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Nueva York.
En el más reciente capítulo de la epopeya Trump se reveló que el mando supremo militar se enteró por el tuit de su comandante en jefe de la nueva política que excluye a los transgénero de las fuerzas armadas, mientras por otro lado estalló una riña entre Caín y Abel dentro la Casa Blanca, todo en medio de disputas sin precedente entre el presidente e integrantes de su gobierno que siguen asombrando a Washington.
Un día después de que el presidente Donald Trump declaró por tuit que a las personas transgénero les será prohibido servir en cualquier capacidad en las fuerzas armadas y que había consultado la decisión con mis generales, el jefe del Estado Mayor, general Joseph Dunford, envío un mensaje oficial a todo el mando superior para anunciar que no habrá modificaciones a la política actual hasta que la directiva del presidente haya sido recibida por el secretario de Defensa y el secretario emita guías de implementación.
Esto contradice lo afirmado por la Casa Blanca de que Trump consultó extensamente con su equipo de seguridad nacional y que informó al secretario de Defensa James Mattis su decisión (aunque algunos informes indican que sí fue notificado, pero no consultado, ayer de último momento). Fue tan inesperado que ni la Casa Blanca ni el Pentágono pudieron responder a preguntas sobre cómo sería puesta en marcha la medida ni qué sucederá con los miles de transgénero en las fuerzas armadas activas.
El anuncio continua generando furia entre defensores de derechos civiles, pero también entre una amplia gama de legisladores de ambos partidos, quienes tampoco fueron notificados del cambio y se enteraron con el tuit de Trump. Algunos defensores ya preparan demandas legales, mientras otros condenaron lo que ven como un nuevo asalto contra los derechos de la comunidad LGBTTI, aún más allá de las filas militares. Por su lado, bases ultraconservadoras alrededor del país festejaron algo que ni ellos esperaban.
Hasta la soldado transgénero más famosa –la recién excarcelada Chelsea Manning– se sumó al debate en un artículo de opinión publicado en el New York Times afirmando: “Esto se trata de discriminación sistemática. Como la integración de gente de color y de mujeres en el pasado, esto fue una señal de progreso que amenazaba el orden social, y el presidente está reaccionando ante ese progreso… Pero no retrocederemos… Somos seres humanos, y no seremos borrados o ignorados”.
A cambio del anuncio de la política antitransgénero, Trump recibió la buena noticia de que la cámara aprobó un proyecto de ley de gastos que incluye un adelanto de mil 600 millones de dólares para iniciar la construcción de muro fronterizo con México.
Para evitar que los representantes tuvieran que votar sólo sobre el muro, los líderes republicanos lo incorporaron a un proyecto de ley para financiar a varias agencias federales. Algunos ultraconservadores habían amenazado con oponerse a la medida si no se anulaban fondos para servicios médicos para militares transgénero, lo cual se superó con la orden de Trump. Ahora, el debate se traslada al Senado.
Por otro lado, los ataques públicos de Trump contra su procurador general Jeff Sessions en días recientes han provocado una respuesta solidaria de los colegas del ex senador en la cámara alta. El influyente senador Lindsey Graham advirtió ante medios que si Trump despide a Sessions habrá un infierno que pagar y agregó que si se atreve a despedir al fiscal especial Robert Mueller, quien ahora encabeza la investigación del Departamento de Justicia sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016, eso marcará el principio del fin de la presidencia Trump.
Algunos asesores y varios legisladores han intentando convencer a Trump de desistir en su campaña de humillación contra Sessions, quien fue el primer senador en apoyar su candidatura, por el costo político que esto podría tener y algunos esperan que el silencio de ayer sobre el tema indique que lo han logrado, por ahora.
Pero mientras trataban de apagar ese espectáculo público, estalló otro. Anthony Scaramucci, el recién nombrado director de Comunicaciones de la Casa Blanca, quien prometió imponer mayor disciplina y un nuevo enfoque sobre la Casa Blanca en el ámbito público y los medios, ayer atacó al jefe del gabinete Reince Priebus, retándolo a que compruebe que no es un filtrador a los medios. En una llamada a un programa de CNN, Scaramucci comentó que si Reince desea explicar que no es un filtrante, que lo haga.
Scaramucci, quien ha anunciado que correrá a quienes filtren información a la prensa de su equipo en la Casa Blanca, denunció en un tuit anoche que alguien filtró sus declaraciones financieras –donde reporta ser un multimillonario y las cuales entregó como parte del proceso oficial para ocupar su nuevo puesto– al medio Político, e infirió que podría haber sido Priebus. Acusó que esa filtración era un delito mayor y que estaría comunicándose con la FBI para solicitar una investigación.
Pero no era una filtración. La reportera de Poltico, Lorraine Woellert, explicó que simplemente solicitó las declaraciones por los canales oficiales y se le fue entregada por una agencia del gobierno tal como marca la ley. Scaramucci borró su tuit, pero subió otro, de nuevo insinuando algo contra Priebus. En su llamada a CNN explicó que tenemos diferencias e indicó que aunque lo había llamado hermano en una ocasión, añadió que algunos hermanos son como Caín y Abel. Declaró que no sabe si su relación con Priebus pueda ser reparada.
Salud, no gracias
La odisea para anular la reforma de salud de Barack Obama –objetivo prioritario de los republicanos durante más de seis años y promesa sagrada de campaña de Trump– no ha logrado avanzar por las divisiones internas y por la amplia oposición publica expresada tanto en sondeos como en actos de protesta incesantes. Después de fracasar, una vez más, en aprobar la anulación completa (opción preferida de los ultraconservadores) de un proyecto para sustituir Obamacare, el Senado está negociando hoy una versión diluida que modificará varias partes, pero dejará vigente otras. Esta última versión dejaría a 16 millones sin seguro de salud dentro de una década, calculó hoy la agencia de investigaciones del Congreso CBO –las otras alternativas dejarán entre 22 a 32 millones sin seguro en ese plazo.
Varios legisladores parecen estar desesperados por poner atrás lo que ha sido un dolor de cabeza político después de tantos fracasos en lograr lo que era un objetivo deseado desde hace años, pero por ahora siguen en la misma ruta. En efecto, la contrarreforma en salud ha sido un espectáculo donde los republicanos se han derrotado a sí mismos, ya que los 48 senadores demócratas se han opuesto a todo este esfuerzo de desmantelar el legado de su ex presidente.
Hombre del pueblo
El millonario y nuevo comunicador en jefe Anthony Scaramucci tuvo un intercambio ayer con una reportera de la BBC, Emily Mattis, quien le preguntó ¿qué parte de Trump no es de la élite, si el lado empresarial, político o de su herencia? Scaramucci respondió Oh, dios, hay tantas cosas del presidente. ¿Qué tal las hamburguesas con queso, qué tal las pizzas que comemos? Cuando la reportera le replicó que todos comen hamburguesas y pizzas, y que eso qué tenía que ver, Scaramucci la acusó de parecer un poco elitista. Insistió en que Trump entiende la lucha común que está viviendo la gente de clase media y la gente de la clase media baja.