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Magda Coss Nogueda
La noticia impactó al mundo político mexicano, pero no fue precisamente una sorpresa. De hecho, lo que se vio aquellos días de 2013 era una repetición de una historia clásica de castigo a los líderes sindicales –si bien teñidos de corrupción– cuyo verdadero crimen era haber cambiado de alianza. La traición, en la política mexicana, siempre se paga.
Elba Esther Gordillo. Es uno de los nombres más célebres de la política mexicana, y uno de los personajes más pintorescos. Famosa por jugar entre ser ‘del pueblo’ y al mismo tiempo ‘de la alta elite’, Gordillo logró tejer una de las redes más complejas de alianzas que se han visto en la política mexicana moderna, gracias a un control de hierro sobre la organización más grande y poderosa de América Latina: el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) de México.
Elba Esther Gordillo asiste a un evento en la ciudad mexicana de Puebla el 7 de abril de 2011 / Imelda Medina / Reuters
Con más de un millón de agremiados, una enorme capacidad de movilización y millones y millones de pesos en recursos, el SNTE ha sido un aliado clave –o un tremendo dolor de cabeza– para los presidentes del país desde hace décadas.
Y también, una de las fuerzas más contrarreformistas en el mundo de la educación del país, al menos hasta que la llamada ‘Maestra’ cayó de la gracia del presidente en turno, Enrique Peña Nieto, y terminó pasando cinco años en la cárcel por lavado de dinero y delincuencia organizada.
Como diría Marx, la historia se repitió, aunque, distinto a su frase, no fue primero como tragedia y después como comedia, sino como una profunda ironía. Elba llegó al poder exactamente de la misma forma en que lo perdió. Pero, antes de su caída, pasaría 30 años construyendo una enorme red de alianzas políticas que alcanzaron a cinco presidentes de la República e incontables senadores, diputados y secretarios.
‘La Maestra’ llegó al poder gracias a un golpe de fuerza que Carlos Salinas de Gortari, recién jurado como presidente de México, le dio al poderoso sindicato. Esto, al arrestar al longevo dirigente del sindicato, Carlos Jongitud Barrios y entregarle a Elba el control.
Jongitud nunca perdonó a Gordillo: «Yo la hice», dijo años después, ya que fue bajo su alero que ella creció dentro del sindicato. Pero el poder es el poder y Elba llegó a un acuerdo con Salinas. Jongitud pasaría más de ocho años en prisión.
Gordillo fue diputada del PRI e incluso líder de la bancada de su partido. Amasó una enorme fortuna –de la que no tenía ningún empacho en presumir, dando entrevistas en una palaciega casa o mostrando su gusto por marcas caras– a pesar del empobrecimiento de los docentes y, sobre todo, de la calidad de la educación mexicana.
Domicilio de Elba Esther Gordillo en San Diego, California, el 27 de febrero de 2013 / Mike Blake / Reuters
Hizo aliados en muchos grupos de poder. Dentro del PRI construiría los liderazgos de Miguel Osorio Chong (que fuera secretario de Gobernación de Enrique Peña Nieto), Humberto Moreira, Miguel Angel Yunes y Carlos Salinas. Con el PAN, hizo importantes alianzas con Vicente Fox y Felipe Calderón, además de Jorge Castañeda y Juan Villoro.
Estas alianzas le dieron acceso a todo por tres décadas: información, recursos, protección. Sus problemas empezaron con Ernesto Zedillo, a quien le dio la espalda a pesar de ser diputada por el PRI; al final del mandato, pactó con Fox y en su gestión su poder creció. Después se alió con Calderón en su guerra a muerte contra el PRI de Roberto Madrazo; sin embargo, la batalla terminaría por pasarle la factura.
Enrique Peña Nieto asumió el poder en diciembre de 2012 y necesitaba –como lo necesitó Salinas en su momento– dar un golpe mediático. Y su elección fue encarcelar a la más poderosa líder sindical del momento.
Profesores protestan con una máscara gigante y una cola de serpiente que representa a Elba Esther Gordillo cerca del Ministerio del Interior en la Ciudad de México, el 4 de junio de 2003 / Henry Romero / Reuters
Gordillo no pudo evitar, con todo su poder y recursos, enfrentar un periodo en la cárcel. Nunca le perdonó a su sucesor haber hecho lo que ella misma le hizo a Jongitud. Pero, desde su calvario, tejió una nueva y astuta alianza: Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Aunque nunca reconocida con sinceridad, la alianza es transparente: tanto el nieto como el yerno de ‘la Maestra’ fueron operadores en la campaña del ahora presidente electo. Y, si como dicen, en política no hay casualidades, esto difícilmente lo es: el mismo día que AMLO recibió su constancia de mayoría, ella quedó absuelta.
Pero veremos. La vida da muchas vueltas y, mientras se escriben estas líneas, ya ha solicitado un amparo contra cualquier posible nueva orden de aprehensión. Solo un día antes, empezó a circular un video en las redes llamando a los maestros a volver a hacer de Elba Esther Gordillo la líder, absoluta, de su sindicato, ahora de la mano del gobierno de Morena.