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Catt Gallinger, una modelo canadiense de Ottawa que se sometió hace tres meses a una inyección de pigmento en el globo ocular para alterar el blanco de sus ojos por un tono violeta, ha hablado recientemente del martirio por el que está pasando tras la operación fallida.
«Esto va más allá de lo desgarrador», escribió en su cuenta de Facebook. «No puedo abrir el ojo en absoluto sin un esfuerzo significativo. Siempre he sido honesta y lo seguiré siendo así. Ya no tengo esperanzas. Estoy muy cerca de pedir que me quiten el ojo», confiesa.
«Hubo muchas ocasiones en las que pensé que si tuviera que vivir así por el resto de mi vida, preferiría que me quitaran el ojo», confesó la joven al Global News.
«Apenas respiro, tiemblo», dice la modelo, que asegura que el tatuaje ocular le ha acarreado problemas de salud mental. «He desarrollado un trastorno de estrés postraumático y ahora no me puedo calmar. Tengo incluso más dolor. Hay un alto riesgo de que pierda mi ojo», se lamenta.
Recientemente, la modelo ha hablado en su cuenta de Facebook de las tres operaciones que le han practicado en el ojo, donde le han aplicado varios antibióticos, incluidos antiinflamatorios no esteroides en gotas. Actualmente, se encuentra a la espera de una cirugía ocular que elimine la capa que está inyectada de color morado, sin embargo, la tinta se está volviendo cada vez más dura, y teme que la única opción sea quitarle el ojo.
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Como muchos expertos que alertan del peligro de los tatuajes esclerales, la asociación Cirujanos y Oftalmólogos de Ontario, EE.UU., exige catalogar el procedimiento de ilegal. Por su parte, la Asociación de Optometristas de Reino Unido también advierte del alto riesgo que supone el uso de lentes de contacto de colores.