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Sin procurador General de la República, sin fiscal electoral, sin fiscal anticorrupción, con una gran crisis de legitimidad del órgano electoral, con impunidad y donaciones millonarias, tras los sismos de septiembre, en manos de un gobierno cuya corrupción ha sido su sello por excelencia; México camina rumbo a las elecciones de 2018.
1. La llegada de Peña Nieto a la Presidencia de México
«Más que una elección fue una compra de la Presidencia de la República»: Julio Hernández.
«La victoria de Peña Nieto, es quizá la primera compra anticipada de la Presidencia de la República»: Jenaro Villamil.
Enrique Peña Nieto llegó «como el propio Gustavo Madero –entonces presidente Nacional del Partido Acción Nacional (PAN)– dijo unos días después de las elecciones de 2012, a punta de billetazos; es decir, elecciones con un chorro, con un montón de dinero subterráneo, proveniente de fuentes oscuras», recuerda Julio Hernández, periodista y columnista del diario ‘La Jornada’.
En medio de una elección en donde el dinero inclinó la balanza a su favor, el entonces candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) llegó al poder, gracias también a la decepción que supuso el «cambio» con el PAN y los más de 100.000 muertos de la lucha del expresidente Felipe Calderón contra el narcotráfico.
Sin embargo, como lo revela Álvaro Delgado, en su libro ‘El Amasiato’, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto pactaron el apoyo del PRI mexiquense al panista en 2006 a cambio del respaldo de Calderón al entonces gobernador del Estado de México para los comicios de 2012.
Además, el otro expresidente panista, Vicente Fox Quesada, reconoció durante una entrevista en ‘Viva México’ que tenía un acuerdo con Peña Nieto para apoyarlo, «porque él (Peña Nieto) se comprometió conmigo a mover dentro del PRI reformas a favor de México».
Encuentro entre el expresidente de México Felipe Calderon y Peña Nieto tras las elecciones de 2012 / Henry Romero / Reuters
Seguramente, de ahí proceden los negocios que construyó a su paso por la Presidencia y su voraz interés en la industria petrolera, como lo retrata el periodista Raúl Olmos en su libro ‘FOX Negocios a la sombra del poder’.
En entrevista, Hernández señala que Enrique Peña Nieto llegó bajo el signo de la corrupción política desde el principio, «impulsado por el grupo al que le llamaban el sindicato de los gobernadores», al cual pertenecen varios de los mandatarios que actualmente están acusados de corrupción y quienes apoyaron económica y políticamente la precampaña y campaña del candidato priísta en 2012.
El periodista y reportero de la revista Proceso, Jenaro Villamil, coincide en que Peña obtuvo la Presidencia a través del desvío millonario de recursos para la promoción personal y la creación de una red de influencias de los gobernadores del PRI.
«(Siete de esos gobernadores) están procesados por corrupción, a través de también, una serie de sobornos corporativos, que ahora ya sabemos fueron desde OHL, Odebrecht, constructoras y grupos transnacionales», dice Villamil.
Interior de la sede de OHL en Madrid. Febrero de 2016. / Andrea Comas / Reuters
Y aunque el movimiento #YoSoy132 cimbró la campaña de Peña Nieto, no alcanzó para hacer un contrapeso efectivo. El colectivo surgió en las universidades, en primer lugar desde la Iberoamericana, en donde los estudiantes le cuestionaron el uso excesivo de la fuerza en los acontecimientos de Atenco.
Villamil señala que la compra de la Presidencia se debe también al debilitamiento del PRI, y que esa inversión al final de cuentas está dejando a México con la deuda interna más alta de los últimos 20 años.
«300.000 pesos –más de 15.000 dólares– debe cada familia mexicana ahora con Peña Nieto, antes eran menos de 100.000. Siempre están hablando de que el manejo económico ha sido muy bueno y para nada, no cumplió con ninguna de las expectativas de crecimiento económico planteadas durante sus cinco años de Gobierno, siempre fue a la baja», afirma.
Días después de las elecciones de 2012, miembros de la oposición destaparon el Monexgate, una operación millonaria que utilizó monederos electrónicos para la compra del voto en favor del candidato priísta. A pesar de que se presentaron pruebas y que las autoridades sospechaban de lavado de dinero y el uso de recursos del narcotráfico, Enrique Peña Nieto asumió el poder, y el tema quedó en el limbo.
2. Corrupción
«Quieren ver corrupción detrás de cualquier cosa»: Peña Nieto
«La corrupción no es un accidente en la historia de Peña Nieto, él es la historia de la corrupción»: Jenaro Villamil
De acuerdo con Transparencia Internacional, México es el líder en percepción de corrupción con 51% de mexicanos que han pagado un soborno. Por su parte, el estudio Anatomía de la Corrupción, de la académica María Amparo Casar, revela que 43% de las empresas en México han dado sobornos.
