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Los carteles mexicanos ya no se ocupan solo de hacer pasar la droga a través de la frontera sur de Estados Unidos, sino que han saltado el mismo muro y se han extendido por el territorio estadounidense, dirigiendo directamente la distribución de las sustancias ilícitas e incluso llegando al pequeño comercio, de acuerdo con el último informe de la DEA, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos.
Los carteles de México aprovechan en el vecino país las áreas urbanas con gran densidad de inmigrantes mexicanos para captar miembros y además pasar desapercibidos. Su mayor presencia explica en parte la actual epidemia de heroína que vive Estados Unidos, calificada por sus autoridades como la «peor crisis de drogas en la historia» del país: en 2015 murieron 33.000 personas por uso de opiáceos, de las cuales 13.000 fallecieron por sobredosis de heroína, una cifra esta última que por primera vez superaba los homicidios por arma de fuego.
Aunque el salto de la frontera por parte de los carteles mexicanos no se ha traducido de momento en un derrame sobre Estados Unidos de la violencia que asola México, hay expertos que consideran inevitable que esa mayor operatividad de las mafias mexicanas en suelo estadounidense acabe provocando guerras entre bandas a medida en que estas vayan consolidando sus nuevas áreas de dominio.
Entre los méxico-americanos
En su informe «Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas de 2016», publicado a finales del pasado año, la DEA hace una descripción de la operatividad de los carteles mexicanos en Estados Unidos:
MIEMBROS. Las redes están gestionadas tanto por ciudadanos de México, que han entrado de modo legal o ilegal, como por personas de origen mexicano pero con nacionalidad estadounidense. Hay miembros que antes de ser captados residían ya en Estados Unidos, mientras que otros son enviados directamente desde México.
COMUNIDADES. Sus miembros buscan residir entre otras personas de origen mexicano. Según la DEA, «buscan esconderse operando dentro de las comunidades méxico-americanas densamente pobladas; a menudo poseen lazos familiares con la región natal de las principales figuras del cartel».
ÁREAS. El cartel más extendido es el de Sinaloa, cuyas redes llegan a las zonas más pobladas de la mitad este de Estados Unidos, especialmente a sus grandes áreas metropolitanas, así como a las mayores ciudades de la coste oeste. Si bien el cartel del Golfo y el de Juárez tienen su dominio en una área más reducida, repartiéndose Texas, ambos operan igualmente en distantes conurbaciones del país. Otros carteles presentes son el de Jalisco Nueva Generación y el de los Zetas.
PENETRACIÓN. La DEA destaca que las redes mexicanas llegan a operar en lugares muy alejados de la frontera mexicana, como ocurre en los estados de los Grandes Lagos, en ciudades como Minneapolis, Milwaukee y sobre todo Chicago, donde existen también extensas comunidades de inmigrantes hispanos.
Futuro de violencia
El informe de la DEA precisa que los integrantes de esas redes hacen un esfuerzo «para mantener baja visibilidad y generalmente abstenerse de la violencia entre carteles para evitar la detección y la vigilancia» por parte de las autoridades de Estados Unidos. Algunos asesinatos se han producido cerca de la frontera, pero de momento no se ha «desbordado» al norte del río Grande la generalizada violencia que se vive al otro lado.
Esto último, de todos modos, puede llegar a suceder, como advierte el analista Peter Zeihan en su libro «The Accidental Superpower»: «Hace tiempo los carteles dominaban el arte de cruzar la frontera. Ahora han dado el siguiente paso lógico y están entrando en los principales centros de distribución de droga de Estados Unidos… Dondequiera que van, entran en competición con redes criminales locales –la mayor de las veces bandas urbanas– para el control de los sistemas de distribución local».
La DEA constata que los carteles mexicanos dejan normalmente la distribución al por menor a grupos locales más pequeños, aunque en ciertos lugares también se asocian con bandas para esa última fase de la cadena. Para Zeihan es inevitable que las peleas virulentas entre carteles acaben ocurriendo.
¿Solución Trump?
El presidente Donald Trump ha alegado el carácter delictivo de algunos inmigrantes mexicanos para justificar su proyecto de gran muro fronterizo y su negativa a una regularización de los inmigrantes ilegales. En realidad, la receta para impedir la violencia en ciernes debería ser justamente la opuesta, de acuerdo con Zeihan.
Más que China, Rusia o Irán, es la expansión de la guerra mexicana de la droga a toda Norteamérica la mayor amenaza geopolítica contra el modo de vida americano»
Peter Zeihan, analista geopolítico
Este analista recuerda que el fenómeno de la inmigración ilegal, que ha llevado a la formación de guetos hispanos, donde sus miembros se ayudan para evitar el control de las autoridades, facilita la penetración de los carteles. Por eso cree que si el país no regulariza la situación de esos inmigrantes, los estadounidenses pueden estar ante «el amanecer del conflicto más horrible al que nunca se han enfrentado». «Más que China, más que Rusia, más que Irán, es la expansión de la guerra mexicana de la droga a toda Norteamérica lo que está emergiendo como la mayor amenaza geopolítica individual contra el modo de vida americano».
Más heroína y cocaína
La sustancial entrada de los carteles mexicanos en las tareas de distribución de la droga en Estados Unidos ha supuesto un aumento del consumo de heroína en ese país, según detalla el informe Estrategia Internacional para el Control de Narcóticos del Departamento de Estado, cuya última edición fue presentada este mismo mes.
Hasta hace unos años, las organizaciones mexicanas de crimen organizado introducían en Estados Unidos sobre todo cocaína y marihuana, pero la producción de heroína ha aumentado sustancialmente en México, donde el cultivo de amapolas pasó de 11.000 hectáreas en 2013 a 28.000 en 2015. Eso ha dado lugar a un tipo especial de heroína blanca, cuya producción también se ha extendido, de forma más limitada, a Colombia y Guatemala. De forma que hoy «casi todos los derivados de opio encontrados en Estados Unidos son primariamente cultivados en México o graficados por organizaciones mexicanas».
Las autoridades estadounidenses también esperan un incremento de la llegada de cocaína, dado que el cultivo de coca en Colombia creció un 39 por ciento en 2014 y un 42 por ciento en 2015. «Debido al lapsus de tiempo entre el cultivo de coca y la distribución de la cocaína, el impacto completo de este incremento en el cultivo de coca probablemente todavía tiene que materializarse», apunta el informe del Departamento de Estado. La mayor parte de la cocaína que llega a Estados Unidos está producida en Colombia y pasa por las manos de los carteles mexicanos, muchas veces a través de Venezuela.