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Informe de 100 días: la exclusiva “reunión informativa” de Palacio Nacional

proceso.com.mx

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Día de concentración en Palacio Nacional: el presidente Andrés Manuel López Obrador ha convocado a un “informe” con motivo de sus primeros cien días de gobierno, y a su encuentro acude una procesión de potentados, mujeres y hombres destacados de los ámbitos político, económico y militar, relevantes en la llamada “Cuarta Transformación”.

Por el Patio Central de la sede del Poder Ejecutivo, desfilan desde temprano los líderes camerales –del Senado, Martí Batres; de los diputados, Porfirio Muñoz Ledo; llega Arturo Saldívar Lelo de Larrea, ministro presidente de la Suprema Corte y, entre los uniformes de gala que marinos y militares de alta jerarquía portan, aparece en solitario el magnate de magnates: Carlos Slim, en una mañana fresca y bajo la sombra que aun no elimina el trayecto solar.

Atrás quedaron las modestas concentraciones que hasta hace unos años encabezaba en los pueblos más recónditos, un Andrés Manuel López Obrador que tenía, entonces, una “ambición legítima”: ser presidente de México.

Hoy que lo es, afirma aquí que ha recorrido todas las entidades federativas en estos cien días desde que cumplió su sueño, para encabezar 90 “reuniones informativas”, como suele llamar a los mítines, sobre el accionar de gobierno y que, muy a pesar de lo granado de la concurrencia, ésta del informe es una más.

Las únicas pompas del encuentro se expresan en los honores militares, la salutación al lábaro patrio marcada por el batido de batacas y el estallido de corneta que gira instrucciones a una concurrencia todavía poco acostumbrada a los toques, que se debate, insegura, entre saludar o no, conforme a la convención escolar del saludo a la bandera matinal.

Es lo de menos.

López Obrador está acompañado por sus tres hijos mayores y su esposa, Beatriz Gutiérrez Muller. No hay para ellos mención especial, pues el mandatario, en su salutación, sólo se referirá a los representantes de los otros dos poderes y a las “Cluadias” gobernadoras: Sheinbaum, de la Ciudad de México, y Pavlovich, de Sonora.

El sillerío dispuesto al fondo del patio central está prácticamente abarrotado en sus apenas cinco filas de invitados especiales, gente del gobierno la mayoría, que por hora y media escuchará bajo un sol que avanza sobre ellos, los 64 compromisos cumplidos, de los 100 que prometió aquel 1 de diciembre, en la jornada de actos simbólicos de la toma de posesión, y 36 de los cuales siguen “en proceso”.

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La cordialidad política se impone. En el acto, que se ha titulado “Informe de Gobierno. Primeros 100 Días”, se asignó a los titulares de los otros dos Poderes, una “línea de honor” a la que se integra la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.

De los primeros diez de los cien días, destaca el desencuentro con la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y las bancadas de oposición que rechazaban diferentes aspectos de la Ley de Remuneraciones, ordenamiento legal mayoriteado que se propuso bajar el salario de los servidores públicos de todos los poderes.

Fueron los días en los que el presidente López Obrador aseguró que los ministros ganaban 600 mil pesos mensuales; y que consideró que los juzgadores “daban un mal ejemplo” por cobrar salarios exorbitantes, a lo que respondieron desde el Poder Judicial precisando las nóminas.

Están ahí los gobernadores, inclusive los que han sido críticos al presidente y a quienes él ha evidenciado, como el perredista michoacano Silvano Aureoles, a quien le estalló, al iniciar el año, la protesta de profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), señalado por el mandatario federal de andar de gira por Europa cuando detonó el conflicto que mantuvo parado el transporte ferroviario.

Hoy, al hablar de las leyes con las que se están sentando las bases para la “cuarta transformación”, López Obrador declara:

“En este proceso hemos contado con el apoyo de legisladoras y legisladores de todos los partidos. Expreso a todas y a todos ellos mi agradecimiento sincero.

“En estos poco más de tres meses hemos mantenido una relación de respeto a las autonomías de los otros Poderes y a las autoridades estatales y municipales; y esa conducta mantendremos a lo largo de todo el sexenio”.
Aureoles, ahora sólo difiere de algunas decisiones, pero destaca lo conseguido en la estrategia contra el huachicoleo. Advierte que no se han podido bajar los índices de criminalidad, pero se muestra confiado en que ocurra porque “en los primeros cien días apenas se está acomodando el gobierno”.

Y será Aureoles quien termine minimizando los polémicos abucheos de días pasados a los gobernadores visitados por el mandatario que, dice, ya todo se irá acomodando.

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La concentración es también de aliados empresariales de éste y todos los gobiernos: Alfredo Harp, el hombre que de ser crítico se volvió cercano por la vía del beisbol; Ricardo Salinas Pliego, anfitrión que ha sido del mandatario, encargado en su Banco Azteca de dispersar recursos de programas sociales pero, afectado por la cancelación del proyecto minero Los Cardones.

Está Carlos Hank, cuyo banco Banorte será el que se encargue de las “Tandas del Bienestar”, y destacadamente, Carlos Slim, el hombre más rico de México y uno de los más ricos del mundo, que en buena medida lo es por las concesiones y contratos con el gobierno, a quien esta vez le tocó cancelar su contrato por el nuevo aeropuerto capitalino y enfrentar los señalamientos por “contratos leoninos” en el sector eléctrico… cuando menos.