Ni la «casa blanca» de Peña Nieto, ni el plagio en su tesis, la casa de su entonces secretario de Hacienda en Malinalco, la compra y el uso irregular de software para espiar periodistas y activistas, los sobornos a funcionarios por parte de empresas como OHL y Odebrecht, la desviación y desaparición de millones de pesos desde dependencias federales, significan corrupción para el presidente, somos los mexicanos los que tenemos una percepción equivocada.
El presidente permea su criterio y también su secretaria de la Función Pública, Arely Gómez, se queja de las críticas a la corrupción en el Gobierno federal, ya que el problema es de «percepción» porque las redes sociales la amplifican.
Llama la atención la declaración de Gómez, quien es una de las responsables de perseguir esos delitos, pero ninguno de los casos plenamente documentados y detallados que han presentado periodistas y organizaciones civiles son dignos de investigar por parte de la dependencia que encabeza.
Periodistas esperando la llegada de Emilio Lozoya, expresidente de Pemex, para declarar sobre el escándalo de corrupción de Odebrecht. Agosto de 2017. / Henry Romero / Reuters
Julio Hernández señala que el caso Odebrecht «es sólo una parte del gran entramado de corrupción política que ha permitido que las campañas en México, las de presidentes municipales, las de diputados, las de senadores, de gobernadores y desde luego, y principalmente de la Presidencia de la República, estén siendo financiadas por intereses criminales, por intereses criminales de cuello blanco como en el caso de Odebrecht, de OHL, del Grupo Higa (mexicano), como grupos criminales expresamente relacionados con grupos del crimen organizado».
Pero para Enrique Peña Nieto eso es una exageración, porque «cualquier cosa que ocurra hoy en día es (por) la corrupción», aseguró durante el foro Impulsando a México: La fortaleza de sus instituciones.
«Casi, casi, si hay un choque aquí en la esquina fue la corrupción, algo pasó en el semáforo, ¿quién compró el semáforo que no funcionaba?», ironizó el presidente de México en medio de las múltiples denuncias e investigaciones de corrupción en su gobierno.
Y es que para Villamil, la corrupción de Peña Nieto «proviene de un grupo político, de una escuela de políticos que ve la corrupción como algo normal».
«La corrupción no es un accidente en la historia de Peña Nieto, él es la historia de la corrupción. Peña Nieto es el resultado de una historia de corrupción; si él combatiera la corrupción, se combatiría a sí mismo, se acabaría desvaneciendo él mismo, porque él es resultado de la corrupción. Desde el gobierno de Arturo Montiel, siendo él secretario de administración, manejó los fondos que se desviaron durante la época de Montiel, ahí estaba clarísimo que él representaba eso», criticó.
3. Impunidad
Cuando un presidente manda despedir a un funcionario que investiga actos de corrupción…
Santiago Nieto Castillo, hasta hace unos días titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), investigaba el supuesto financiamiento de la empresa Odebrecht a la campaña de Enrique Peña Nieto. Lo destituyeron un día después de que uno de los funcionarios involucrados le pidiera una carta para exculparlo.
México se sitúa en el primer lugar de impunidad en América Latina y el cuarto a nivel internacional. Incluso superamos a Venezuela con dos posiciones, de acuerdo con el Índice Global de Impunidad 2017, que analiza a 69 países miembros de la ONU.
Durante este sexenio, múltiples casos han quedado en la absoluta impunidad. Desde Ayotzinapa, las masacres en Apatzingán y Tanhuato, en los que existen acusaciones por presuntas ejecuciones extrajudiciales y desaparición de personas.
Marcha para conmemorar el tercer aniversario de la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa el pasado 26 de octubre. / Carlos Jasso / Reuters
«Es la llegada de una generación de gobernantes que desprecian profundamente los derechos humanos. Desde el caso de Atenco, él (Peña Nieto) dio a entender que la mano dura la iba a ejercer siempre, y que iba a hacer todo lo posible por alterar expedientes, como en el caso de la niña Paulette. Lo que estamos viendo ahora, es la historia de Ayotzinapa, por ejemplo, la historia de muchos otros casos, incluyendo los asesinatos de periodistas que han quedado en la impunidad, porque francamente no le importa ni lo ve como una prioridad el tema de los derechos humanos», dice Villamil.
4. Asesinato de periodistas
«El 90 por ciento de los homicidios proviene de alguna persona vinculada con el Estado»: Alejandro Meléndez, fotorreportero y activista
«México, el tercer país más peligroso para periodistas»: Reporteros Sin Fronteras.
De 2000 a la fecha fueron asesinados 111 comunicadores «en posible relación con su labor periodística», de los cuales 38 han sido durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, de acuerdo con la organización Artículo 19.
