoles el presidente argumentó que fueron las filtraciones y no los actos de Flynn los que llevaron a su despido, e insistió en que Flynn había sido tratado muy, muy injustamente por los medios.

En otro tuit la mañana de este miércoles acusó a los dos periódicos que publicaron las revelaciones sobre Flynn, además de los contactos del círculo del presidente con oficiales rusos, y nombró a dos de las agencias de inteligencia como posibles culpables: “se está dando información de manera ilegal a los fracasados @nytimes &@washingtonpost por la comunidad de inteligencia (NSA y FBI?) Justo como Rusia”.

La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) fue la que interceptó, según el Times, las llamadas entre socios de Trump y los rusos, como parte de su vigilancia extranjera rutinaria, y la FBI revisa éstas y otras comunicaciones internacionales entre la gente de Trump y los rusos como parte de una investigación.

Esa creciente guerra contra las agencias de inteligencia está generando aún más tensión y alarma dentro y fuera de la Casa Blanca, con varias voces, desde militares y funcionarios hasta analistas, que cuestionan la estabilidad del nuevo gobierno. El senador republicano Bob Corker declaró a MSNBC que se tiene que transparentar todo lo relacionado con este escándalo, pero, alarmado, preguntó: ¿tendrá la Casa Blanca la capacidad para estabilizarse?

El torrente de revelaciones está complicando la tarea de los legisladores republicanos de apoyar a su nuevo presidente, y políticamente ya se están observando algunos tibios intentos por distanciarse de Trump, mientras críticos dentro de su propio partido, como los senadores John McCain y Lindsey Graham, expresaron alarma ante las nuevas revelaciones. Hoy el senador Corker, presidente del comité de Relaciones Exteriores del Senado, entre otros, solicitó más información sobre la relación entre el equipo de Trump y Rusia.

Los demócratas están llamando a una investigación independiente sobre las comunicaciones de Flynn, así como sobre cualquier intento por encubrirlas. Mientras tanto, los del equipo de campaña de Hillary Clinton están al ataque; su ex vocero Brian Fallon declaró en un tuit: todo lo que habíamos sospechado durante la campaña se está comprobando. Este es un escándalo colosal.

Frente a todo esto, el fantasma de Watergate está resucitando en el sentido de que el error que lleva a los escándalos no es el delito o el acto indebido mismo, sino el encubrimiento de éste. Walter Pincus, columnista del Washington Post, señala que la famosa pregunta de un legislador en la investigación a Richard Nixon sobre Watergate es la misma ahora para esta crisis en la Casa Blanca: ¿Qué sabía el presidente y cuándo lo supo?

El veterano periodista Tim Weiner, autor experto en asuntos e historia de la comunidad de inteligencia, recuerda este miércoles en un artículo en el New York Times escándalos de inteligencia del pasado (dos asesores de Seguridad Nacional de Ronald Reagan renunciaron por el escándalo Irán-contra, por ejemplo), y los antecedentes de Flynn y su patrón de engañar o promover hechos poco sustentados cuando era director de la Agencia de Inteligencia de Defensa y, tras preguntar si el país está en el camino de otro Watergate, concluye: “han sido apenas tres semanas desde que el equipo de Trump asumió el poder, y un aroma distintivo ha empezado a emanar de Washington, lo que el señor Kissinger supuestamente llamó ‘el odioso olor de la verdad’”. (https://www.nytimes.com/2017/02
/15/opinion/on-the-road-to-another
-watergate.html?ref=opinion).

Otra derrota

Trump sufrió este miércoles otra derrota cuando Andy Puzder, nominado para secretario del Trabajo, se retiró después de que el liderazgo republicano informó que no contaría con suficientes votos para ser ratificado. Puzder fue uno de varios nombramientos controvertidos tanto por su falta de experiencia en el sector público como por sus posiciones contrarias a la misión de su secretaría; sus críticos lo llaman el secretario del antitrabajo.

También hoy Trump sorprendió al marcar un giro de la posición diplomática estadunidense sobre Medio Oriente de las últimas dos décadas, al afirmar que está dispuesto a abandonar la insistencia en un Estado palestino como parte de algún acuerdo de paz con Israel. No abandonó por completo la llamada solución de dos estados, pero consideró que se debe evaluar la de un solo Estado (o sea, Israel, con un enclave palestino dentro de ese estado) y aseguró: puedo vivir con cualquiera de las dos.

Con Netanyahu a su lado y expresando su apoyo para este giro, Trump insistió: pienso que vamos a tener un acuerdo… Podría ser un acuerdo mejor de lo que la gente en este salón entiende. También llamó a su contraparte israelí a hacer una pausa en la ampliación de las colonias israelíes en territorio palestino.

Locuras

Mientras evoluciona el escándalo, el Congreso aprobó este miércoles anular un reglamento impuesto por el gobierno de Barack Obama diseñado para impedir la venta de armas de fuego a decenas de miles de personas con desórdenes mentales. Se espera que Trump lo promulgue en ley rápidamente.

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