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No tiene cargo definido en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero el padre Alejandro Solalinde reconoce que en los últimos días ha llamado a tres futuros ministros para corregir alguna de sus declaraciones. El religioso, de 73 años, que ha pasado media vida atendiendo migrantes en su camino a EE UU es uno de los hombres que habla al oído del presidente electo de México, quien tomará posesión el 1 de diciembre.
Desde esta cartera sin competencias definidas habla de los zapatistas, de quienes dice están manipulados; señala que un movimiento armado estaba preparado en el país en caso de fraude electoral y hace sus propuestas migratorias en plena crisis con Estados Unidos. Son las diez de la noche de un lluvioso viernes y al terminar la entrevista con EL PAÍS un alto cargo de Morena, el partido de López Obrador, espera para hablar con el religioso. Desde aquí, Solalinde pone en contacto dos mundos, el político y el social, que rara vez se tocan. El nuevo poder en la sombra se ejerce desde un convento en la colonia San Rafael de la capital mexicana.
Pregunta. ¿Cómo ve a López Obrador?
Respuesta. Lo veo tranquilo, nada exaltado y sin ánimo vengativo. Si alguien ha sido golpeado durante años ha sido él y hasta a [Donald] Trump le ha dado una gran lección de respeto. No ha querido movilizar a la gente ante el gran fraude en Puebla porque quiere un país en paz y con ganas para reconstruir México.
P. Da la impresión de que, además de la violencia y la corrupción, los votantes no perdonaron la sensación de sexenio perdido.
“El zapatismo es muy dogmático, se ha aislado y está manipulado”
R. Entramos en el siglo XXI con un partido que marcó la decadencia total del sistema. Un país corrompido, violento y con 54 millones de pobres y el abandono de campesinos, indígenas y mujeres. Un país fragmentado y confrontado. Todos pensábamos que iba a ser el detonante de un estallido social.
P. ¿Pensó que habría fraude?
R. Sí, pero por sorpresa no fue así. Porque estábamos al límite. Mi percepción es que había muchas cosas preparadas para un enfrentamiento armado. Nunca lo había dicho, pero se estaba preparando algo serio. Pero, oh, sorpresa, el pueblo se volcó a las urnas para decir “quiero el cambio” y López Obrador va a ser un pastor que va a dar la vida por sus ovejas.
P. ¿No es excesivo comparar a López Obrador con un pastor? ¿Qué pasará cuando decepcione?
El padre Alejandro Solalinde durante la entrevista
El padre Alejandro Solalinde durante la entrevista HECTOR GUERRERO
R. Él no es Dios, pero es un facilitador. No puede defraudar porque cree en la gente y ya estamos haciendo cosas.
P. En este aplauso colectivo solo ha habido una voz discordante: el zapatismo.
R. Tienen ideas fijas sobre que todo es malo y que nada va a cambiar. Tienen prejuicios y sus asesores están muy ideologizados y solo quieren todo o nada. Son demasiado dogmáticos. Por razones históricas, que comprendo, el zapatismo se ha aislado y se ha encapsulado. No es como Cherán [la comunidad indígena que expulsó a las mafias].
P. ¿Están manipulados?
R. Sí, están manipulados. Yo busqué hablar con ellos y no hubo respuesta. También lo intenté con Marichuy [candidata indígena a la presidencia] y tampoco lo logré. Después me di cuenta de que no les dejaban. Los asesores no han permitido que los zapatistas se acerquen. En las tres elecciones han estado en contra de López Obrador y van a ver cómo tendrán que reconocer su error. Conozco a mi pueblo y sé que hay mucha gente que se muere de ganas por colaborar con este Gobierno, pero no le dan permiso.
P. ¿Por qué rechazó un cargo al frente de la Comisión de Derechos Humanos?
R. Soy misionero y me gusta seguir siendo libre. Tengo una presencia importante en el Gobierno de López Obrador que no he buscado, pero que se ha dado de forma natural y por la que no percibo un centavo, pienso que en el Gobierno pierdo libertad de hacerlo. Es también una forma de que López Obrador y la jerarquía católica puedan relacionarse libremente sin que yo sea un obstáculo.
P. ¿Y quién ocupará el puesto?
R. He propuesto a Elisabeth Lara Rodríguez, actual coordinadora de derechos humanos en Oaxaca. Hemos trabajado mucho juntos y es honesta, recta, y tiene autoridad moral en la materia.
P. ¿Cree que puede ser libre para criticar pese a estar tan unido a Obrador?
R. No soy de López Obrador ni de Morena, soy de México y sé que la victoria electoral es también de quien no ha votado por él, pero me consta que mi asesoría es efectiva. Esta semana hubo errores de algún [futuro] secretario [ministro] y le llamé a las siete de la mañana para decirle “amigo, esto no puede ser…” y después rectificó.
P. ¿Llamó un secretario para decirle que rectificara?
R. No le puedo decir a quienes, pero la semana pasada llamé a tres secretarios a las siete de la mañana. A dos para que rectificaran y a otro para que matizara.
P. ¿El Gobierno pondrá fin al plan que reforzó policialmente la frontera con Chiapas para impedir la entrada de centroamericanos, el Plan Frontera Sur?
R. Se tiene que acabar, por supuesto. La frontera se va a fortalecer en los aspectos comercial y turístico. La policía no debe estar para reprimir migrantes y la Secretaría de Migración tendrá que atenerse a su papel administrativo y las estaciones migratorias deben dejar de ser centro de detención para pasar a ser centros de atención.
P. Hasta ahora ha habido cordialidad, pero el tema migratorio puede ser motivo del primer enfrentamiento con Trump. ¿Hay alguna propuesta clara?
R. Estados Unidos le va a pedir a México que acoja más migrantes y no lo molesten en sus puertas. Nuestra propuesta es que México les va a dar refugio, trabajo, documentación, trabajo y posibilidad de educación y salud. Por ello se recibiría un dinero que se destinaría a atenderlos y paralelamente a un plan regional de desarrollo que va desde Panamá al Río Bravo [en la frontera con EE UU]. De esa forma, México recibe a sus hermanos y los atiende de forma humanitaria y cuando salgamos de la crisis ellos harán lo que quieran, seguir al norte o volver a su casa.