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Las guaridas del prófugo César Duarte en Texas

proceso.com.mx

EL PASO, Texas (Proceso).- La vista es privilegiada desde el jardín de la mansión ubicada en el número 323 de Amelia Drive, en esta ciudad: se admira el valle que termina en los linderos de Ciudad Juárez, Chihuahua. La casa, con un valor aproximado de dos millones y medio de dólares, es refugio de César Duarte Jáquez, exgobernador priista de Chihuahua, acusado de 11 delitos y ahora fugitivo.

Su aprehensión por agentes estadunidenses podría ocurrir en cualquier momento, pues “tres solicitudes de extradición para César Horacio Duarte Jáquez fueron entregadas a los departamentos de Estado y de Justicia el 31 de enero de 2018”. Además, el gobierno mexicano presentó “dos solicitudes adicionales en la embajada, el pasado 2 febrero, y serán entregadas el próximo lunes 12, habiendo concluido la formalización de la solicitud y su respectiva traducción”, explica por escrito a Proceso y a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) la embajada de México en Washington.

El sábado 3, el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, al tiempo que anunció la liberación de recursos para el estado de Chihuahua, en reunión con el gobernador Javier Corral aseguró que pediría a las autoridades estadunidenses acelerar la captura de Duarte.

El funcionario dijo: “La Procuraduría General de la República, de conformidad con sus obligaciones derivadas de tratados internacionales suscritos por el país, llevará a cabo las solicitudes de detención inmediata con fines de extradición en contra del exgobernador César Duarte, con objeto de garantizar celeridad y certeza en la impartición de justicia”.

En El Paso, Duarte tiene registradas, a su nombre o a los de sus familiares más cercanos, nueve propiedades, las cuales visitó y recorrió el corresponsal de Proceso como parte de una investigación conjunta de este semanario y la organización MCCI.

La de Amelia Drive –favorita de Duarte y de su esposa, Bertha Olga Gómez Fong, de entre las propiedades que tienen en El Paso, según las fuentes consultadas en los gobiernos mexicano y estadunidense– es una de las más caras de la zona residencial del oeste de esta ciudad. Además de contar con la privilegiada vista ya descrita, fue construida en una de las partes más elevadas de la colina donde viven las familias pudientes de la localidad fronteriza.

Al frente, la casa tiene un muro de piedra y una cerca electrificada que separa el patio de una cochera con capacidad para cuatro automóviles. Por la izquierda se puede ingresar a pie a la mansión, cuya entrada principal tiene un amplio techo sostenido por seis columnas estilo romano.

Cuando el reportero visitó la casa, frente a esa entrada principal estaban estacionados tres vehículos de modelo reciente, con placas de Texas. Adentro hay una reja que impide el ingreso directo a la puerta principal de la residencia, frente a la cual destaca una fuente de piedra. Las blancas persianas de las seis ventanas ovaladas, estilo colonial, están cerradas. No se puede alcanzar el timbre de la casa porque la reja lo impide. El reportero golpeó varias veces la reja… Nadie respondió. El jardín trasero está resguardado por árboles pequeños y un murete de piedra.

A menos de medio kilómetro de ahí, aún en la misma zona residencial de la colina y en el sector llamado Morning Star Estates, hay otra mansión que, según el registro público de la propiedad, pertenece a la familia de Duarte Jáquez: cuenta con cochera para dos autos, es de dos pisos y la fachada tiene 12 ventanas adornadas con marcos de piedra. La puerta principal, con cristales emplomados, está cubierta con un techo de tejas, asentado sobre cuatro altas columnas de piedra.

Menos ostentosa pero igual de espaciosa que la de Amelia Drive, la mansión del número 378 de Morning Star Drive podría costar al menos un millón y medio de dólares, de acuerdo con un contratista de la industria de la construcción que trabaja en la renovación de la casa de enfrente. Al momento de la visita no se detectó ningún movimiento en ella, aunque en la entrada había un automóvil estacionado.

A unos mil 400 metros de ahí, en la misma colina donde vive la sociedad privilegiada de El Paso, en el 343 de Crimson Cloud Drive hay otra casa registrada a nombre de Duarte Jáquez.

Proceso y MCCI no pudieron verla, pues lo impide una cerca de acero con sistema electrónico de ingreso. Hay dos cámaras de vigilancia instaladas en los extremos del complejo residencial. Cada uno de los inmuebles que lo integran tiene un valor aproximado en el mercado de por lo menos un millón y medio de dólares.

