actualidad.rt.com
Chuy Trejo es la más trabajadora del asilo, barre todos los días, toda la casa. «Por eso le trajeron muchos regalos», dice una mujer mientras le entrega un obsequio a la habitante de la residencia gerontológica Las Palomas, en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, al centro de México. Chuy, junto a otros adultos mayores, tendrá una Navidad diferente.
Rosita, por ejemplo, pidió que le regalaran un suéter; Sabina, una pantaleta talla 38; y Manuela, lo que muchos desean: unos zapatos cómodos. De esta forma, las organizaciones La Colectiva Diversa, Juntos y Abrazados y la Iglesia Católica Antigua del Río de la Plata en México –la cual acoge a la comunidad gay del estado– se convierten en una especie de Santa Claus para ancianos que no tienen familia o que han sido abandonados.
En México, los adultos de más de 60 años suman 10 millones, con base en el Censo de Población y Vivienda, el 16% de ellos sufre rasgos de abandono y maltrato.
Cada adulto mayor del asilo Las Palomas publicó en Facebook una foto con su nombre y el regalo que les gustaría recibir; la convocatoria tiene la intención de captar gente interesada en apadrinar algunas de las necesidades de las personas de la tercera edad. «Para usted, lo que pidió», le dice un hombre a Fernando, un anciano que conserva la misma sonrisa que se le ve en la foto en la que solicitó «una loción para afeitar English Lady».
«Escogimos el asilo Las Palomas, porque son personas que no tienen recursos, que no tienen familia o que son abandonados (…) La convocatoria de este año me impresionó, a través de redes sociales tuvo un alcance de más de 100.000 personas con las fotografías de los ancianos en las que solicitaban sus regalos, tan sencillos como un labial; la gente se solidarizó y en 24 horas yo ya tenía todos los regalos quintuplicados», cuenta Alfonso Leija Salas, cura y científico en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, y quien coordina a las organizaciones convocantes.
En la actualidad, el 25% de los ancianos en México vive en condiciones bajas de bienestar y casi un 20% en muy bajas, afirma Margarita Maass Moreno, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Una labor de años
Este es el segundo año que las organizaciones buscan un Papá Noel particular para cada habitante de la residencia, a quienes festejan desde hace 3 años hasta en el Día del Niño, «porque siguen siendo niños», anota Alfonso.
Este sacerdote y científico genómico trabaja desde hace 35 años con grupos vulnerables y en 1986 abrió la primera iglesia de la diversidad sexual en el estado de Morelos; eran los años de la pandemia del sida y dos años después, en 1988, dividió la parroquia para habilitar un albergue para enfermos terminales de sida. «Fue una época terrible para nosotros, donde la gente comenzaba a morir como racimos, llegaban ahí realmente a morir» recuerda Leija Salas.
La labor se amplió para apoyar a grupos de artesanos en la plaza principal de la ciudad de Cuernavaca y a gente en situación de calle; en Morelos no hay datos oficiales sobre el número de personas en esta condición, pero se estima que el 13,3% de mexicanos viven en situación de calle.
«Que no sea la última vez»
Los regalos fueron entregados este 17 de diciembre, sin embargo, aún se pueden hacer donaciones para la operación de la residencia.
«Llegaron más de 300 personas a darles su regalos a los ancianos, a compartir con ellos una posada –tradicionales celebraciones mexicanas, previas a la Navidad y que se conmemoran desde la época de la Colonia- y piñatas. Esto es importante para ellos, que muchas veces se sienten abandonados o no se sienten atendidos», destaca Alfonso.
«Que no sea la última vez», invita con voz emocionada la joven que transmitió la entrega de los regalos a los abuelitos y abuelitas a través de Facebook; ellos acudieron a su fiesta con el brillo en los rostros que da una casa llena, las miradas que regresan al pasado o el ensimismamiento de quien trata de entender el presente del momento.
La respuesta a la convocatoria esperanza al padre Alfonso.»Me gustó mucho la respuesta, muchos, a veces, nos decepcionamos de la capacidad de la gente para ser más humanos, para solidarizarnos con el dolor de otros, y lo que vi hoy es que la gente vuelve a creer».
María Loza aguarda emocionada, lo que ella pidió fue un regalo sorpresa.