Era la que más cumplía con las condiciones mínimas para el respeto a los derechos de los internos, afirma Ruth Villanueva, de la CNDH
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El complejo penitenciario Islas Marías fue desaprovechado. Sus características pudieron convertirlo en un modelo innovador para el sistema carcelario en la resocialización de los internos, pues era lo más cercano a sentirse en libertad. Si bien este centro de reclusión funcionó por momentos como un espacio donde se alcanzaba la llamada reintegración social, actualmente el costo por cada preso es mucho mayor que en el resto de los penales del país.
Datos oficiales revelan que cada recluso del archipiélago tiene un costo para el erario de 2 mil 800 pesos al día, de ahí que la principal razón para su cierre –anunciado el pasado 18 de febrero– sea económica.
La tercera visitadora general de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Ruth Villanueva –también especialista en temas de reclusión– señaló que es un avance cerrar las cárceles, pero en esta ocasión se hace con la mejor calificada
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Era el único centro de internamiento en el país con las condiciones más parecidas a la vida en libertad y a la convivencia en comunidad, además de que muchos reclusos podían vivir junto a sus familias, lo que generaba opciones para la reinserción social.
Afirmó que los más recientes estudios de la CNDH sobre los centros penitenciarios arrojan que Islas Marías era el que mejor cumplía con las condiciones mínimas para el respeto a los derechos y dignidad de los internos, pues tras el motín de 2013 no había autogobiernos ni sobrepoblación, existía trabajo comunitario, educación y actividades para los presos y sus familias, servicios de salud y alimentación, entre otros beneficios, tal como lo establecen las normas internacionales.
Villanueva aclaró que no basta con el decreto firmado por el presidente Andrés Manuel López Obrador para cerrar este espacio, pues se necesitará la autorización del Congreso; además, corresponde exclusivamente al Poder Judicial determinar a qué penales se trasladaría a los reclusos.
Se favorecía la integración a la sociedad
Emilio Cunjama López, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales, aseveró que hoy día se privilegia la privación de la libertad que no permite la reinserción social y sólo el complejo de Islas Marías ofrecía un esquema que favorecía la reintegración a la sociedad, pero fue abandonado.
“El complejo fue una prisión modelo que se generó para proponer un esquema que no tuviera el principio de encierro, sino que contara con una comunidad en que la familia accediera a una estancia. Una vida lo más apegada a la libertad.
Tenemos los vicios en la prisiones del país: sobrepoblación, deficiencia en los servicios, corrupción; Islas Marías era un modelo innovador que aspiraba a tener mayor eficiencia, ya que la familia fortalece que se puedan tener mayores probabilidades de estar en sociedad, porque la prisión tradicional no reinserta a nadie
, considera Cunjama.
Calderón intentó modificar el esquema
Un ex directivo del penal, que prefiere omitir su nombre por motivos de seguridad, afirmó en entrevista que durante el gobierno de Felipe Calderón las cosas cambiaron
y se internó ahí a presos de alta peligrosidad, lo que generó que las islas dejaran de ser un penal respetuoso de garantías, aunque tras el motín de 2013 se retomó la idea de cárcel en libertad.
Remarcó que los dos únicos presidentes que visitaron las islas han sido Luis Echeverría, en 1970, y ahora López Obrador. Consideró que las razones económicas son de peso para el cierre de esta cárcel, sin embargo, se acaba con el mejor modelo de resocialización
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La colonia penal, sobre todo después de los años 70 y hasta antes de la decisión de Calderón, funcionó de tal forma que los presos cumplían con todo lo requerido para poder llevar a su familia y mantenerla ahí; desarrollaban la melga penitenciaria –labores con las que cumplían su pena–, asistían a actividades académicas o laborales, salían preparados para trabajar al obtener su libertad y hasta elaboraban los alimentos.