«El miedo no es una opción»: La vida del hijo de un periodista asesinado en México

Desde el año 2000 hasta la actualidad, 124 periodistas han sido asesinados en México por su labor periodística, según la organización Artículo 19.

actualidad.rt.com

Han pasado más de cuatro años del asesinato del periodista Moisés Sánchez Cerezo y su familia aún vive con miedo y con el coraje de saber que el homicidio permanece en impunidad, como tantos otros en este país.

En entrevista con RT, su hijo Jorge Sánchez cuenta cómo ha sido para él este proceso y por qué decidió continuar con el oficio de su padre en uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo.

La trágica tarde

El nombre de su padre era Moisés Sánchez Cerezo, un periodista de Medellín de Bravo (estado de Veracruz) que trabajó durante varios años en La Unión de Medellín, como se llamaba el periódico que dirigía.

Para poder vivir y mantener a su familia, Sánchez Cerezo alternaba su oficio manejando un taxi y con una tienda de abarrotes.

Como parte de su labor de denuncia, en diciembre de 2014, el entonces director de La Unión documentó que un grupo de vecinos se había organizado para protegerse debido a que la policía local no lo hacía. Sus notas sobre la inseguridad y el estado de las calles se convirtieron en una voz potente que exigía al alcalde de Medellín, Omar Cruz Reyes, del Partido Acción Nacional (PAN), mejorar las condiciones en el municipio.

Moisés sabía que era alguien incómodo, pero no imaginaba que la tarde del viernes 2 de enero de 2015, sujetos armados ingresarían a su hogar, preguntarían por él y lo secuestrarían, en presencia de su esposa y sus nietos.

La investigación del caso

Su familia denunció ante la Procuraduría de Justicia de Veracruz la privación ilegal de Moisés, con la premisa de que su labor periodística debía ser la principal línea de investigación sobre el secuestro. El entonces gobernador del estado, Javier Duarte de Ochoa, quien actualmente está en prisión acusado de asociación delictuosa y lavado de dinero, se comprometió a buscarlo, aunque de inmediato desestimó la labor periodística del reportero al referirse a él como un «conductor de taxi» y «activista vecinal».

Veintitrés días después de la privación ilegal, el Gobierno anunció que habían encontrado el cuerpo sin vida de Moisés y que los principales involucrados eran funcionarios públicos. Un expolicía, vinculado en el secuestro del periodista Noé Rodríguez, admitió durante su detención que el homicidio de Sánchez Cordero fue un encargo directo del chofer del alcalde de Medellín.

«Se puede decir que fue por hacer uso de su derecho a la libertad de expresión», admitió en conferencia el entonces procurador de Justicia, Luis Ángel Bravo Mena. 

Investigaciones deficientes

En el caso de Moisés, como en otros cinco casos que analizó Artículo 19, documentaron investigaciones carentes de eficiencia, exhaustividad e imparcialidad. Además, «las Fiscalías o Procuradurías se encargan en un primer momento de desacreditar u omitir la labor periodística de la víctima, criminalizarla o estigmatizarla», denunció la misma organización.

Según Artículo 19, la falta de pericia para recabar más elementos de prueba en las investigaciones sobre el asesinato de Moisés Sánchez, sumado a la debilidad de la investigación, posibilitaron que varios implicados en el caso tuvieran oportunidad de sustraerse a la acción de la justicia o encontrar elementos de defensa.

Tanto el exalcalde de Medellín de Bravo, quien en varias ocasiones amenazó a Moisés Sánchez, así como su chofer y escolta, señalados como los presuntos autores intelectuales del homicidio del periodista, obtuvieron amparos y hoy están en libertad.

«El gobierno mexicano en su conjunto ha fracasado en la prevención de agresiones a periodistas y en la protección de la vida, la libertad personal y la integridad personal en relación con la libertad de expresión», refiere Artículo 19 en su informe Protocolo de la Impunidad en Delitos contra Periodistas.

De padre a hijo

Jorge Sánchez aprendió de su padre Moisés la importancia del oficio periodístico, el valor de no quedarse callado y la definición más elemental de justicia.

Como el herrero o el carpintero que aprenden generación tras generación el oficio de sus progenitores, Jorge aprendió en la calle a hacer entrevistas, a tomar fotos y a editarlas. «Oye, hay una manifestación», le decía su padre, y él iba a acompañarlo cuando tenía tiempo libre.

Aunque hoy es diseñador editorial, Jorge aprendió de todo y en estos años cuenta que le ha tomado mucho interés a la investigación porque le permite, en sus palabras, «ayudar a la gente, ser parte de una mejora dentro de la comunidad».

Aunque no acapare los grandes medios nacionales, para Jorge es indispensable que se denuncien los problemas de su comunidad, como la mala calidad del aguala privatización de ese recurso y los conflictos de interés que se presentan en el manejo del erario público.

«Debemos ser un contrapesopara que empiecen a trabajar los funcionarios, si no, se la pasan robando», acusa.

Jorge entiende que la gente de su comunidad tiene problemas reales que exigen justicia, y él mejor que nadie sabe que en México, a veces, «no hay espacio para ella».

Violencia e impunidad

Desde el año 2000 hasta hoy, 124 periodistas han sido asesinados por su labor periodística, de acuerdo con el recuento de la organización Artículo 19. En menos de cuatro meses del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, cuatro reporteros han sido asesinados.

Uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo es también uno donde la impunidad campea. De acuerdo a datos oficiales, en 99,13% del total de las investigaciones que ha iniciado la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión por las agresiones cometidas contra periodistas, no se ha logrado una sentencia condenatoria.

Temor e impotencia

A cuatro años del secuestro y homicidio de Moisés Sánchez, su hijo Jorge admite que tiene miedo e impotencia.

«Obviamente tenemos el temor natural, sabemos que nos puede llegar a pasar algo. Hemos tenido amenazas, nos han seguido, nos han tomado fotografías, inclusive a mi madre en el lugar en donde trabaja, en una ocasión se nos paró un vehículo y se bajó una persona armada, queriendo de alguna manera intimidar», cuenta Jorge Sánchez.

«Pero —evoca los dichos de su padre asesinado—: Si nosotros nos quedamos callados, si nosotros no hacemos nada, las cosas no van a cambiar«.

A pesar de cuatro años de dolor, Jorge Sánchez está convencido que hay que hacer públicas las injusticias. El periodista, que aprendió el oficio y el coraje de su padre, reitera que el silencio abona a la impunidad: «Como decía él, el miedo no debe ser una opción».

                                                         
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