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El partido que lo tuvo todo y ahora lucha por vivir o morir: los 94 años del PRI

Este año tendrán procesos electorales el Estado de México y Coahuila, las últimas entidades que no han sido gobernadas por otro partido que no sea el tricolor

La historia moderna de México es muy difícil de entender sin el Partido Revolucionario Institucional (PRI), debido a que fue el instituto que gobernó todo el país por más de siete décadas, esto posterior a la Revolución Mexicana, movimiento armado que inició con el objetivo de terminar con el gobierno —algunos lo han llamado dictadura— de Porfirio Díaz.

Dicho movimiento social no solo pudo erradicar un gobierno que se reeligió por décadas, sino que planteó el nacimiento de algunas de las instituciones que dan forma al Estado mexicano, además de que dio pie a que se promulgara la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), misma que sentó las bases del actual sistema político que rige el país.

Fue en 1928 cuando, tras el asesinato de Álvaro Obregón, el general Plutarco Elías Calles explicó al entonces presidente Emilio Portes Gil que la nación necesitaba la creación de un instituto político en donde cupieran todas las disidencias políticas, con el fin de erradicar los conflictos entre los grupos que aún sobrevivían al conflicto armado, es decir, las facciones carrancistas, villistas, obregonistas, zapatistas, por mencionar algunas.

El PNR nació, de acuerdo a Plutarco Elías Calles, con la necesidad de evitar que continuarán los conflictos que había dejado la Revolución Mexicana (PRI)

Asimismo, el expresidente mexicano señaló que el país no solo necesitaba un instituto que incluyera a todas las voces del país, sino que también era necesario que México comenzara a contar con “verdaderos partidos nacionales”, aquellos que pudieran representar las necesidades de todas las entidades federativas.

“(El partido debía tener) una disciplina de sostén al orden legal mediante la unificación de los elementos revolucionarios del país”

Fue por eso que, tras muchas pláticas con líderes sindicales, terratenientes, sectores obreros y de todas las ideologías, se reunió a la mayoría de las voces en la Convención Constitutiva del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en, donde según documentos oficiales, estuvieron presentes el 90% de las agrupaciones políticas que tenían reconocimiento y registro.

Con 874 delegados, el trabajo inició el 1° de marzo de 1929 en el Teatro de la República en Querétaro, mismo que duró hasta el día 4, fecha en la que declaró constituida la organización política mediante la creación de la declaración de principios, los estatutos, así como el Pacto de Unión y Solidaridad. En dichos ordenamientos se priorizo que el partido estuviera dividido en los sectores agrario, popular, obrero y militar.

Alrededor del país, el PRI comenzó a arraigarse entre todos los sectores de la ciudadanía (Mediateca INAH)

De aquel momento a la fecha han pasado 94 años, en los cuales el instituto político ha cambiado su nombre en dos ocasiones. Fue en 1938 cuando es renombrado como el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el cambio no solo significó eso, sino que también reformó la estructura de las organizaciones, debido a que se dejó afuera al sector militar, ya que desde el Estado se tomó la decisión de que los elementos de las Fuerzas Armadas no debían formar parte de la estructura de los gobiernos.

Finalmente, en 1946, el partido fue de nuevamente renombrado con las siglas que son conocidas en todo el país. En los estatutos del tricolor se estableció que éste fuera de ideología de izquierda, afiliado desde los primeros momentos a la Internacional Socialista y trabajara bajo el lema de Democracia y Justicia Social.

El éxito del PRI como eje rector del Estado fue inminente, su poder llegó a ser tal que hasta finales de los ochenta estuvo al frente de todos los cargos de elección popular en el país y, aquellos pocos lugares que conseguían otros institutos, casi siempre se trataba de instituciones ligadas al propio partido de Estado, su mayor rival durante años fue el Partido Acción Nacional (PAN), quienes actualmente son sus aliados en la coalición Va por México.

Sin embargo, conforme comenzaron a pasar las décadas, algunas decisiones, reformas a la Constitución y leyes secundarias, conflictos sociales, decisiones que impactaron directo a la sociedad y crisis económicas comenzaron a tambalear el poder que parecía absoluto del partido, tanto así que en 1989 pierde su primera gubernatura, en 1997 perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y en el 2000 pierde la Presidencia de la República.

El Estado de México se convirtió en uno de los bastiones del PRI en el país (Mediateca INAH)

Aunque las dos pérdidas anteriores fueron relevantes, perder la titularidad del Ejecutivo Federal significó uno de los mayores golpes al partido, pues por primera vez tuvieron que actuar como oposición, una posición que desconocían en la configuración del Estado mexicano.

Durante dos sexenios, pese a que perdían y recuperaban tanto gubernaturas como las cámaras del Poder Legislativo, tuvieron que reconfigurarse como partido y, con esto, darle poder a algunos cuadros jóvenes que comenzaban a ganar protagonismo como Enrique Peña Nieto, exgobernador del Estado de México y que, rumbo al 2012, se perfilaba como la mano que podría volver al PRI a la silla presidencial.

Los señalamientos no fueron en vano, aunque enfrentó a un fortalecido Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en los comicios, el priista se consolidó en las encuestas y retornó al PRI al puesto que había tenido desde la década de los treinta.

En el transcurso de su administración, Peña Nieto tuvo como objetivo fortalecer al tricolor con ideas modernas, pero sin abandonar su esencia revolucionaria, por lo menos así quedó enmarcado durante la celebración 85 de la fundación del partido.

“Fiel a su principio que propone ideas de vanguardia, que dialoga y que, en una dinámica propia de la democracia, construye acuerdos con las demás fuerzas políticas. En el siglo XXI la justicia social, bandera histórica y actual de nuestro partido busca hacer realidad los derechos que establecen nuestro constitución para cada mexicano”

Enrique Peña Nieto fue el último presidente priista (Cuartoscuro)

El retorno del PRI a la presidencia no duró mucho, pues en 2018 volvieron a perder en los comicios federales y, desde entonces a la fecha, han ido perdiendo gubernaturas, presidencias municipales, puestos en los Congresos locales, en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República.

Con 94 años en el escenario político mexicano, el panorama del Revolucionario Institucional luce intermitente y en 2023 podría decidir mucho de su futuro, pues en el presente año se realizarán elecciones en el Estado de México y en Coahuila, las últimas entidades que son conocidas como “bastiones” del instituto, las cuales nunca han sido gobernadas por otro partido que no sea el que surgió de la Revolución Mexicana.

Los escándalos, disputas al interior del partido e intentos de reformas a los estatutos han puesto al partido en jaque ante la ciudadanía, tanto así que la organización política que tuvo todo durante la segunda mitad del siglo XX todo el poder en el país, en los próximos meses podría quedar reducido, en caso de que los comicios no le sean favorecedores, a contar con menos de dos gubernaturas y muy pocos espacios en el Poder Legislativo.

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