«El asesinato a periodistas es una acto criminal realizado desde el poder político o en contubernio con el poder político. La documentación de los casos nos arroja que un 90 por ciento de ellos proviene de alguna persona vinculada con el Estado y eso desmitifica el discurso oficial que nos quiere hacer creer que las agresiones y asesinatos vienen del crimen organizado (aunque en el fondo tienen razón, porque los políticos son el crimen organizado)», señala el organismo.
«En el gobierno de Enrique Peña Nieto, no solo aumentó el número de agresiones a periodistas sino se acrecentó la brecha institucional para que la impunidad en los casos siga», dice Meléndez, quien también es miembro de diversos colectivos en defensa de los periodistas.
El reporte anual de Reporteros Sin Fronteras (RSF) sitúa a México como el tercer país más peligroso en el mundo para ejercer el periodismo, incluso más que Siria y Afganistán.
Fotografías del periodista Candido Ríos, asesinado en Veracruz, durante una protesta celebrada en agosto. / Henry Romero / Reuters
«Mientras no se esclarezca alguno de los casos de asesinatos a periodistas, el Estado manda un mensaje claro a los agresores de que pueden hacer lo que quieran y en ningún momento serán castigados, es por eso que la impunidad asesina», agrega.
«Ante esta situación los periodistas tomamos la decisión de hacer la tarea que el estado no realiza, por lo que creamos diversos colectivos como: Fotoreporteros Mx, Periodistas de a Pie, Voz Alterna, #NiUnoMás, etc., que están ligados unos a otros por todo el país y conformamos un frente de periodistas el cual puede hacer circular la información y poder discutir los casos de agresión a periodistas con más riesgo en el país», dice Meléndez.
Además, el reporte de RSF sitúa a México en el lugar 149 de 180 países, donde el primer lugar en libertad de expresión lo tiene Noruega y el último Corea del Norte.
«Creemos que el Mecanismo de Protección a Periodistas, la FEADLE y los mecanismos estatales deben de desaparecer o transformarse ya que absorben mucho dinero en prácticas burocráticas y no resuelven ningún caso y al contrario vulneran más la labor de defensa al periodista», precisó.
«Hemos visto que unidos somos más fuertes y que gobiernos ni empresas en México nos van a ayudar si no lo exigimos en colectivo para cambiar el panorama que nos presenta este país, porque no nos vamos a callar, enfatiza el fotorreportero.
5. Legitimidad del órgano electoral rumbo a las elecciones presidenciales
«El INE llega desprestigiado, sin un grupo de consejeros electorales capaces de hacerle contrapeso al poder»: Villamil
Después de las elecciones del 2012 y las de julio pasado, el Instituto Nacional Electoral (INE) llega «secuestrado», como acusan organizaciones civiles.
Y es que el INE descartó el financiamiento ilegal en la campaña del candidato del PRI en el Estado de México. Además, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le regaló prácticamente al PRI el triunfo en el estado de Coahuila, y a ello se suma la reciente destitución del fiscal electoral que intentó investigar el financiamiento de Odebrecht a la campaña de Peña Nieto.
«Tenemos perfectamente claro que, desde la Presidencia de la República, desde el PRI y sus aliados, se encabeza un proceso de restauración autoritaria con la complicidad y la subordinación de la mayoría del Consejo General del INE», señaló en un comunicado la organización Ahora, tras las denuncias que presentaron sobre las elecciones en el Estado de México en julio de este año.
Un oficial transporta las urnas y las papeletas al INE tras las elecciones intermedias celebradas en junio de 2015. / Jose Luis Gonzalez
«Lo que el gobierno de Peña Nieto también hizo, fue una un desmantelamiento de los organismos autónomos y en especial de las autoridades electorales. El INE llega desprestigiado, sin un grupo de consejeros electorales capaces de hacerle contrapeso al poder. Pero más grave que el INE, es el Tribunal, de los siete magistrados cinco son del oficialismo», señala Villamil.
Por su parte, el fotorreportero Alejandro Meléndez considera que «las campañas electorales del próximo año pondrán en el país el escenario más violento de la última década, por lo que los periodistas estamos empezando a organizarnos para la cobertura y con eso incluimos capacitación con plataformas como Twitter y Facebook, así como con organizaciones no gubernamentales como son Artículo 19 o Reporteros Sin Fronteras».
Además, Julio Hernández señala que la relación con las grandes televisoras va a ser un factor determinante en las próximas elecciones, en donde «el fraude tradicional va a ser reforzado por ese apoyo mediático».
Por su parte, Jenaro Villamil considera que la guerra sucia va a estar en las redes sociales. «La pregunta es si eso, les da para maquillar una victoria como sí les dio la Televisión en el 2012».
Por lo pronto, en el panorama mexicano electoral se vislumbra un dejavú.