Este martes 24 de enero en el octavo piso de la Corte de Brooklyn, “El Grande” testificó en contra del ex Secretario de Seguridad Pública relatando el primer encuentro que sostuvieron el exfuncionario público y los líderes del Cártel de los Beltrán Leyva
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En medio de incertidumbre y opiniones contrapuestas, el juicio de Genaro García Luna, acusado de favorecer al Cártel del Pacífico durante su gestión como ex Secretario de Seguridad Pública a lo largo del sexenio del expresidente Felipe Calderón, continúa su curso en el octavo piso de la Corte del Distrito Este de Nueva York.
De este modo, la mañana de este martes 24 de enero volvió a subir al estrado en calidad de testigo Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, quien se desempeñó como lugarteniente del Cártel de los Beltrán Leyva y señaló a Genaro García Luna de haber recibido sobornos millonarios por parte de la organización criminal.
Aunque en su primera comparecencia El Grande volvió a reafirmar dichas acusaciones sobre García Luna, este martes en el estrado Villarreal Barragán relató que el también extitular de la Agencia Federal de Investigación (AFI) fue privado de su libertad por órdenes de Arturo Beltrán Leyva, episodio que previamente ya había sido reconstruido por el periodista Ricardo Ravelo Galo.
El “secuestro” de Genaro García Luna
Fue en libro El Licenciado, escrito por J. Jesús Lemus en donde se retoma el trabajo periodístico de Ricardo Ravelo Galo en donde señaló que hombres armados de Arturo Beltrán Leyva secuestraron a Genaro García Luna durante unas horas, justo cuando viajaba por la carretera de Tepoztlán en el estado de Morelos y cuando ya se desempeñaba como Secretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón.
De acuerdo con las revelaciones del periodista, el convoy en el que viajaba García Luna fue interceptado por un grupo de sicarios que superaban en números a los escoltas del coordinador de la AFI, ante la amenaza de confrontación, el exfuncionario optó por el diálogo.
Anteriormente, Sergio Enrique Villareal Barragán, El Grande, había confirmado que dicho encuentro sucedió, más descartó que se tratara de un secuestro, calificando más bien el acercamiento como “una invitación de la organización (de los Beltrán Leyva) para que el licenciado (Genaro García Luna) fuera a la casa del patrón (Arturo Beltrán Leyva) a tomarse unos whiskies”, refirió .
Sergio Villarreal Barragán también agregó que en aquella cordial convivencia los dos estuvieron tomando, platicando y riendo a carcajadas, incluso aseguró que algunos de los escoltas de Genaro García Luna estuvieron en la casa cuidándolo a la distancia “en una mesa que se les acondicionó a lado de la alberca”. Ese fue el primero de los dos encuentros que sostuvieron el ex Secretario de Seguridad Pública y Arturo Beltrán Leyva, alias El Barbas.
El Grande aclaró que el supuesto secuestro, ocurrido cuando ya estaban hechos los acuerdos de colaboración, en realidad se convirtió en una reunión en la que Arturo Beltrán Leyva quería conocer algunas cosas y hablarlas de frente con Genaro García Luna quien por razones imaginables había pospuesto el encuentro que por tercera ocasión se suspendió a última hora en la Ciudad de México, cuando habían acordado reunirse en una casa de seguridad ubicada en Coyoacán.
Por ello, cuando Arturo Beltrán Leyva se enteró que Genaro García Luna se movía por Morelos le ordenó a Sergio Villarreal Barragán que fuera en busca de Genaro García Luna para saludarlo. El Grande integró un grupo de hombres a su disposición en la zona de Cuernavaca y relató que fueron unos 100 elementos con uniforme militar pertenecientes a las Fuerzas Especiales de Arturo (FEA) plenamente identificados con las siglas en blanco en los chalecos antibalas quienes se dirigieron a interceptar el convoy del exfuncionario, el cual ubicaron sobre la carretera Cuernavaca-Tepoztlán.
