La región fronteriza de Bolivia, Chile y Argentina concentra el 68 % de las reservas mundiales de litio, mineral cuyo valor ha crecido de manera significativa en los últimos años.
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El crecimiento en la demanda y fabricación de dispositivos electrónicos y automóviles eléctricos ha provocado una disputa global por el litio. Se trata de un codiciado mineral utilizado para la fabricación de baterías cuyo valor ha repuntado de manera significativa en los últimos años, modificando el tablero de la geopolítica global.
En este contexto, el ‘Triángulo del litio’ en Sudamérica, la región fronteriza entre Bolivia, Chile y Argentina, se posiciona como una zona estratégica que despierta un creciente interés para las potencias económicas que manejan la economía global.
Un factor que, de acuerdo con el presidente depuesto de Bolivia, Evo Morales, explica una parte de los motivos detrás del golpe de Estado en la nación andina.
¿Qué es el litio?
Es un metal alcalino conocido por ser el elemento sólido más ligero que se conoce (tiene la mitad de densidad del agua), además de ser un eficiente conductor de calor y electricidad.
Por su elevado potencial electroquímico constituye un excelente material para la fabricación de baterías eléctricas para el almacenamiento de energía, también denominadas como baterías Li-Ion.
Dichas baterías son utilizadas principalmente en la industria de los dispositivos electrónicos y también en el mercado de los automóviles eléctricos, dos sectores que han tenido un crecimiento importante en las últimas dos décadas.
La comercialización del litio para la fabricación de baterías se da principalmente en su forma de carbonato de litio, aunque para otros usos industriales también se utiliza en forma de óxido de litio o cloruro de litio.
Tipos de yacimientos
El litio se extrae a partir de tres tipos de depósitos: salmueras (salares con agua de lluvia), pegmatitas (roca dura de grano grueso) y rocas sedimentarias. Sin embargo, la explotación más rentable de litio es la extracción en salmueras.
Se estima que el 58 % del total de litio en el planeta se encuentra en los salares de salmuera, seguido por un 26 % disponible en las pegmatitas, un 7 % en arcillas y el resto se encuentra en concentraciones poco significativas en el mar.
Usos industriales
En la actualidad el 39 % del litio es utilizado para la fabricación de baterías, el 30 % para la elaboración de productos cerámicos y vidrios, el 8 % para grasas y lubricantes, 5 % en la metalurgia, 5 % para la elaboración de polímeros, un 3 % para tratamientos de aire y el restante 10 % se dirige a otros fines, incluyendo usos medicinales.
De cara al año 2026, se estima que el 70 % del consumo tendrá como destino la fabricación de baterías, un 15 % a vidrios y cerámicos y el 15 % restante a otros usos, según datos del Ministerio de Energía y Minería de Argentina.
El ‘Triángulo de litio’ en Sudamérica
La mayor concentración de litio se encuentra en el llamado ‘Triángulo del litio’, conformado por Bolivia, Chile y Argentina.
Estos tres países concentran alrededor del 68 % de las reservas globales del mineral.
Bolivia posee el 30 % de las reservas mundiales de litio, seguido de Chile, con 21 %, y Argentina, con 17 % del total, según el estudio ‘El mercado mundial del litio y el eje asiático. Dinámicas comerciales, industriales y tecnológicas (2001-2017)’, realizado por Julián Zícari, Bruno Fornillo y Martina Gamba.
Más atrás se encuentra Australia con 7 %, que pese a poseer uno de los mayores yacimientos en forma de pegmatita, sus números caen considerablemente al procesar dichas rocas y convertirlas en carbonato de litio, la forma estándar de comercialización del mineral con fines industriales.
La región de Norteamérica también alberga algunos yacimientos de litio, aunque en menor magnitud.
En este sentido, Canadá y México poseen cada uno el 3 % de las reservas globales de litio, seguidos de EE.UU. que cuenta con el 2 % del total.
