En la evidente “guerra sucia” por el control político absoluto del PAN –que reside en la obtención de la mayoría del Consejo Nacional–, Ricardo Anaya dejó muy atrás a sus dos rivales: el gobernador poblano Rafael Moreno Valle y la esposa de Felipe Calderón, Margarita Zavala. De esta manera el presidente de Acción Nacional construye la autopista que lo podría llevar a la candidatura presidencial de 2018.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El presidente del PAN, Ricardo Anaya, obtuvo una victoria estratégica en su afán de conquistar la candidatura presidencial para 2018: venció a Margarita Zavala y a Rafael Moreno Valle en la elección del Consejo Nacional, cuyas dos terceras partes ganó, y consolidó su dominio estructural en todo el país.
Moreno Valle aplastó a toda la oposición en Puebla pero sólo pudo expandir su presencia al Estado de México, Guanajuato y Oaxaca; Zavala no logró ganar en ningún estado y nada más tendrá entre 10% y 15% de los 270 miembros del Consejo Nacional, el máximo órgano de dirección del PAN.
La ratificación de la hegemonía de Anaya en el Consejo Nacional, que según sus cómputos alcanzó poco menos de 200 miembros, es clave hacia 2018: ese órgano define el método de elección del candidato presidencial y su Comisión Permanente designa a los candidatos a gobernadores, diputados federales y senadores.
Pero la elección de consejeros nacionales del PAN, que serán ratificados por la Asamblea Nacional del próximo domingo 22 de enero, no sólo mostró el poder de Anaya, la “tiranía” de Moreno Valle y el derrumbe de Zavala –quien aún encabeza encuestas de preferencia electoral–, sino que exhibió las arraigadas prácticas de acarreo, compra de votos, exclusión de opositores y hasta violencia, como el incendio de la sede partidista en Oaxaca y la rijosidad de los alcaldes Enrique Vargas y Édgar Olvera en el Estado de México.
La elección de los consejeros nacionales y estatales, los pasados 4 y 11 de diciembre, se hizo con el padrón electoral de militantes “engordado” con afiliaciones corporativas de los grupos internos –hasta Anaya reconoce que no es confiable–, por lo que en varios estados proliferaron señalamientos de que se trató de un proceso viciado con resultados ilegítimos.
“Seguimos padeciendo los viejos vicios corporativistas que hemos importado del PRI, como el acarreo de simpatizantes o supuestos militantes que no lo son en el fondo, que simplemente están al mejor postor, y eso se confirmó en varias partes”, acusa Juan Miguel Alcántara, miembro del grupo de 18 panistas que emplazan a Anaya a optar por presidir el PAN o ser presidenciable.