En la mira

La captura de Duarte, quien presuntamente robó alrededor de 6 mil millones de pesos de las arcas de Chihuahua, no representaría ningún problema para el gobierno estadunidense, que debe tener bien ubicados al exgobernador y a sus familiares cercanos que viven en Estados Unidos, sobre todo los que están en Texas.

Desde que presuntamente saqueó las arcas de Chihuahua –según las acusaciones en su contra hechas por Javier Corral Jurado–, en cuanto dejó el poder se trasladó a El Paso y comenzó los trámites para volverse residente de Estados Unidos.

Como lo reportó el pasado 21 de diciembre el diario estadunidense The New York Times –en un reportaje firmado por el corresponsal de Proceso en Washington y por el de ese rotativo en México, Azam Ahmed–, el exgobernador priista inició, por conducto de una de sus hijas (cuyo nombre mantienen en reserva las autoridades), nacida en Estados Unidos, el trámite para obtener la residencia permanente.

Como solicitante de la tarjeta verde, Duarte Jáquez tuvo que darle al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) una dirección y un número de teléfono.

José Pertierra, uno de los abogados especializados en migración más reconocidos por las autoridades estadunidenses, explica a este semanario y a MCCI con qué facilidad el gobierno de Donald Trump podría aprehender a César Duarte.

“Como arranque del proceso de solicitud de residencia permanente, se tiene que llenar la forma Visa I–130, en la que el ICE exige como requisito inapelable el nombre completo, dirección y teléfono del peticionario (la hija del exgobernador) y del beneficiario (Duarte Jáquez)”, dice.

El segundo paso del proceso, si se aprueba el primero, consiste en que el beneficiario acuda a un centro migratorio para que le tomen las huellas dactilares y los datos biométricos. Ahí nuevamente le piden una dirección y un número de teléfono, o que confirme los que ya había dado.

“Si por alguna razón cambia de dirección o número de teléfono, el beneficiario tiene que notificar a las autoridades migratorias de esto por medio de la forma AR11. Es decir que el gobierno de Estados Unidos sabe perfectamente dónde se encuentra exactamente un solicitante de residencia permanente”, destaca Pertierra.

Ante la solicitud de arresto con fines de extradición que entregó el gobierno de Peña Nieto al de Trump, Jáquez bien podría haber abandonado ya Estados Unidos, con lo cual pondría en riesgo a su hija.

Pertierra lo pone así: “De buscarlo los agentes federales en la dirección que entregó a ICE, y al no encontrarlo, irían a la dirección del peticionario. Si se niega a dar la ubicación del fugitivo, el peticionario incurre en el delito de obstrucción de la justicia, porque al momento de que se busca al beneficiario cuando un gobierno extranjero lo solicita en extradición, se le cataloga como ‘inmigrante indocumentado’ y ocultar el paradero de él es otro delito, el de tráfico de personas, que puede ser castigado con entre 15 y 20 años de prisión”.

Según el protocolo del acuerdo binacional de extradición, después de que el gobierno mexicano entregó al Departamento de Estado la solicitud de arresto con fines de extradición de Duarte Jáquez, esa instancia debe transmitirla al Departamento de Justicia, que al recibirla tendría que declarar “delincuente” a Duarte y pedir a una corte federal una orden de captura. Cuando ésta se libra, se procede a la aprehensión.

Por el trámite migratorio en el que está Duarte Jáquez, tendrá que pedírsele que de manera voluntaria se presente ante las autoridades migratorias. El procedimiento indica que, de no hacerlo, se procede a la captura, y cuando ésta se logra el delincuente es enviado a una prisión federal hasta que se le entrega a las autoridades mexicanas.

Todas las casas

En la lista de las nueve propiedades de Duarte Jáquez o de su familia en El Paso –entregadas a Proceso por una fuente del gobierno mexicano cuya identidad se mantiene en reserva por seguridad– está la ubicada en el número 1594-A de Bengal Drive, que está en un barrio de clase media alta en la zona este de El Paso. De color beige y de dos plantas, con cochera para dos autos, tiene tres ventanas y un pequeño techo en la fachada. Estaba vacía cuando la visitaron Proceso y MCCI.

Este tipo de propiedades en ese barrio de El Paso se cotizan entre 170 y 200 mil dólares, a decir de varias agencias locales de bienes raíces consultadas por el reportero.

“Las casas más baratas de Duarte Jáquez y su familia en El Paso son un negocio: las renta o en ellas viven algunos de sus familiares de segunda o tercera generación, que también pagan renta”, aclara la fuente del gobierno mexicano que proporcionó la lista de las propiedades. “Él, su mujer e hijas viven en las residencias caras que tiene en El Paso”.