El mercado mundial del litio
La explosión de las nuevas tecnologías de la información, principalmente con el auge de los teléfonos inteligentes y otros dispositivos electrónicos con acceso a internet, así como las baterías para automóviles eléctricos, ha modificado por completo el mercado mundial de litio en las últimas dos décadas.
Esto explica el marcado repunte en el valor del litio a partir de 2015, al mismo tiempo que la cantidad de litio comercializable en el mundo ha tenido una tendencia a la baja a lo largo del siglo XXI, según muestran cifras disponibles en la base de datos de comercio de productos básicos de Naciones Unidas.
En este sentido, Chile es la principal potencia exportadora de litio, ya que en 2017 y 2018 realizó ventas al exterior por un valor de 1.642 millones de dólares, casi 10 veces más que cualquier otro país del mundo. Entre 2001 y 2017, Chile acaparó las exportaciones del mineral, con el 50 % y 65 % de todo el litio comercializado a nivel global. La mayor región productora de litio en Chile se encuentra en Antofagasta, cerca del desierto de Atacama.
En contraparte, las principales potencias industriales de Asia son los países que registran las mayores importaciones de litio entre 2017 y 2018:
- China (723 millones de dólares)
- Corea del Sur (705 millones de dólares)
- Japón (511 millones de dólares)
- Bélgica (240 millones de dólares)
- EE.UU. (209 millones de dólares)
«La dinámica de intercambio global del litio, el control de su cadena de valor y el mercado de las baterías de Ion-Litio son un indicador de primer orden acerca de las relaciones norte-sur y de las estrategias de desarrollo contemporáneas que aplican los países, ya que el litio se encuentra en el corazón de un nuevo paradigma energético«, señalan Zícari, Fornillo y Gamba.
De acuerdo con los autores, el mercado de litio evidencia la manera en que se han modificado las relaciones de poder a nivel geopolítico en las dos últimas décadas, ya que las potencias económicas centrales del siglo XX (EE.UU., Alemania, Japón, Francia) «se ven cada vez más rezagadas y eclipsadas frente al fuerte dinamismo surasiático, especialmente el generado por China».
Sin embargo, en los últimos años se ha experimentado un cambio en la geopolítica del litio, con el crecimiento de Argentina como el segundo exportador del mineral, ya que dicho país pasó de tener una participación de apenas el 1,18 % del mercado en 2002 a cubrir el 19,54 % en 2016 gracias a la explotación del salar de Olaroz
El otro cambio significativo es el proyecto piloto que había comenzado a implementar el Gobierno de Bolivia desde 2016, para explotar la mayor reserva de litio del planeta, ubicada en el salar de Uyuni.
El litio, detrás del golpe en Bolivia
De acuerdo con el presidente depuesto de Bolivia, Evo Morales, el más reciente golpe de Estado ocurrido en la nación andina tiene como trasfondo una disputa global por las reservas de litio.
Así lo comentó Morales durante una charla con el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, a través de RT, en la que el líder boliviano dijo estar seguro que su proyecto para explotar industrialmente el litio del salar de Uyuni explica la participación de dirigentes de la región minera de Potosí en el golpe de Estado.
«Yo estoy segurísimo, porque un grupo de dirigentes cívicos del Potosí rechazaron nuestro plan del litio, que estaba previsto al 2025: 41 plantas, 14 de ellas netamente industria del litio», reveló Morales.
«El próximo año estaba previsto terminar la gran industria del carbonato de litio; en planta piloto este año estaba previsto 400 toneladas. Una tonelada de carbonato de litio cuesta más de 10.000 dólares. Hidróxido de litio. Y además de eso, plantas de baterías de litio. Estaba en el plan», añadió.
Un estudio reciente de la empresa estadounidense SRK documentó la existencia de 21 millones de toneladas de litio en el salar de Uyuni.
Esta situación ha puesto sobre la mira la importancia estratégica de otras reservas de litio a nivel global, como las que existen en el desierto de Sonora, en el norte de México, las cuales han sido concesionadas a particulares que iniciarán la explotación en 2020.
Una situación de cambios en la dinámica de los mercados que bien podría marcar el inicio de las futuras «guerras del litio».