Pero López Obrador asegura que hay confianza de inversionistas nacionales y extranjeros, defiende su política económica diciendo que entiende la desconfianza en relación a su promesa de generar crecimiento al 4%, pero se mantiene en la oferta. Y Slim lo respalda, porque al finalizar el acto, será el hombre más perseguido por la prensa, concentrador de la atención.

El magnate se pliega al discurso presidencial que hoy se ha reiterado: crecimiento económico al 4% anual, pero como promedio sexenal. Y Slim, confía en esa cifra, desestima las notas negativas de las calificadoras internacionales, para decir que “no es mala señal para el crecimiento”.

Luego, justifica: “Es el primer año, todos los primeros años de los gobiernos se empieza a organizar los presupuestos, los planes, etcétera. Pensar en que se baje un poquito el crecimiento en un año, no es tan importante como la perspectiva de crecimiento mayor y de que se estén sentando las bases para un crecimiento superior.

“Yo no me preocuparía de nada: primero, está bajando la inflación; segundo, hay una mayor austeridad y sobriedad; y hay este acuerdo que señalaba el presidente y la necesidad de importancia de la inversión pública y privada”.

López Obrador dice en su mensaje que les ha costado trabajo resolver la cancelación de contratos; Slim confirmará que él es uno de los que aun no logra resolver esa cancelación de lo que se encargaba en el Lago de Texcoco.

Es la cancelación del Nuevo Aeropuerto, producto de la decisión popular, dirá el presidente que una vez más promueve sus consultas, como una forma de concretar el principio indígena de “mandar obedeciendo”.

Los negocios con el sector privado se mantienen, dice Carlos Slim, declarando una vez más su confianza en el gobierno que justo hoy, anuncia el presidente López Obrador, emitirá las prebases para licitar la red troncal, el tendido de 85 mil kilómetros de fibra óptica que posee sin operar la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

La “mafia del poder”, los “machuchones”, los beneficiarios del período neoliberal ya encontraron su espacio en la “Cuarta Transformación”: unos en el consejo asesor de López Obrador, otros en el Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico, el instrumento que el mandatario refiere aquí como promotor del desarrollo y que quedó en manos de un magnate, hoy jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo.

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Si de austeridad se trata, el evento lo es: se dispusieron apenas cinco filas de sillas, una quinta parte del Patio Central, que a diferencia de sexenios pasados, no luce pantallas gigantes, graderías ni decoración espectacular. Un pequeño templete cubierto por paño rojo de notorio desgaste, alberga el poduim, la tribuna desde la que López Obrador arengará.

Tan austero que ni toldo se dispuso y la concurrencia debe resistir el avance de la mancha solar que nunca alcanzará al mandatario, él a la sombra en su tribuna leyendo un mensaje, con uno que otro paréntesis de improvisación, que repasa cada aspecto de su arranque gubernamental

Ahí se habla de los escasos resultados en los índices de criminalidad, pero se hará frente con la Guardia Nacional; ahí se hace el recuento de beneficiarios de programas sociales, e inclusive, se insiste en las invectivas a los 36 años de modelo neoliberal, expresión genérica que no identifica responsables y a la vez a todos, incluida una buena parte de los asistentes.

Elegido por López Obrador como la sede del Poder Ejecutivo, la conversión de la expresidencia oficial de Los Pinos en recinto cultural es uno de los aspectos que aquí se mencionan como parte de la política de austeridad y de combate a la corrupción, junto con los vehículos de lujo, las mansiones extravagantes y el alto tabulador salarial que en algunos casos llegaba hasta 700 mil pesos mensuales, recordará el mandatario.

Y en eso, austeridad y combate a la corrupción, apuesta su gobierno, donde insiste ya no hay excesos, se eliminó al Centro de Investigación y Seguridad Nacional, así como al Estado Mayor Presidencial; se abrieron los archivos de las policías políticas –aunque aun no se abren del todo ya hay decreto—y se insiste en que no habrá represión y se respetará la libertad.

López Obrador insiste en su respeto a los derechos humanos, que patenta en la reapertura del caso Ayotzinapa y, prácticamente, aborda cada una de las polémicas de sus cien días en la perspectiva de quien despacha entre los pasillos del Patio de Honor:

En política exterior, amigo de todos los pueblos y gobiernos, no intervención; suspensión de ductos para erradicar el huachicol; eliminación de programas para que evitar tercerización de servicios sociales; combate a la corrupción para aumentar beneficios gubernamentales, y recuperar la inversión en Pemex y CFE.

Los invitados de la “Cuarta Transformación”, partícipes del acto, han tomado el engargolado con las acciones de gobierno, literalmente, en sus manos, y ahora les sirve como parasol. Sólo bajarán el encuadernado cuando deban ser partícipes de una de las 23 tandas de aplausos que al mandatario se le dispensarán.

Él, por su parte, recibe el aplauso con adustez, proclamando que convertirá a México en una potencia económica, con dimensión social, para finalizar gritando sus consabidos “tres vivas” a México, no sin antes llamar a construir “la bella utopía” de la patria justa, libre democrática y fraterna –que ya ha dicho, la Cuarta Transformación también es reconciliación—y aseverar:

“Reitero, reafirmo, refrendo el compromiso de no fallar. Nunca jamás claudicaré. Antes muerto que traidor”.

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