La casa número 6609-B de Escondido Drive corresponde al sector de clase media baja. Su valor aproximado es de entre 80 mil y 120 mil dólares. Es de una sola planta y, aunque tiene cochera, comparte jardín con el predio vecino.

Proceso y MCCI se equivocaron de dirección. El reportero tocó el timbre de la casa del 6609-A.

Al tercer timbrazo una mujer abrió la puerta.

–¿Es ésta la casa del señor Duarte? –se le pregunta.

–¡Noooo!, es la de allá –y señala la casa de al lado.

–¿Sabe si está?

–Sí está.

–¿Lo ha visto?

–Yo no entro.

El reportero recorre los escasos 10 metros entre puerta y puerta y toca el timbre del 6609-B. Casi de inmediato una mujer abre la puerta.

–¿Está el señor Duarte?

–Aquí no vive el señor, aquí vive la familia González –responde presta y alarmada la mujer, que de inmediato cierra la puerta.

A unos cinco kilómetros de ahí, también en la zona este de El Paso, en el 4252 de Ridgecrest Drive, se encuentra una casa amplia, de un solo piso, con grandes ventanales.

Con acceso de la calle al estacionamiento, en la vivienda no había nadie cuando la visitó el corresponsal de Proceso, aunque por la silla de descanso junto a la puerta y la manguera conectada a un grifo cerca de la cochera se infiere que está habitada. Esta casa cuesta entre 150 mil y 250 mil dólares, según las fuentes del sector de bienes raíces.

Menos de dos kilómetros al norte, en el 827 de Barandal Drive, se ubica otra casa de una sola planta que en estos momentos se ofrece en renta. De ladrillo rojo y con valor estimado entre 100 mil y 120 mil dólares, tiene un pequeño jardín y cochera. Sin cortinas, las dos ventanas de la fachada permiten ver el interior.

Tiene chimenea en la sala, un baño junto a la entrada y la cocina se ve al lado derecho. La empresa de bienes raíces que la ofrece en renta explica que es de tres habitaciones y un baño completo en la recámara principal. La agente que atendió al reportero se negó a proporcionar el nombre del propietario del inmueble. “Es información confidencial”, dice.

Un poco más al sureste, en el complejo de condominios La Estancia –provisto de alberca y amplios estacionamientos–, en el 7900 de Viscount Boulevard, se accede al departamento 351.

El reportero toca la puerta varias veces. Después de un par de minutos abre una mujer ataviada con ropa deportiva y con el pelo mojado.

–¿Se encuentra el señor Duarte?

–Aquí no vive –responde y cierra la puerta de inmediato.

La administradora del complejo informa a Proceso y a MCCI que el precio de venta de los condominios –los hay de una, dos y tres recámaras– va de 85 mil a 135 mil dólares, y dice que tiene prohibido revelar el nombre de los dueños o de quienes rentan las viviendas.

El complejo de La Estancia está muy bien ubicado. A dos kilómetros se localiza el centro comercial Cielo Vista; a la misma distancia, la carretera interestatal número 10, y tres kilómetros al norte, el aeropuerto internacional de El Paso.

La última propiedad de la lista, la correspondiente al 8425 de Border Highway, es la más barata. Está a menos de 50 metros del cerco de acero que marca la frontera con Ciudad Juárez.

Se ubica en la zona pobre de El Paso, donde hay casas pequeñas, viejas, sucias y descuidadas. En el barrio hay construcciones rústicas, una cancha de tierra para jugar futbol y futbol americano. La zona es paupérrima.

Con recelo y expresión de molestia, sale de una de las casas de este barrio un hombre de aproximadamente 30 años que no deja de observar a los representantes de Proceso y MCCI.

El hombre, inquieto, habla por celular y se recarga en un auto a unos 50 metros de los reporteros; no deja de mirarlos ni de hablar por teléfono hasta que se asegura de que los intrusos se han ido.

Las fuentes mexicanas y estadunidenses agregan que Duarte Jáquez tiene también un rancho cerca de Las Cruces, Nuevo México. Los funcionarios se niegan a proporcionar la ubicación precisa de la propiedad, con el argumento de que el inmueble podría tener registrado como propietario a un prestanombres del exgobernador.

Al cierre de esta edición, el gobierno mexicano podría haber entregado ya al de Estados
Unidos una de las dos solicitudes de extradición adicionales contra Duarte Jáquez.
Consultados por el corresponsal de Proceso, los departamentos de Estado y de Justicia del gobierno de Trump se negaron a confirmar la entrega de las peticiones de extradición proporcionadas por la embajada mexicana. “Es información confidencial sobre el caso de una persona”, contestó una vocera del Departamento de Justicia.

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