Los jóvenes británicos son mucho más propensos que los ‘baby boomers’ a pensar que la licencia de maternidad remunerada debe dividirse entre la madre y el padre.
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Hace unas semanas cuando yo estaba entrando a la oficina, me di cuenta de que dos personas que estaban caminando detrás de mí estaban teniendo una conversación realmente interesante.
“Realmente quiero niños”, dijo una de las personas, en lo que parecía ser una voz masculina.
“Yo también”, respondió la segunda persona, quien también realmente sonaba como un hombre.
“Pero lo que sucede”, continuó la primera persona, “es que no estoy seguro de que ella realmente está de acuerdo y no quiero quedarme en casa cuidando a los niños todo el tiempo. Realmente me gusta mi trabajo”.
Inmediatamente dejé de caminar y comencé a fingir que estaba buscando algo en mi bolsa para poder ver quiénes eran esas personas.
Efectivamente, era un par de jóvenes. Absolutamente normales, probablemente tenían veintitantos años, vestidos para un día en la oficina. Mientras siguieron caminando, los miré, estupefacta. Ésta era una especie desconocida para mí.
Obviamente, sé que muchos hombres más jóvenes están más interesados en ser padres que sus propios padres.
He visto estudios en Google que afirman que los millennials que son padres ven más videos relacionados con la crianza de los niños en YouTube que las madres de esa generación. Y también he visto encuestas que muestran que los jóvenes británicos son mucho más propensos que los ‘baby boomers’ a pensar que la licencia de maternidad remunerada debe dividirse entre la madre y el padre. Sin embargo, ese fragmento de conversación destacó un cambio profundo en las actitudes de la fuerza laboral, y la lentitud de los políticos y los líderes empresariales frente a ello.
Existe una demanda, hasta ahora reprimida, de muchos hombres que quieren participar más en la crianza de sus hijos. Cuando Aviva, la aseguradora británica, comenzó a ofrecerles a los hombres la misma generosa licencia de paternidad que les ofrecía a las mujeres el año pasado, casi la mitad del personal de la empresa en el Reino Unido que se tomó un descanso en los primeros 10 meses del plan eran hombres. Diageo, el grupo de bebidas, anunció una política similar la semana pasada, pocos días después de que O2, el operador móvil, aumentó su licencia de paternidad remunerada. Pero esas empresas siguen siendo una minoría. Esto necesita cambiar. Más países deben seguir el ejemplo de Suecia, un pionero en las políticas de licencia de paternidad bien diseñadas.
Según la Comisión Europea, la evidencia muestra que cuando un nuevo padre se toma licencia de paternidad, las madres vuelven a trabajar más fácilmente, el empleo femenino es mayor y la brecha salarial por género es menor. Además hay un factor adicional que ya debería estar muy claro: muchos hombres serían mucho más felices.