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Una familia en Oregon llora la repentina muerte de un «alegre y brillante» niño de ocho años. El pequeño Amari King Churchwell se fue de la escuela el pasado lunes sintiéndose mal. Poco después, el pequeño se desplomó en brazos de su padre, Kenneth Churchwell.
Al ver a su hijo inconsciente entre sus brazos, el consternado papá acudió a toda prisa a la sala de emergencias médicas más cercana: allí descubrieron un tumor en el cerebro de su hijo Amari, que habría sufrido un derrame, según reveló la familia.
Pese a que en un primer momento trataron de drenar la cabeza de Amari para reducir la presión en el cerebro, finalmente fue trasladado al Hospital Infantil de Doernbecher en Portland, donde no pudieron hacer nada para salvar la vida del niño.
«Tristemente, el derrame provocado por el tumor dejó a Amari con escasa actividad cerebral», escribieron sus miembros más allegados. «Después de orar mucho, estudiar los CT scans y consultar con tres neurólogos para agotar todas las opciones, tuvimos que enfrentar la devastadora noticia de que nuestro Amari había fallecido».
Entrevistados por FOX 12, la madre de la víctima, Dawn Churchill, aseguró que su hijo «nunca padeció dolores de cabeza, ni dio muestras de estar enfermo, ¡nada!», antes del triste desenlace. También reveló que al pasar por él a la escuela, le preguntó cómo se sentía: «no sé, no sé que pasó», le contestó su hijo. Ya en casa, la auténtica pesadilla comenzó. Cuando Kenneth empezó a desvestir a su hijo, trató de quitarle la camiseta y el niño colapsó: «Fue raro, como si su cabeza se desplomara, supe inmediatamente que algo estaba muy mal», afirmó el padre a FOX 12.
Ya en el hospital, los doctores confirmaron lo peor «ninguna cirugía podría traérnoslo de vuelta». Recordaron que su pequeño quería ser pediatra cuando fuera mayor: «tenía grandes aspiraciones».