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Latinoamérica no atraviesa una gran crisis económica. La mayoría de los países crece. Pero la corrupción y los escándalos han devorado a su élite. El apoyo a la democracia baja, varios líderes están al borde del abismo o ya de salida. En este contexto, este viernes comienza en Lima la Cumbre de las Américas, una cita regional importante, centrada precisamente en la corrupción. “Daña la gobernabilidad y la fibra moral, los ciudadanos demandan acciones, debemos buscar acuerdos”, clamó Martín Vizcarra. Él mismo es un símbolo: lleva tres semanas en el cargo porque su antecesor, Pedro Pablo Kuczynski, cayó por el caso Odebrecht, que ha arrasado la política regional y aún sigue causando estragos.
La corrupción puede paralizar Latinoamérica y frenar su recuperación. Vizcarra no disimuló la gravedad del momento en el que llegan a Lima buena parte de los presidentes de la región —con las sonoras ausencias de Donald Trump, que canceló a última hora por la crisis siria, y Nicolás Maduro, que ha sido vetado porque la mayoría de los Gobiernos le consideran un dictador— y lanzó un mensaje a decenas de empresarios reunidos en una cita previa a la cumbre: hay que acabar con los sobornos y obras amañadas. “Es necesario encarar de manera decisiva el problema de la corrupción. Todos los esfuerzos por nuevos empresarios se verán limitados si no combatimos los sobornos. La adjudicación direccionada de obras solo traerá insatisfacción de los ciudadanos y debilitamiento de las instituciones. Invito al sector empresarial a sumarse a esta cruzada”, dijo. No hay datos precisos de la corrupción, pero hay uno parcial que es demoledor: solo Odebrecht, la gran constructora brasileña, según el departamento de Justicia de EE UU, pagó 780 millones de dólares en sobornos.
Los datos de cómo afecta eso a las instituciones son muy claros. Según el Latinobarómetro, la encuesta regional más respetada, el apoyo a la democracia viene cayendo inexorablemente entre los latinoamericanos desde hace cinco años. Y la corrupción tiene mucho que ver. “Es como una diabetes invisible, la corrupción, la inseguridad y los abusos de poder son el trío que destruye la democracia. Estamos en una región en la que el sueño democrático se diluyó por las aspiraciones de poder de los líderes que pasaron por encima de la democracia, al menos en la mitad de los países latinoamericanos”, sentencia Marta Lagos, responsable de esa encuesta que cada año muestra una mayor insatisfacción con la élite que empezó cuando acabó la época dorada de las materias primas pero sigue ahora que las economías se están recuperando.