El Premio Nobel de Literatura relató en “La tía Julia y el escribidor”, uno de sus libros más exitosos, esa particular historia romántica; sin embargo, tiempo después, su primera esposa escribiría sus memorias, en las cuales afirma que fue ella quien, con su sacrificio, impulsó la carrera de uno de los escritores más reconocidos del continente
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Normalmente, para el ciudadano del común, las historias de amor, sobre todo de amor juvenil, forman parte de sus secretos mejor guardados, pero a los escritores a veces les gana la tentación de relatarlas, disfrazadas de ficción, y convertirlas en novela, por lo menos eso fue lo que pasó con Mario Vargas Llosa con la escritora boliviana Julia Urquidi Illanes, quien pasó de tía a esposa.
La historia de Julia y Mario asombró a todos, en especial a la familia, en el momento en que se casaron, en mayo de 1955, Vargas Llosa, quien estudiaba con muchas dificultades económicas en París, tenía 19 años, y Urquidi era 10 años mayor, además de ser hermana de Olga, la tía política de Vargas Llosa.
Julia Urquidi Illanes nació el 30 de mayo de 1926, fue la cuarta de cinco hijos que había en su familia conformada por su padre Carlos Urquidi y su madre María del Carmen Illanes. La relación con los Vargas Llosa inició cuando Olga, la hermana mayor de Julia, se casó con Luis Llosa Ureta, tío del escritor Mario Vargas Llosa.
Después de casarse ambos se radicaron en Francia, con el fin de que Mario continuara sus estudios. Duraron ocho años juntos, hasta que finalmente Vargas Llosa abandonó a su esposa, enamorado de su prima hermana Patricia Llosa Urquidi, sobrina de Julia, pero su primer matrimonio inspiró a quien recibiría el Premio Nobel de Literatura en el año 2010 a escribir “La tía Julia y el escribidor”, publicada en 1977 y dedicada a “Julia Urquidi Illanes, a quien tanto debemos yo y esta novela”.
Para entonces Vargas Llosa ya era un autor reconocido, gracias a obras como “La ciudad y los perros”, “Conversación en la catedral” y “Pantaleón y las visitadoras”; sin embargo, esta especie de reflexión escrita se convirtió en una pieza fundamental de la literatura latinoamericana, porque fue más allá de la historia de amor imposible para realizar, con mucho humor, una descarnada descripción de la sociedad peruana de la época, algo que caracteriza la obra del peruano
El libro reúne el interés de los relatos de aventuras, donde la atención de los lectores queda sujeta a un final feliz continuamente postergado. Mientras que la relación del aprendiz de novelista y su tía se combinan.
En las primeras hojas, de la novela, se puede leer cómo es que conoce a su tía: “Recuerdo muy bien el día que me habló del fenómeno radiofónico porque ese mismo día, a la hora del almuerzo, vi a la tía Julia por primera vez. Era hermana de la mujer de mi tío Lucho y había llegado la noche anterior de Bolivia. Recién divorciada, venía a descansar y a recuperarse de su fracaso matrimonial”.
“En realidad, a buscarse otro marido”.
Al divorciarse, Julia se fue a vivir a Washington, se casó por tercera vez con René Pacheco y se radicó finalmente de nuevo en Bolivia, en La Paz.
En las pocas entrevistas que dio en vida (murió en el 2010) Urquidi reveló una relación de amor y odio con el escrito que, de alguna manera, la hizo famosa. Se mostró agradecida con el escritor y aceptó que, en general, le gustaba la novela, como historia, pero reconoció que le disgustó ver su vida “al descubierto”, especialmente cuando el texto fue convertido en una exitosa telenovela, a principios de los 80; una coproducción colombo-peruana, dirigida por el argentino David Stivel y protagonizada por la peruana Gloria María Ureta y el colombiano Víctor Mallarino.
En esta producción audiovisual, aseguró Julia, la retrataban como “una seductora de menores”, por lo que decidió escribir la historia desde su punto de vista, “Lo que Varguitas no dijo”, un libro de memorias publicado en 1983 en el que narra la temporada del matrimonio y el posterior divorcio (que no son tratados en “La tía Julia y el escribidor”, y especialmente los años que, asegura ella, Urquidi se dedicó a ayudar y apoyar a Vargas Llosa para que se convirtiera en el exitoso escritor que finalmente fue.
“Yo lo hice a él. El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío. Me costó mucho. Sin mi ayuda no hubiera sido escritor. El copiar sus borradores, el obligarlo a que se sentara a escribir. Bueno, fue algo mutuo, creo que los dos nos necesitábamos”, aseguró en una entrevista para el diario El Deber, en 2003, donde afirmó que con el peruano había pasado los años más felices de su vida, pero también los momentos más tristes.
Después de eso, cada que le preguntaban por el escritor decía que todo lo había dicho en su libro.