Esta poderosa bebida probiótica ofrece amplios beneficios para la salud digestiva, inmunológica y ósea
infobae.com
El kéfir, conocido también como búlgaros de leche, es una bebida fermentada de origen milenario, que se obtiene a partir de la acción de una combinación de levaduras y bacterias lácticas sobre la leche.
Esta peculiar simbiosis convierte al kéfir en un producto con múltiples propiedades probióticas, que, al ser consumido de forma regular puede traer diversos beneficios a la salud del ser humano, así como algunos efectos secundarios a tener en cuenta.
Para incorporarlos en la dieta es adecuado comenzar con pequeñas cantidades, como un vaso pequeño (100 ml) al día, y observar la reacción del cuerpo. Si el sistema digestivo lo tolera bien, se puede incrementar gradualmente hasta alcanzar un vaso grande (200-250 ml) diariamente.
En caso de buscar un aumento en la ingesta de probióticos por motivos de salud específicos y si se tolera adecuadamente, se podría considerar consumir hasta dos vasos al día. Es importante ajustar la cantidad basándose en la respuesta individual del organismo.
El kéfir puede ser parte de la alimentación diaria de manera indefinida, formando parte de una dieta equilibrada. No existe un límite específico en cuanto al tiempo de consumo, siempre que sea bien tolerado.
Beneficios a corto plazo (días a 1-2 semanas)
La incorporación de probióticos como el kéfir puede comenzar a aliviar problemas leves de digestión, como el estreñimiento o la diarrea, en pocos días. La regularización de la función digestiva puede notarse en aproximadamente una a dos semanas de consumo regular.
Para aquellos con intolerancia a la lactosa, los efectos beneficiosos, como la disminución de síntomas como hinchazón y gases, pueden ser evidentes en un plazo de una a dos semanas debido a la reducción de la lactosa durante el proceso de fermentación.
Beneficios a mediano plazo (1-3 meses)
La optimización de la función inmune y la reducción de los niveles de inflamación en el cuerpo pueden ser más evidentes después de un consumo regular de uno a tres meses, dado el tiempo necesario para que las bacterias probióticas se establezcan y ejerzan efectos positivos.
Los efectos positivos en la piel, tales como una mejora en condiciones como eczema o acné, pueden comenzar a notarse después de unos meses de consumo regular, gracias a la acción antiinflamatoria y a la mejora en la salud y función de la barrera intestinal.
Beneficios a largo plazo (6 meses en adelante)
La mejora en la salud ósea, incluyendo la densidad ósea, podría requerir de un consumo prolongado de kéfir, ya que la absorción y el efecto de nutrientes como el calcio y la vitamina K2 se acumulan y potencian con el tiempo.
Los efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular, incluyendo la posible reducción de factores de riesgo como niveles de colesterol y presión arterial, así como el control de la glucosa en sangre, pueden requerir de meses a años de consumo continuo para ser notorios.
Es crucial entender que, aunque el kéfir puede ofrecer estos beneficios, no reemplaza ningún tratamiento médico prescrito y debe ser considerado parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable. Además, es recomendable consultar a un profesional de la salud antes de iniciar su consumo, especialmente en individuos con condiciones médicas específicas o aquellos con el sistema inmunológico comprometido.
¿Cuáles son los efectos secundarios?
Aunque el consumo de kéfir es generalmente seguro para la mayoría de las personas, en algunos casos, puede provocar efectos secundarios, especialmente en aquellos con sensibilidades. Algunas personas pueden experimentar hinchazón, gases o malestar estomacal, especialmente al introducir el kéfir en su dieta por primera vez.
Personas con alergia a la leche deben evitar el kéfir de leche, aunque pueden optar por versiones no lácteas. Es importante empezar con pequeñas cantidades y estar atento a cualquier reacción adversa. Por otro lado, para individuos con el sistema inmunológico debilitado, existe un riesgo potencial de infecciones debido a las bacterias y levaduras vivas presentes en el kéfir.