Al convoy de siete camionetas que custodiaba a Genaro García Luna le marcaron el alto cerca de la comunidad de Santa Catarina. Para ello, el grupo comandado por El Grande puso un retén sobre la carretera, bloqueando el paso con más de 35 vehículos. Nunca estuvo latente el riesgo de confrontación, porque aun cuando la orden era llevar a el ex Secretario de Seguridad Pública a la casa de El Barbas, este fue muy claro al decir que no quería ninguna baja y pidió que se respetara la vida del exfuncionario.
Fue El Grande quien se paro en medio de la carretera cuando el convoy de García Luna se encontraba a al menos un kilómetro de distancia para “recibirlo con los brazos abiertos y que no comenzaran una matazón”. Sergio Villarreal contó que el convoy se detuvo en seco a unos 50 metros de donde estaba él y después de unos cinco minutos de la tercera camioneta bajó Genaro García Luna también con los brazos abiertos.
Villarreal Barragán atribuyó la serena reacción del ex Secretario de Seguridad Pública y sus escoltas a que él exfuncionario lo reconoció a la distancia.
De acuerdo con el relato expuesto en el libro El Licenciado, Genaro García Luna se acercó a El Grande rodeado por su grupo de escoltas, no obstante, se negó a saludar al lugarteniente de los Beltrán Leyva de mano, lo que molestó a Sergio Villareal Barragán, quien ahora funge como testigo en el juicio del ex Secretario en Nueva York.
Pese a ello, Villarreal Barragán hizo valer su superioridad al menos en el número de hombres armados que lo acompañaban para para decirle a García Luna que tenía la orden de llevarlo “por las buenas o por las malas” a la casa de su patrón (Arturo Beltrán Leyva) que lo estaba esperando.
El trabajo periodístico de Ricardo Ravelo Galo refiere que Genaro García Luna no se opuso ni titubeó, aceptó ir a la cita y le respondió a El Grande que le indicara el lugar y ahí estaría, no obstante, Sergio Villarreal Barragán lo contradijo y le dijo que tenía que ir con él en su camioneta y que, si quería, lo podían acompañar algunos de sus escoltas. Ambos coincidieron en achicar los convoyes.
A la casa de Arturo Beltrán Leyva llegaron únicamente tres camionetas: en la primera iban El Grande y García Luna, con dos escoltas cada uno, en la segunda que era un vehículo oficial iba un grupo de seis escoltas de la AFI y en la tercera viajaba un grupo de las FEA.
Sergio Villarreal Barragán describió el saludo entre Beltrán Leyva y García Luna dentro de la casa de seguridad como “el encuentro de dos cabrones, que se necesitaban y se respetaban” y describió que como tal se trataron “hubo mucho respeto, todo fue risas”.
La reunión duró poco más de cuatro horas, también estuvo presente Héctor Beltrán Leyva. El libro El Licenciado señala que solo los hermanos Beltrán Leyva y el exfuncionario supieron de que hablaron, ninguno de los escoltas de los tres hombres se acerco a la mesa, todos permanecieron a la distancia y el servicio de meseros fue suspendido apenas entró Genaro García Luna a la casa. El Grande detalló que Héctor Beltrán Leyva era quien ocasionalmente se levantaba para acercar el whisky con hielos.
De acuerdo con el relato de El Grande, la reunión terminó cuando ya era noche, Héctor y Arturo Beltrán Leyva llevaron a Genaro García Luna a la puerta y se despidieron con un apretón de manos, los hermanos estaban muy contentos pero nadie más que ellos sabían las razones.
Después la reunión se convirtió en fiesta y a Sergio Villarreal Barragán se le ordenó salir en búsqueda de “Música en Vivo”, que así era como Arturo Beltrán Leyva se refería a Joan Sebastian, su cantante favorito. El Grande recordó que el cantante llegó un día después a la casa de El Barbas para continuar con la celebración que se había prolongado durante dos días.